jueves, 21 de agosto de 2014

NUEVO HUMOR CATALÁN

         
                        (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

         Si uno gusta de estas elevadas temperaturas, no creo que necesite excusas para relajarse. Yo sí. Y como el humor es un refugio que te conecta con el mundo, en el sentido de hacerte más llevaderos los problemas, supone pues una solución óptima. Últimamente el humor de mejor calidad sin duda se hace en Cataluña. Antes, los humoristas catalanes como Eugenio o Capri se subían a un escenario para contarnos, con frialdad y sutileza, sus peripecias entrañables. Hoy, la mejor camada de humoristas catalanes ha trascendido las limitaciones del registro típico para asaltar otras esferas, menos dadas de inicio a provocar la carcajada. La fábrica de estos nuevos genios es una fundación llamada Institut Nova Història, creada en 2007 y que se ha convertido en un puntal de esa cumbre de lo bufo conocida como Procés Sobiranista. Por eso cuenta con el mimo de la Generalitat, ERC y CiU, entregados mecenas de la causa humorística en este inicio del siglo XXI.
           El tema principal de estos nuevos genios de la diversión es un filón fabuloso: el saqueo de la historia de Cataluña. El «historicidio» más grande jamás contado. Estamos hablando de una Cataluña fabulosa, mayestática, capaz sólo de milagros al alcance de muy pocos. Cataluña como la «protonación», nacida en el siglo VII a.C. con capital en la mítica Tartessos, ubicada en la tarraconense Tortosa, claro. Este es el tronco, y a partir de ahí florecen los monólogos más descacharrantes alrededor de la condición catalana de Colón, Leonardo Da Vinci, Américo Vespuccio (Aymerich Despuig), Cervantes (Joan Miquel Servent), Hernán Cortés, Garcilaso, Santa Teresa, etc. El repertorio en sí es infinito y adopta variaciones magistrales, como la de que Colón, que en realidad se llamaba Joan Colom i Bertrán, es un antepasado del gran Artur Mas, otro humorista rompedor, conocido en el mundillo como «El político menguante», y fue padre nada menos que de Erasmo de Rotterdam (Colón, no Mas), que en realidad se llamaba Ferran. Supera esta genialidad el origen catalán de Leonardo, que se inspiró para su Gioconda en la autoctonísima Isabel de Aragón y en Montserrat, faltaría más, para las montañas del fondo del lienzo.
         Dos genios descollan en este equipo prodigioso: Víctor Cucurull y Jordi Bilbeny. Dos audaces cruzados que tratan de colonizar terrenos del ingenio que nadie antes se había atrevido a pisar. Algún despistado les acusa de intoxicar a los incautos que pululan por Cataluña con mentiras y delirios, pero decir eso es no comprender la magnificencia apabullante de su humor tremendamente avanzado. Qué duda cabe que en Cataluña se sigue inventando; en este caso, el mejor de los humores posible.

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