(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Lunes.
El bar Panorámica va apagando las luces de su palco apolíneo por
este año. Azota un punzante viento, generador de olas crispadas que
en la bahía palmesana parecen preparar un amago de Maelstrom capaz
de engullir, en la agreste furia de lo natural, toda construcción
humana. Pero los maelstroms reales surgen siempre de nuestra
humanidad más propia. El síndrome Nemo, que pulveriza lo que
pretendía arreglar.
Martes.
Armengol acude de luto (o con aires góticos más propios del
Transilvania, un bar fantasmagórico cercano a la plaza de toros, que
de la sala de las Cariátides) al Parlament para defender su gestión.
La sesión parlamentaria, esos momentos estelares en los que la nada
nadea en su máximo esplendor, coincide con mi indispensable
seminario metafísico, que este curso mi maestro Vermal está
dedicando al nihilismo en Heidegger. Dado que el Ser, condición de
posibilidad de todo ente, siempre permanece fuera, en una
exterioridad radical e inapropiable, nos queda al menos consolarnos
con figuras que simbolizan esa sustracción ontológica: indigencia,
desarraigo, extravío, caída y un prolongado y frustrante etcétera.
Justo lo contrario que prometen fraudulentamente esos maximalismos
políticos que traducen su deseo de plenitud en realidades
insoportables: “Soñando con Escocia y despertando en el Ulster”
(Rabell). Desencanto o desastre, no hay más opciones, siento
desilusionarles.
Miércoles.
¡Al fin una ventaja del prusés!: no se oye apenas este año
al coro de plañideras que gimotea cada final de octubre a cuenta del
cambio de hora. Aún así es necesario recordarles, incluyendo en el
lote a muchos periodistas y a todos los políticos del Parlament que
quedaron en evidencia en 2016, que la hora artificial introducida en
los años 70 es la veraniega, no la de invierno, y también que si
estamos fuera de nuestra hora solar desde 1942 es porque Franco nos
empujó al este, no al oeste.
Jueves.
Esperpento es poco para definir los tortuosos vaivenes y medrosos
globos sonda de Vileda I de Catatonia, el líder más adecuado para
este oasis de la alucinación continua, la tierra prometida del
dadaísmo cuya única opresión real padecida es la que ejerce el
cinturón en los colmados estómagos estelados. No se ha inventado
aún un concepto que pueda englobar el nivel de supremacismo,
enajenación, postureo, cobardía y vileza que estamos padeciendo. Y
como colofón a todo esto, el estrafalario Álvaro Marichalar se ha
convertido en el seguramente único detenido por los Mossos en esta
prolongada bullanga.
Viernes.
No tienen agallas para dar la cara ni en el día D(ui), eucaristía
del ridículo, brindis al desvarío, consagración de la pantomima
urbi et orbi. Tanto presumir de ser unos gentlemen,
para acabar exhibiendo un modus operandi que bascula entre el
circo y el frenopático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario