lunes, 11 de agosto de 2014

AVUI SÍ TOCA

(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)


En los procesos de ascensión y caída de personalidades relevantes acostumbra a suceder que el individuo en cuestión pasa de una situación primera casi divina a una segunda en la que, transfigurada drásticamente su suerte, es demonizado por aquellos mismos que antes lo angelizaron. En el caso de Jordi Pujol de momento esta segunda fase no se está produciendo, porque a sus discípulos les está costando una barbaridad ejercer una crítica firme a la figura de su venerado líder, el sumo pontífice del catalanismo en los últimos 30 años. Y es relevante este bloqueo de la segunda fase cuando en la primera el desmelene fue absoluto e indigno. Fue tal la sacralización de Pujol que su famoso lema «avui no toca» era reverenciado temerosamente por sus entrevistadores, que reculaban ante su enunciación cuadrándose como cadetes. Se hacía lo que Pujol quería y cuando él deseaba. Cataluña, desde 1980 hasta nuestros días, ha sido Pujolandia. Por eso juzgarle a él suponía criticar a Cataluña y al catalanismo en su conjunto.
Ahora ha descendido forzosamente del Olimpo, pero sus discípulos no saben traducir el pasmo en reproche, porque ejercitarlo sería una forma de autocrítica, una cosa a la que no están en absoluto acostumbrados. Ese ha sido otro de los lamentables logros de Pujol: sumir a los suyos en un estado de autocomplacencia tal que desvía hacia el vilipendiado Madrid todo aquello que pueda desajustarse de la doctrina primordial. La culpa siempre era de los demás. Pero ahora se deshace la piedra angular de la infraestructura política y moral de esa región. Se presumía de hacer las cosas de otra manera más efectiva y limpia, y sin embargo resulta que hay la misma (o más) corrupción que en el resto del país. Al final, Pujol era un español más. O Bárcenas y Roldán unos catalanes del montón.
La caída del Querido Líder del catalanismo ha generado varias situaciones grotescas. Por ejemplo, aquella que afecta de lleno a su fundación, el Centre d'Estudis Jordi Pujol. No sé si ustedes estaban al tanto de que se dedica (con dinero público de por medio, faltaría más)... ¡al fomento de la ética y los valores! Como el Instituto Noos, que presumía de haber superado minucias plebeyas como el ánimo de lucro. Viendo el panorama, si yo gobernara este país tengo claro que trataría de introducir en los protocolos de investigación de la justicia el señalamiento preventivo de aquellos individuos u organizaciones que hacen ostensibles alardes de virtud. Sin duda es un indicio fiable de que tras esa imagen de aparente superioridad moral se puede esconder una minuciosa maquinaria encargada del saqueo feroz de las arcas públicas.

1 comentario:

navarth dijo...

El proceso endiosamiento-caída parece guardar ciertas semejanzas al de demonización-deificación del chivo expiatorio. Saludos.

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