(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
En
los procesos de ascensión y caída de personalidades relevantes
acostumbra a suceder que el individuo en cuestión pasa de una
situación primera casi divina a una segunda en la que, transfigurada
drásticamente su suerte, es demonizado por aquellos mismos que antes
lo angelizaron. En el caso de Jordi Pujol de momento esta segunda
fase no se está produciendo, porque a sus discípulos les está
costando una barbaridad ejercer una crítica firme a la figura de su
venerado líder, el sumo pontífice del catalanismo en los últimos
30 años. Y es relevante este bloqueo de la segunda fase cuando en la
primera el desmelene fue absoluto e indigno. Fue tal la sacralización
de Pujol que su famoso lema «avui no toca» era reverenciado
temerosamente por sus entrevistadores, que reculaban ante su
enunciación cuadrándose como cadetes. Se hacía lo que Pujol quería
y cuando él deseaba. Cataluña, desde 1980 hasta nuestros días, ha
sido Pujolandia. Por eso juzgarle a él suponía criticar a Cataluña
y al catalanismo en su conjunto.
Ahora
ha descendido forzosamente del Olimpo, pero sus discípulos no saben
traducir el pasmo en reproche, porque ejercitarlo sería una forma de
autocrítica, una cosa a la que no están en absoluto acostumbrados.
Ese ha sido otro de los lamentables logros de Pujol: sumir a los
suyos en un estado de autocomplacencia tal que desvía hacia el
vilipendiado Madrid todo aquello que pueda desajustarse de la
doctrina primordial. La culpa siempre era de los demás. Pero ahora
se deshace la piedra angular de la infraestructura política y moral
de esa región. Se presumía de hacer las cosas de otra manera más
efectiva y limpia, y sin embargo resulta que hay la misma (o más)
corrupción que en el resto del país. Al final, Pujol era un español
más. O Bárcenas y Roldán unos catalanes del montón.
La
caída del Querido Líder del catalanismo ha generado varias
situaciones grotescas. Por ejemplo, aquella que afecta de lleno a su
fundación, el Centre d'Estudis Jordi Pujol. No sé si ustedes
estaban al tanto de que se dedica (con dinero público de por medio,
faltaría más)... ¡al fomento de la ética y los valores! Como el
Instituto Noos, que presumía de haber superado minucias plebeyas
como el ánimo de lucro. Viendo el panorama, si yo gobernara este
país tengo claro que trataría de introducir en los protocolos de
investigación de la justicia el señalamiento preventivo de aquellos
individuos u organizaciones que hacen ostensibles alardes de virtud.
Sin duda es un indicio fiable de que tras esa imagen de aparente
superioridad moral se puede esconder una minuciosa maquinaria
encargada del saqueo feroz de las arcas públicas.
1 comentario:
El proceso endiosamiento-caída parece guardar ciertas semejanzas al de demonización-deificación del chivo expiatorio. Saludos.
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