(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Sigue
la sintonía de nuestro Pacte con Cataluña, pues es una pauta de los
tres partidos que lo apoyan mirar siempre con esotérica admiración
lo que se cuece por allí. Tras el disparate del sábado, contemplado
con asombro por todo el mundo mundial, llega el humor salvaje: el
texto de esa especie de preconstitución catalana. Es tan
descacharrante de principio a fin que me ha permitido, ¡ya era
hora!, dar con la clave de su estrategia, diabólicamente efectiva:
quieren matarnos a todos, pero mediante letales ataques de risa, como
ese gag de los Monty Python en que un chiste escrito fulminaba ipso
facto a cualquiera que lo leyera, y que es utilizado con mucha
habilidad para ganar la II Guerra Mundial. Lo más cachondo es que,
en caso de independizarse, Cataluña sería indivisible. Sí, sí, lo
que leen: ni derecho a decidir ni gaitas para aquellas regiones que
no estén cómodas en el nuevo marco. Hoy sí, mañana no. El
panorama del ataque a base de risotadas tóxicas comienza a ser
devastador: mandíbulas descoyuntadas, pulmones sin aire, riada
lacrimal, dolor de pecho, cabellera arrancada.
El
bombardeo humorístico, como digo, ha crecido tanto que ha conseguido
atravesar el Mediterráneo y anegar nuestras instituciones, dirigidas
en su mayoría por auténticos hachas del esparcimiento jocoso que
acostumbran a ejercer en el Cariatides Comedy Club, pero
también hacen sus pinitos en las tarimas del Cort’s Theatre
o el Masquerade Consell. Pero entonces llegan
los jueces, esos carcas aguafiestas, y los repescan del recreo.
Mecidas al ritmo de la conga, sus estelares leyes se están viniendo
abajo, a la espera de que sigan esta dinámica desplomante las del
alquiler vacacional y los toros ‘a la balear’. Todo tiene el
sello de las obras de Calatrava o sigue el libro de estilo del
capitán Schettino, experto en naufragios con categoría.
En
el caso de la paralización del derrumbe del mal llamado monolito
(recordemos que no es de una sola pieza) de Sa Feixina, el magistrado
dice que las alegaciones de Cort no justifican la urgencia del
derribo, pues se han decantado por demonizar a ARCA, dejando en
evidencia unos modos muy asentados en el Pacte: pocos o ningún
argumento racional y todo el peso en la diatriba contra el
discrepante. Pero hay que seguir tronchándose, no sean cenizos.
Habrán visto esa fotografía de Noguera con Trapero Varufucker,
en la que nuestro estelar alcalde, con una sonrisa digna de causa
groupie, parece querer fichar al jefe de los Mossos para el
posible cuerpo policial balear que lanzó a los medios su compañero
de filas Cantinflas Abril, ese Cos de Guaita cuyo nombre supone un
cruce entre voyeur y la Stasi, la verdad.
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