lunes, 2 de marzo de 2015

TENTATIVAS DE AUTOLISIS


  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

No creo que pueda mantener en estado de atención a muchos lectores si comienzo hablando de algo que me importa mucho, como es el Mundial de cricket que se está disputando en las Antípodas, con el partidazo que se marcaron este pasado fin de semana los anfitriones, Nueva Zelanda y Australia. Así que me decanto por algo diferente, aunque parecido (por lo que supone el cricket de muerte social voluntaria): el suicidio. Se han hecho públicas las cifras sobre suicidios en España durante 2014. Es un tema que siempre me ha interesado, tal vez por mi dedicación a la filosofía (decía Camus que el suicidio es el único “problema filosófico verdaderamente serio”). El tabú social que lleva a muchas familias a esconder la causa de la muerte de alguno de sus miembros o que conduce a los medios a no informar de ellos o hacerlo de forma elusiva. ¿Y qué dicen los datos de 2014? Pues que junio es el mes de la muerte voluntaria, curioso. O que los hombres se suicidan mucho más que las mujeres (relación 3/1), intentándolo éstas tres veces más, más curioso todavía, qué poca efectividad. No acostumbramos a pensar en nuestros conciudadanos que nos dejan libremente, optando por la tentativa (exitosa) de autolisis. Diez personas al día en España, y eso que tenemos cifras bajas comparados con otros países.
Probablemente todos habremos pensado en la idea del suicidio en algún momento de nuestras vidas, aunque no sea en un grado de tentativa muy explícito. Sin embargo, me cuesta creer que ciertos individuos hayan tenido alguna vez la pretensión de autoaniquilarse. Hablo, por ejemplo, de esos líderes políticos que dan la medida de su dignidad (o de la falta de la misma) cuando caen en desgracia. La astracanada de Jaume Matas en la cárcel de Segovia vuelve a recordarnos esa carencia de nuestros peores gobernantes. Tras su ineficiencia y corrupción, siempre recurren a supuestos o exagerados problemas de salud para montarnos un show y darnos penilla. Munar, Mubarak, Pinochet, etc. Lo del chileno fue antológico: meses y meses en Inglaterra medio muerto y en silla de ruedas, para revivir milagrosamente nada más aterrizar en Santiago, cual Doctor Strangelove en el final de la película de Kubrick.

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