sábado, 28 de octubre de 2017

DIARIO DEL MAELSTROM


 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Lunes. El bar Panorámica va apagando las luces de su palco apolíneo por este año. Azota un punzante viento, generador de olas crispadas que en la bahía palmesana parecen preparar un amago de Maelstrom capaz de engullir, en la agreste furia de lo natural, toda construcción humana. Pero los maelstroms reales surgen siempre de nuestra humanidad más propia. El síndrome Nemo, que pulveriza lo que pretendía arreglar.
Martes. Armengol acude de luto (o con aires góticos más propios del Transilvania, un bar fantasmagórico cercano a la plaza de toros, que de la sala de las Cariátides) al Parlament para defender su gestión. La sesión parlamentaria, esos momentos estelares en los que la nada nadea en su máximo esplendor, coincide con mi indispensable seminario metafísico, que este curso mi maestro Vermal está dedicando al nihilismo en Heidegger. Dado que el Ser, condición de posibilidad de todo ente, siempre permanece fuera, en una exterioridad radical e inapropiable, nos queda al menos consolarnos con figuras que simbolizan esa sustracción ontológica: indigencia, desarraigo, extravío, caída y un prolongado y frustrante etcétera. Justo lo contrario que prometen fraudulentamente esos maximalismos políticos que traducen su deseo de plenitud en realidades insoportables: “Soñando con Escocia y despertando en el Ulster” (Rabell). Desencanto o desastre, no hay más opciones, siento desilusionarles.
Miércoles. ¡Al fin una ventaja del prusés!: no se oye apenas este año al coro de plañideras que gimotea cada final de octubre a cuenta del cambio de hora. Aún así es necesario recordarles, incluyendo en el lote a muchos periodistas y a todos los políticos del Parlament que quedaron en evidencia en 2016, que la hora artificial introducida en los años 70 es la veraniega, no la de invierno, y también que si estamos fuera de nuestra hora solar desde 1942 es porque Franco nos empujó al este, no al oeste.
Jueves. Esperpento es poco para definir los tortuosos vaivenes y medrosos globos sonda de Vileda I de Catatonia, el líder más adecuado para este oasis de la alucinación continua, la tierra prometida del dadaísmo cuya única opresión real padecida es la que ejerce el cinturón en los colmados estómagos estelados. No se ha inventado aún un concepto que pueda englobar el nivel de supremacismo, enajenación, postureo, cobardía y vileza que estamos padeciendo. Y como colofón a todo esto, el estrafalario Álvaro Marichalar se ha convertido en el seguramente único detenido por los Mossos en esta prolongada bullanga.
Viernes. No tienen agallas para dar la cara ni en el día D(ui), eucaristía del ridículo, brindis al desvarío, consagración de la pantomima urbi et orbi. Tanto presumir de ser unos gentlemen, para acabar exhibiendo un modus operandi que bascula entre el circo y el frenopático.

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