(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Somos
humanos porque somos subjetivos. Pero también, como humanos, es
exigible embridar esa subjetividad, hacer frente a los sesgos que nos
llevan a decantarnos por esto y no por aquello. ¿Por qué siendo
todos tan amantes de la igualdad luego defendemos asimétricos
Conciertos económicos? ¿Por qué decimos que hay que depurar el
escándalo de las cajas de ahorros pero después miramos a otro lado
cuando comparecen las mangarrufas de la antigua Sa Nostra? En otro
orden de cosas, pero siguiendo la misma senda de percepción sinuosa,
es curioso cómo sobreviven en las afueras de nuestra mirada
singularidades tan estimables como la curiosa momia egipcia del más
curioso aún Museo Bíblico. O un cementerio judío no muy lejos de
Palma. Ya no sobrevive, que yo sepa, pero había en un bar de Llubí
unos animales deformes que el dueño guardaba en unas vitrinas que
espantaban a sus clientes, yo incluido en los años 80 cuando mis
padres visitaban a un amigo, el rector Joan Rosselló. Por no hablar
del bar Panorámica, al que me referí hace poco.
Hoy
hablaré del islote de Na Galera. Lo hemos tenido siempre delante de
nuestras narices, pero fruto de esta subjetividad descuidada tan
nuestra nunca le habíamos dado la menor importancia. Una roca frente
a Can Pastilla, nada más. Este verano le he dedicado un reportaje en la Gaceta Náutica, y ya destaqué que podría servir como metáfora
de nuestro buen hacer: mirada distraída que sólo se pasea sobre las
cosas, pero sin fijar el foco ni escrutar detalles. Así se
desatienden logros importantes para cortejar minucias prestigiadas
por lo identitario, el dinero o a saber qué más. Menos mal que de
vez en cuando aparecen individuos insólitos que son capaces de
intuir de verdad lo importante, ir más allá de lo evidente y
trabajar sin seguir dinámicas trilladas.
En
este caso hablamos de Ramón Martín, co-director de las excavaciones
arqueológicas que han encontrado en Na Galera un fascinante
santuario púnico y varios restos talayóticos. Martín es un
auténtico self-made man, pues trabajando en el mundo del turismo se
recicló ya mayor estudiando arqueología en la UNED, y con su equipo
de colaboradores y voluntarios (necesarios estos en un proyecto en
que el dinero público anda muy justo) ha ido profundizando desde
2012 en las entrañas de este islote desenmascarando nada menos que
restos de una docena de seres humanos, fragmentos de muros, cerámica
diversa, un pozo funerario, tres cisternas, monedas púnicas e
increíblemente los esqueletos de unos 2000 cormoranes (adultos y
enteros), que al parecer liquidaban para que no les birlara la pesca.
En estas semanas se va acabando el proceso de excavación y quedan
más maravillas por emerger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario