Lo
normal sería que todos estuviéramos celebrando el reciente Nobel de
Física para los descubridores de las ondas gravitacionales, sobre
todo cuando tenemos en la UIB al grupo de investigación de la
doctora Sintes que ha participado en los cuatro hallazgos. En el
mundo científico por lo general funciona la meritocracia; muy
difícilmente se quedan fueran de circulación los mejores miembros
de esta comunidad. Por no hablar de que el elemento identitario o
nacional no suele tener ningún peso. Qué constraste con la esfera
política, sobre todo en nuestro entretenidísimo país, donde parece
funcionar el filtro opuesto: los más ineptos copan los puestos de
mando. Todo lo que en la ciencia significa avance, se convierte en
retroceso en la política. ¿Por qué los limitados estudiantes de
Cataluña y Baleares salen de la escuela pública sin saber nada de ciencia
pero perversamente adiestrados en las disputas identitarias más
conflictivas?
Qué
remedio, hablemos del ‘prusés’. Tanta arrogancia desatada, tanto
desvarío de gritos e intimidación, y entonces llega la banca, el
Sabadell y la antigua La Caixa, y se retira del escenario. De repente
si hasta callan las omnipresentes caceroladas… para que luego digan
que los chistes sobre el apego a la pela no tenían cierto sentido.
Se ha postergado un poco, pero el trompazo con la realidad ya está
dejando importantes secuelas. Hasta ahora tal vez no se había
producido porque las mentiras que iban escampando políticos y
periodistas catalanistas conseguían echar raíces en el jardín
patrio. En las últimas semanas se percibe una mayor materia gris en
el periodismo a la hora de chequear las noticias, pero durante
demasiados años nos han ido colando decenas de trolas que
intoxicaron el debate y las emociones cívicas. Si la última semana
ha estado preñadísima de fake news, algunas evangélicamente
milagrosas (como esa multiplicación epifánica de votantes y
heridos), no debemos olvidar que todo nació ya con mentiras: el
coreadísimo “Espanya ens roba” del supuesto “expolio fiscal”,
que fue fatídicamente desmantelado hace tres años por un riguroso
estudio de Ángel de la Fuente sobre las balanzas fiscales (no han
vuelto a lloriquear apenas sobre el tema, pero porque ha sido
amortizado: sin ese veneno esparcido, no tendríamos el motín
actual), la austeridad de la clase dirigente catalana (cuando han
disfrutado como timonel del Molt Honorable Defraudador y famiglia),
y sobre todo el dichoso Seny, el mayor timo de la estampita conocido.
A
este ritmo de masivas fugas empresariales, que dejarán así de pagar
sus impuestos en Cataluña, al final van a conseguir los
independentistas aquello que pretendían: dejar de ser solidarios con
el resto de España, pues su PIB se está descalabrando más que la
carrera de Fernando Alonso.
(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
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