Estatua que representa a Apolonio de Tiana, no a Enric Juliana
El periodista Enric Juliana ha publicado hoy mismo en La Vanguardia un artículo en el que cita a René Girard (concretamente el caso de Apolonio de Tiana planteado por Girard en su obra Veo a Satán caer como el relámpago) con la intención de apuntalar su discurso de absoluta y comprometida defensa de Cataluña y del modelo autonómico vigente. Como soy un estudioso de Girard en el sentido estricto del término (otra cosa es que de la tesis que estoy intentando finiquitar salga una porquería), me he sentido autorizado a contestarle en el espacio de comentarios que incluye para ese menester La Vanguardia. Pero como no sé si podré superar el filtro del moderador (últimamente parece que no tengo suerte con los censores, sobre todo si estos son nacionalistas), copio aquí mi comentario:
"uyuyuy, señor Juliana, qué victimista interpretación se ha sacado de la manga. Me siento autorizado a rebatirle, ya que estoy ultimando una tesis precisamente sobre Girard. Porque se podría hacer exactamente la interpretación contraria a la suya, pues el nacionalismo, en este caso catalanista, si se ha caracterizado por algo es por su fobia exacerbada a todo aquello que huela a 'castellano'. Que una ideología que se sustenta sobre la demonización del otro para apuntalar su identidad recurra al victimismo es algo muy paradójico, aunque a la vista está que se hace todos los días, y usted es el último de la lista en tales manejos.
Más: el 'café para todos' puede verse como ejemplo de deseo mimético pero no como usted lo presenta, porque la característica primordial del deseo según el otro es que se pretende alcanzar una diferenciación arbitraria. No se busca la igualación (caso que plantea usted, erróneamente), sino una diferencia artificial y fetichizada que busca el conflicto con un antagonista odiado/amado.Por tanto, 'girardiana' sería la comunidad que quiere ser-otra-cosa, no la que únicamente busca igualarse, café mediante. Sin rencores: le recomiendo que relea a Girard.
saludos".
Como allí contaba con una excesiva limitación de espacio, prosigo aquí, que para algo tengo barra libre.
Juliana se preocupa visiblemente por incluir unas dosis de erudición en su artículo, pero realmente eso no oculta, aunque lo pretenda, que se vea obligado a capitular cuando recurre al joker satánico por excelencia de la clase periodística (hermana siamesa de la política) catalana: Aznar. Pero evidentemente que Aznar diga A o B no entraña que tenga razón o que esté equivocado por sistema. Ser aznarista o antiaznarista tiene algo básico en común: considerar al ex-presidente en una clave sagrada, como reflejo sin matices de la verdad (por cercanía en un caso, por lejanía en el otro). Pero, como siempre, hay que analizar cada caso más allá de las habituales idolatrías intelectuales, y en la crítica al vigente Estado de las Autonomías (al margen de la crítica de Aznar, que no he analizado en profundidad) se pueden incluir muchos elementos de peso, de base objetiva y comprobable, con datos y estadísticas, etc. No se trata necesariamente de una furia arrasadora e irracional que pretenda liquidar a los catalanes o a toda autonomía 'histórica', que es lo que parece sugerir Juliana. Más bien consistiría en introducir una serie de modificaciones (como se está haciendo en otros ámbitos del Estado) necesarias para hacer más llevadera la convivencia general y rebajar el desbocado gasto estatal. Sin embargo, este periodista demuestra haber aprendido poco de Girard, al necesitar de cara a la elaboración de su argumento ('Catalunya no se toca') de un descarado chivo expiatorio personificado en la figura de José María Aznar, con el que identifica toda crítica (quedando así convenientemente satanizada) que se le pueda realizar a la Generalitat de Cataluña o a algunos aspectos del sistema autonómico. De manera que es él quien acaba confundiéndose con Apolonio de Tiana, aunque no parezca darse cuenta. Pero es lo que tiene el pensamiento identitario, que recurre a todo lo que encuentra a mano para seguir con su tarea, aunque lo utilizado en este caso (la interpretación girardiana del caso de Apolonio de Tiana) sea una crítica al propio pensamiento identitario y excluyente.
No hay novedad alguna en lo escrito por Juliana. Bueno, sí, que lee a Girard, aunque lo haga de forma apresurada e interesada. Es el mismo discurso de siempre que grotescamente trata de disfrazar el hecho de que una de las regiones de Europa que cuenta con mayor nivel de autonomía se queje constantemente de lo mal que la tratan.