(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Una característica básica del catalanismo en Baleares es que funciona como un ejército perfectamente entrenado. De manera que, ante cualquier situación que cuestione su hegemonía en los ámbitos que controla, se ponen organizadamente en marcha, lanza en ristre, para neutralizar al rival en cuestión, como si fuera una reacción orgánica contra un virus invasor. Otra característica es que desde una posición de minoría social y política han conseguido imponer sus criterios. Por ejemplo, en IB3 o en la escuela pública. Su dominio, trabajado durante décadas ante la impasibilidad de los discrepantes, ha tenido tal éxito que de facto impide que en estos ámbitos se pueda cambiar la situación incluso desde una mayoría política legitimada. Por eso tanto el TIL como la balearización de IB3 no pueden aplicarse con normalidad. Gobierne quien gobierne en Baleares, sigue vigente el dictado de los catalanistas. Siempre. Ahora se quejan de lo de IB3, pero a pesar de la labor heroica de su coordinadora lingüística, en sus emisiones no aparece una gran parte del léxico isleño normativo ni, por supuesto, el artículo salado. La estructura catalanista que lleva hasta las últimas consecuencias la aplicación de sus criterios cuando gobiernan los suyos hace también que se bloquee cualquier intento de cambiar la situación, aunque la mayoría de los ciudadanos lo secunde.
El mantra habitual en estos casos viene de serie: hay que respetar reverencialmente el designio de los expertos. Como si estos, el departamento de Filología Catalana de la UIB, fuesen un trasunto de Mahoma, la expresión en la tierra de un mandato divino, incuestionable e invariable; y también como si detrás de su supuesto cientifismo no anidara una determinada (y dogmática) orientación política. La Fundació Jaume III ha ido publicando últimamente en la prensa unos artículos en los que se evidencia que los criterios «científicos» de nuestros gurús de la UIB se adaptan a una decisión previa y en absoluto científica, como es la transformación de las modalidades insulares en dirección al dialecto central del catalán. Por tanto, el modelo estandard no sería el resultado final de un trabajo científico y riguroso, sino que se toma de forma apriorística (se define de inicio en clave política) para ir después adaptando a este patrón decisiones que acostumbran a ser contradictorias. Y lo son porque de científicas tienen muy poco, pues prefieren tratar de justificar a posteriori lo que interesa en lugar de definir previamente de forma neutra. Así, vampirizan el concepto de lo científico para utilizarlo dogmáticamente contra cualquier intento de cuestionar sus posiciones. Es decir, la antítesis del verdadero espíritu científico que acepta, por lógica, no poseer la verdad absoluta y debatir propuestas diferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario