lunes, 29 de junio de 2015

MUSAS ITALIANAS


(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Hoy podría hablar sobre el hundimiento de Grecia, la cutre y rancia realidad de la Nueva Política, ese PSM que sigue pensando que lo legítimo es que gobierne el cuarto en llegar a meta (siempre que el cuarto sean ellos) o del lobby energético que dirige al gobierno Rajoy a su antojo. Pero prefiero consagrarme a dos musas que fallecieron la semana pasada. Ambas fueron iconos del cine italiano, aunque sólo una de ellas era de verdad transalpina, Laura Antonelli, porque la otra, la mítica Gradisca de Amarcord, era en realidad francesa. Se trata de la gran Magali Noël, que además de actuar también cantaba, como ese maravilloso himno al sadomaso, Fais moi mal, Johnny, junto al mítico Boris Vian.
Amarcord forma parte de mi top ten del cinematógrafo. La habré visto mínimo 15 veces. Con la música deslumbrante de Nino Rota encauzando esa marabunta de actorazos que deambula por la Rímini de la infancia felliniana. Hay mucha más verdad en esa comunidad que fuera del celuloide, como también hay más locos fuera que dentro del manicomio, como decía una monjita del psiquiátrico de Palma. Estos días la he vuelto a ver para recordar a la Gradisca, fascinada imitadora de las estrellas de cine americano que enamora a todos sus vecinos.
El elenco femenino de la película es fantástico. Está la ninfómana Volpina, que se trisca a todo bicho viviente. La intimidadora profesora de matemáticas, que también tiene su aquel. O la joven Aldina, que enamora al adolescente alter ego de Fellini. Pero mi favorita era la supervoluptuosa estanquera, esa apoteósica Venus de Willendorf con unas descomunales tetazas que si fuera Rita Maestre habría dejado más de un tuerto en el asalto a la capilla de la Complutense. Su intérprete se suicidó, como muchos otros actores de la película.
La otra musa que nos ha dejado es la Antonelli, esa belleza siempre de rostro triste y resignado. No pertenezco a la generación que disfrutó in situ su momento de gloria, en los 70, pero recuerdo haber visto varias películas suyas cuando yo era un chaval. No era en absoluto felliniana, es decir, no destilaba exuberancias exageradas ni tampoco rarezas bizarras, pero poseía un aura melancólica que anticipaba su despiadada decadencia.

lunes, 22 de junio de 2015

ARDERÉIS COMO EN EL 36


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

En ningún caso se le podrá reprochar a Manuela Carmena que no sea consecuente. Aunque su coherencia se determine mediante la incoherencia. Quiero decir que si su modelo era Tierno Galván (“las promesas electorales están para no cumplirse”), afirmar al poco de ser alcaldesa que no piensa aplicar el programa con el que se presentó Ahora Madrid tiene mucho de fidelidad a su referencia en lo político. Carmena cumple, aunque su cumplir implique incumplir.
De todo el festival interminable de sainetes que nos han procurado los chicos de Carmena, me interesa más el protagonizado por Rita Maestre. Por dos motivos. En un sentido, no tiene lógica que en un país laico existan capillas católicas (o de cualquier otro credo) en las universidades públicas. Tampoco que se juzgue a alguien por “ofender los sentimientos religiosos”, aunque en este caso concurran elementos más objetivos, como es el asalto físico y no una simple crítica al estilo Charlie Hebdo.
Ahora bien, y aquí viene el segundo motivo, que esta realidad carezca de legitimidad no implica que debamos aplaudir automáticamente el asalto de Maestre a la capilla de la Complutense. Porque se trata de un acto violento que pretende intimidar a los que lo padecen, sean feligreses o público de un espectáculo erótico, al caso es lo mismo. Y peor aún son los lemas que coreaban las asaltantes. No lo digo por algunas de la habituales chorradas (pre)podemitas como “poder clitoriano”, sino por dos apelaciones directas al odio: “Vamos a quemar la Conferencia Episcopal” y “Arderéis como en el 36”.
En España somos especialistas en defender causas a la manera de lo que queremos combatir. El laicismo, por ejemplo, es una base indispensable de las sociedades democráticas, pero aquí algunos tienen instalado en su cerebro reptiliano que el laicismo no es otra cosa que ir a saco a por los creyentes. El laicismo puede y debe ser defendido con medidas razonables, ya que es precisamente la razón su esencia mas característica, pero performances histéricas y lemas guerracivilistas nos alejan de lo que en teoría queremos defender. Nos sitúa así en un plano irreductiblemente maniqueo en el que no caben más que amigos y enemigos. Y al final de la trinchera sólo puede quedar uno.

lunes, 15 de junio de 2015

VACUNAS Y LABORATORIOS


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Tradicionalmente ha sido la derecha, sobre todo la más religiosa, la que se ha mostrado reacia al progreso y la ciencia. Pero llevamos ya una buena temporada viendo como una parte de la izquierda, la 'podemita' new age, se está poniendo las pilas en este sentido para disputarle a su rival ideológico el liderazgo en estos escabrosos asuntos. Ahora lo progresista son otras cosas, en una línea paradójicamente retro que convierte en vanguardia lo que en algunos casos no son más que chifladuras del Neolítico. Lean Una izquierda darwiniana de Peter Singer, por favor.
La semana pasada, el bioquímico premio Nobel Tim Hunt se vio obligado a dimitir de la University College de Londres. Sin duda, lo que dijo es una estupidez, pero la relación entre sus palabras y las reacciones suscitadas no guarda demasiada proporcionalidad. Primero de todo, Hunt no decía que haya que echar a las mujeres de los laboratorios, sino que cada sexo trabaje en laboratorios separados. Machista sería afirmar que hay que separar a las mujeres de los microscopios para que se consagren a la fregona, digo yo. Pero da igual, cualquier cosa que se diga que sea mínimamente sospechosa de machismo te conduce de cabeza a la pira mediática, con consecuencias académicas y laborales.
En cambio, esas consecuencias no se ven por ninguna parte cuando se trata de las vacunas. Se ve que ha adquirido un pedigrí progresista negarse a vacunas a los niños, con figuras tan estrambóticas al frente como la monja Forcades, que insisten en las bondades de estas posturas irresponsables que atentan contra la salud pública. Se asocia la ciencia (laboratorios, multinacionales, etc) a la derecha politíca, de ahí el dogma simplista propio de mentes impulsivas y limitadas. La consecuencia de todo ello es que a la hora de tomar decisiones políticas se tiende a dejar de lado los datos que nos aporta el trabajo cientifíco. Es como si perjudicara las supuestas certezas de la ideología, pero no lo veía así la izquierda de otras épocas, que adaptaba la ciencia a su discurso. Como dije en mi libro Disecciones, les sucede lo mismo que al joven Unamuno: “fui uno de aquellos que deseaba salvar la humanidad sin conocer al hombre”.

lunes, 8 de junio de 2015

SOBREVIVIR

(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

La semana pasada mi abuela Marcela, matriarca de la familia (la otra, la inquisitorial pero entrañable Jacoba, nos dejó hace casi una década), cumplió 91 años. Aunque hoy en día estas cifras son más asequibles que nunca, a mí me parecen cotas imposibles, puntos perdidos en el horizonte. Siempre pensé, algo absurdo pero que me agobiaba, que no llegaría a los 30. De hecho, la noche que los cumplí tuve algún espasmo, psicosomático seguramente. Los 40, ya tan cercanos, de nuevo me parecen una frontera complicada y escurridiza.
Y eso que soy un twice born, así que no puedo quejarme. El mes que viene se cumplirán 15 años de mi renacimiento. Trabajaba de repartidor de pizzas, sin saberlo le llevaba una a mi primo Víctor y un coche se cruzó sin mirar en mi trayectoria. Salí escupido por encima y su baca me seccionó la femoral. Sobreviví por escasos minutos gracias a que una ambulancia pasaba por allí. Esa noche mi primo no cenó, pero la falta de hambre estimuló la cháchara con sus acompañantes y así conoció a la que ahora es su mujer.
A veces fantaseo sobre lo que sería de mi entorno inmediato, amigos y familiares, si hubiera muerto esa noche veraniega del 2000. ¿Se acordaría a diario mi familia de que existí junto a ellos durante 22 años? ¿O sólo muy de vez en cuando? Y mis amigos, ¿brindarían en mi honor algún fin de semana o me habrían sepultado lejos de la conciencia mientras ligaban con alemanas en el Arenal?
Hace unos días falleció Javier Methol, uno de los milagrosos supervivientes del famoso accidente de avión en los Andes que retrató la película Viven. Methol era el más veterano y dejó en la cordillera nevada a su mujer Liliana, sepultada por un alud. Seguro que conocen la historia de la tragedia atenuada por la resurrección de 16 chicos uruguayos. Lo mejor del caso es un documental de la BBC, Stranded!, que retrata la experiencia con gran intensidad más de 30 años después. Me reconozco mucho en esa sensación de renacido, de escapar por los pelos de la fosa. La insuperable droga de sentirse vivo cuando arañas unos días, unos años, a la soga.

lunes, 1 de junio de 2015

ACEFALIA


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

La semana pasada escribí sobre lo insólito de la pretensión de Biel Barceló, cabeza visible de la cuarta candidatura con más escaños, de presidir el Govern. Pues resulta que hay antecedentes (eso sí, no se llegaron a consumar): Juan Mari Bandrés de Euzkadiko Ezkerra. Como contaba el viernes Santiago González, quedó quinto en las autonómicas vascas de 1986 y aún así se ofreció como Lehendakari porque consideraba que los cuatro candidatos que le habían vencido no tenían legitimidad. Font, Pericay, ¡ojo al dato! Mientras que votos y escaños se cuantifican objetivamente, eso de la legitimidad es una anguila escurridiza, ideal para los espejismos dialécticos de los nacionalistas de Més, que han superado su límite histórico haciendo creer a unos 26 mil votantes que se han olvidado del identitarismo, cuando eso no es sino una simple pero efectiva estrategia electoral para conseguir más fuerza de la acostumbrada. Otro de sus engañosos lemas ha sido el déficit fiscal, que sitúan falazmente alrededor de los 3.600 millones cuando no pasamos de 252.
También Podemos ha depurado sus artes seductoras con gran resultado. Sigo sin entender cómo gente que no comparte la ideología del triunvirato creador, a la izquierda de la socialdemocracia, sigue confiando en el supuesto viaje al centro de la formación. Pero hay miles de ciudadanos que comulgan con la transversalidad podemita y el olvidado nacionalismo pesemero, demostrando que la credulidad no era exclusivamente un fenómeno religioso propio del Medievo.
Con fe o sin ella, la situación de nuestro actual Parlament se caracteriza por la inestabilidad, acrecentada por la cercanía de unas Generales que obligan a no mostrar la verdadera cara. Podríamos tirarnos tiempo sin gobierno. A algunos esa posibilidad puede angustiarles, pero a mí me parecería estupendo. Tenemos sobrevalorados a los políticos, nos han hecho creer que sin ellos dirigiéndonos no somos nada. Si recordamos el caso de Bélgica hace unos años comprobamos que una situación prolongada sin gobierno (año y medio en este caso) no sólo no perjudicó a la sociedad belga sino que fue muy positivo: bajó el paro y el déficit, a la vez que los conflictos entre valones y flamencos se congelaron cuando los políticos no molestaban con su paternalismo ineficiente. ¡Viva la acefalia!
Related Posts with Thumbnails