jueves, 22 de marzo de 2012

DIARIO DEL SUBSUELO (11). TESIS Y AUTOLISIS


Tras unos días de cuidados en la incubadora, la criatura ya está entre nosotros. Lista para destruir el mundo. 

En pleno apogeo de la crisis se producen menos suicidios, al menos en España. El pasado año 2011 ha seguido el descenso de tentativas consumadas de autolisis desde 2004 (año cumbre, en pleno auge de prosperidad): sólo 3.145 casos. De nuevo la demostración de que el suicidio no obedece tanto a un contexto material, sino que arraiga en las interioridades de la psique. También que España está en la cola europea de tasa de suicidios (6,3 muertes de cada cien mil personas), y que el sector masculino sigue dominando la práctica (2.456) con respecto a las ctónicas (sólo 689), más apegadas a lo telúrico y al amago fallido.

Dos noticias contradictorias se han manifestado últimamente en el cricket de la India. La mala es la retirada del cricket internacional del mítico Rahul Dravid (video) a los 39 años, uno de los mejores bateadores de la historia (52.31 de media en 164 tests) y perfecto gentleman. La buena, que otro mito, si cabe más grande, Sachin Tendulkar, tras un año intentándolo en balde, finalmente ha alcanzado la gesta del 'hundred of hundreds' o 'century of centuries', es decir, la centésima vez que consigue un mínimo de 100 carreras en un inning ofensivo (video), uniendo test y ODI cricket. Pero poco durará la alegría, pues en un mes Tendulkar cumplirá también 39 años, acercándose a su último duelo en el pitch.


Cada vez que se acercan elecciones (en este caso, el domingo en Andalucía y Asturias) me acuerdo de ese pasaje de la maravillosa serie británica Blackadder, en la que se celebran los comicios más limpios de la historia, oficiados en el condado de Villaheces, donde el Partido Víbora (The Adder Party), con su carismático candidato Atomarporculo Baldrick, consiguió una mayoría absoluta legendaria.

miércoles, 7 de marzo de 2012

DIARIO DEL SUBSUELO (10). TESIS THE END


Tesis the eeeeeeend! Se acabó, a la merda, kaputt!

Todavía queda la defensa, pero el trabajo ya está hecho. Ahora me siento como si saliera de la cárcel. Fin a un interminable ciclo de 9 años. Comencé en 2003, el año de mi depresión, mi peor momento junto al accidente que casi me mata (literalmente) en julio del 2000. Se me metió en la cabeza que el doctorado podría ser una buena estrategia para escapar a las tentativas de autolisis. Empecé con la idea de analizar la Shoah a través de las teorías mimético-sacrificiales de un autor al que descubrí en 1999, René Girard. Pero pensé que para un niñato de 26 años se hacía muy cuesta arriba una bibliografía mastodóntica como la del Holocausto, así que opté por profundizar antes que nada en el enfoque que pretendía adoptar. Primero siguiendo fielmente a Girard, luego distanciándome algo de él y adoptando un tono más filosófico, en la línea de lo trabajado en las sesiones de metafísica con mi maestro Vermal. Me costó encontrar el enfoque, también el título y no digamos la estructura. Ni mucho menos estoy satisfecho del todo con el resultado, pero estas 4oo y pico páginas al menos no conseguirán avergonzarme (como sí sucedió con la tesina), y con eso me basta.

PD: confesaré que realmente han sido dos los acicates reales (no tengo futuro académico en la UIB) para acabar lo que parecía que escapaba a cualquier intento de cierre. Primero, el cabreo monumental que me produjo el comentario de un amigo, que a finales de agosto del 2010 me confesó su desconfianza de que este proyecto llegara a su fin (añadió la estocada de que un amigo de ambos tampoco tenía esperanzas). En el momento aguanté el tipo, pero al volver de noche a Palma, desde el norte de la isla, me pasé todo el trayecto murmurando, rabioso. Me salió la vena subsuelítica, a lo Travis: ¡Pero qué coño se han creído estos! ¡Un respeto para Von Horrach! Esa misma noche me senté ante el ordenador y digamos que no me levanté hasta la madrugada de este pasado domingo al lunes. El otro acicate ha sido familiar. De mi familia materna soy el primo mayor, y no podía consentir que mi brillante primo Víctor, biólogo, se me adelantara. Hasta ahí podríamos llegar. El nudo gordiano seccionado por el jodido orgullo.
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