domingo, 8 de marzo de 2015

EL PSIB QUE FUE JUEVES


 (esta semana me estrené en las páginas de El Periscopi de Toni Tarabini)

Del PSIB se pueden decir muchas cosas, pero desde luego lo que debería quedar fuera de toda duda es que han perdido el hilo de su discurso ideológico, a la par que han ido dejando saltar por la borda a miles de votantes que eran, o eso parecía, incondicionales del socialismo español. En ese sentido, han seguido la misma trayectoria del harakiri que el PSC, referente en tantas cosas. Recordemos que en 1999, las últimas elecciones catalanas a las que se presentó Jordi Pujol, Maragall todavía defendía un discurso llamémosle estatal que no transigía con el catalanismo imperante. Perder esas elecciones (por escaños, otra cosa sucedió con los votos, víctimas del extraño sistema electoral catalán) lo trastornó, por lo que se ve, pues a partir de ese momento el PSC entró en una extraña melopea que los llevó a hacerse cada vez más nacionalistas, pidiendo perdón por no haberlo sido lo suficiente hasta entonces. En la campaña del 2003 dio síntomas claros de ese viraje, cosa que se vio radicalmente confirmado tras las elecciones, con el pacto tripartito con ERC (e ICV). Desde entonces, siempre la misma historia: pérdida hemorrágica de votos tras cada elección. Reflexión: no hemos sido todavía lo suficientemente catalanistas, tenemos que serlo aún un poco más. Siguiente elección: mayor chorreo de votos. Llevan ya 700.000 votos que se han escabullido por el sumidero. Y así hasta llegar a su objetivo, que debe ser sumergirse en el limbo, la nada, la disolución.
En Baleares, salvando las distancias, la gente del PSIB lleva un camino muy similar. Pero cuando observas determinadas cosas, no extraña en absoluto que eso suceda. Por ejemplo, llama la atención la cantidad de dirigentes que se amamantaron en las ubres del PSM. Independientemente del motivo que provocó el cambio de chaqueta (voluntad de tocar poder, tal vez), lo importante es que la ideología del partido se fue transformando paulatinamente. Antich, Adrover, Jaume Armengol, Ferrà-Ponç, etc., siguieron ese camino. Y eso por no hablar de algo que suele recordar Ramón Aguiló, ese cambio de orientación ya más explícito, en clave pro-nacionalista, a partir del congreso (creo que de 1994) cuya ponencia principal corrió a cargo de Joan March. No me digan que no hay diferencias entre socialistas históricos como el mismo Aguiló, Emilio Alonso o el fallecido Félix Pons y las actuales huestes de Francina Armengol. Años luz de extrañeza. Una Francina, por cierto, que personifica también esa confusión ideológica del partido, porque es llamativo que haya alcanzado la cúpula del mismo una persona que pasó por ERC y que en muchos aspectos está más cercana al ideario del PSM que del socialismo. Otro caso de cierta desubicación ideológica en el mando del partido se vislumbra con mi querida Silvia Cano, compañera de fatigas filosóficas en la UIB, que es la lideresa del PSIB de Mallorca, pero que tiene unas convicciones que están más cercanas a IU o a Podemos que a su partido. En ambos casos, curiosamente, nos encontramos con un vínculo paternal (el citado Jaume Armengol, último alcalde socialista de Inca; y Paco Cano, ex-secretario general socialista en Calvià) que explicaría su éxito en el organigrama del partido. Al final, podríamos tirar de literatura para recordar ese fascinante El hombre que fue jueves de Chesterton, historia en la que una organización de malhechores (y disculpen el spoiler, pero estamos hablando de un clásico que deberían conocer sí o sí) resulta estar formada en sus mandos principales por infiltrados de la policía. Más o menos, es lo que ha cristalizado en el actual PSIB, en los últimos meses que le quedan como segunda fuerza política de Baleares.

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