(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Las
encuestas podrían definirse hoy en día, parafraseando a Von
Clausewitz, como la prolongación de la guerra política por otros
medios. Siempre ha sido así de alguna manera, pero la volatilidad
socio-política que nos inunda ha exasperado las estratagemas. Así,
los intentos de dirección del voto son más evidentes que nunca,
hasta el punto de que podríamos cambiar los parlamentos por debates
televisivos y sustituir diputados por tertulianos. Ya no computan las
siglas, ni siquiera los programas (¿para qué?, si no se leen) o las
listas. La clave reside en la teatralidad catódica y el lucimiento
bajo los focos del plató. Política
espectáculo en su máxima expresión. En esta dinámica
de mercadotecnia descollan partidos como Podemos o C's, aupados por
influyentes grupos de comunicación, que al final son los que lanzan
a unos partidos y callan a otros por intereses que evidentemente poco
tienen que ver con las necesidades de la ciudadanía. Los suflés ya
están sobre la mesa, y parece que hay hambre para devorarlos por
parte de muchos que hace dos minutos no tenían apetito o preferían
otros manjares. Desquiciado país de burbujas.
En
cuanto a uno de estos suflés políticos, quisiera comentar un
aspecto de las primarias de Podemos en Baleares. Venció el
oficialista Alberto Jarabo con el 35'8 % de los votos. Sin embargo,
los tres perdedores (Lola Fernández, Toni Bennàsar y Tomás
Fernández) suman más del 61 % de los apoyos. Obviamente, gobernará
el ganador, porque para su suerte en las primarias de un partido no
funciona la misma norma resbaladiza que en unas elecciones (Pactes de
Progrés, Tripartitos catalanes, etc). Quiero decir que los partidos
no quieren aplicarse la lógica que después, cuando les conviene,
asumen fervorosamente en los consistorios o parlamentos autonómicos.
Nunca en los Estados, ojo, porque parece que hacerlo a la vista de
todo el mundo es un poquito feo. De la misma manera, Podemos está a
favor del “derecho a decidir” de Cataluña y Euskadi, pero por
supuesto no tolera que desde un círculo regional (Sóller) se
discuta una decisión central y se vaya por libre. Faltaría más, el
partido está por encima del Estado o la Comunidad Autónoma. O la
doble vara de medir, que siempre acecha.
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