(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
El cuerpo me pedía hoy hablar de Les Luthiers, ese argentino-judaico monumento al ingenio, la sutileza y la bonhomía, de los casi invencibles All Blacks o de los físicos que han descubierto las ondas gravitacionales. Pero nada, una de los fastidios del prusés es que ahoga toda muestra de mérito y civismo que comparezca en la actualidad. Qué remedio, llega el momento de la verdad y nos jugamos mucho en esto, así que mejor recoger el guante: tras tanta pantomima y postureo, el 155 supone el paso de las musas al teatro. Y esa realidad no tiene nada que ver con las fantasías siderales que algunos se habían montado. Si un mantra ha atravesado las últimas décadas del catalanismo es el que considera a(l resto de) España como poco europea, privilegio civilizador que aquí encarnaría mayestáticamente la tumultuosa tropa estelada. Pero no parece verosímil viendo quien es el que se salta las leyes que no le gustan, que miente a todas horas y que desde una posición de privilegio (más autonomía que Escocia y Quebec) se lanza a una desaforada rebelión que produce más sonrojo que otra cosa. Cada paso que da el independentismo significa varios años más de trabajo para revertir el prestigio pulverizado que están mostrando a Occidente.
En
Baleares resulta muy interesante el rebote que pueda producir el
prusés. Certificada la batasunización (y presumible
corrupción) de un Més que timó en 2015 a unos 20000 votantes que
se creyeron la trola de que priorizaban lo social antes que lo
identitario (no me puedo reír más de estos incautos porque entre
ellos están algunos de mis amigos), falta saber qué sucederá con
el PSIB. Llevo tiempo profetizando que se escindirán el PSC y el
PSIB, víctimas de jugar tanto tiempo a dos barajas: lo que sirve a
una estrategia muy concreta puede ser letal cuando la ambigüedad se
prolonga y la sociedad entra en tensión. Las dos almas de estas
formaciones difícilmente podrán soportar unidas la previsible
ulsterización de Cataluña, y me sugiere mucha curiosidad ver cómo
cuajará cada partición. Porque tengo bastante claro que aunque la
mayoría de cargos y afiliados esté con Armengol (el pesebre
obliga), la fidelidad de los votantes va por otros barrios. Fijémonos
en el apoyo que obtenía el añorado Félix Pons (35’11%), y
comparemos con la sima de Francina (18’94%) hace dos años. Se ha
seguido la misma travesía del PSC: a medida que han ido
catalanizando su discurso, los votos se evaporaban de las urnas. Y
asombrosamente siguen sin saber el porqué… Por eso no me
extrañaría nada que un PSOE balear ganara en votos, o al menos le
pegara un estimable bocado, a un PSIB vampirizado por Més.
1 comentario:
Me gustaban cuando vivia en Buenos Aires
después que me fui los vi distintos
abrazos
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