(publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Hace unos días, Eduardo Jordá señalaba toda
una serie de fantasías delirantes que se cree muchísima gente, sin
fisura alguna: que Hitler sobrevivió a la guerra, la CIA
inventó el sida y creó Facebook, el Vaticano mató a John Lennon
y Scotland Yard a Lady Di, etc. La creencia en disparates no
es algo exclusivo de épocas oscuras, teñidas de fervor religioso,
sino que invade de pleno nuestra moderna realidad cibernética. Basta
pasearse por las redes sociales para ver cómo se aceptan
informaciones chocantes de forma automática, sin tomarse la mínima
molestia de comprobarlas. La inmediatez acucia de tal manera que no
tenemos tiempo más que para engordar nuestras cóleras y obsesiones.
Los llamados fakes son la excusa para dar rienda suelta a
nuestro populismo más irredento, aquel que nos convierte en turba
que no razona ni contrasta.
Estos fenómenos nos conducen al terreno de la falacia
más recurrente en momentos de confrontación, como es la del hombre
de paja, que consiste en el intento de desfigurar los argumentos o
intenciones del adversario para así facilitar un ataque a su
posición. Si la falacia ya de por sí es un terreno en el que se
vive acogedoramente, porque permite asentar las torceduras de nuestra
mala fe, en este caso se alcanza su grado máximo, pues nos regala el
lujo de inventarnos el rostro de nuestro oponente, dejándolo a
merced de una condena fulminante. La premisa es tribal, porque
deformando al otro permitimos que nuestros principios se reafirmen
con la violencia que excluye toda reflexividad o debate.
Ejemplos hay muchos, a todos los niveles, pero el más
chocante y reciente, en Mallorca, es el que se refiere a la nueva
fundación Jaume III, que se presentó hace dos semanas. Para
alguien, como es mi caso, que sabe exactamente qué pretende dicha
entidad, porque conoce a sus dos principales impulsores (Joan Font
y Xavier Pericay), asombra leer las acusaciones que se le
están dirigiendo en ciertos ámbitos. Estamos ante una falacia del
hombre de paja de manual, porque se grita histéricamente
“¡gonellisme!”,
cuando la fundación admite claramente que el mallorquín es un
dialecto del catalán, o que se trata de unos “defensors del
monolongüisme castellanista”, siendo Font y Pericay bilingües
que tienen al catalán como lengua materna. En fin, un cúmulo de
despropósitos que no tiene otro objetivo que intentar, con malas
artes, obstaculizar un debate interesante y necesario sobre la
cuestión lingüística (concretamente sobre una riqueza léxica
arrinconada por la aplicación excesiva del estandard catalán),
demonizando a sus antagonistas con los ropajes de la mentira y la
difamación. “Ave hombre de paja, morituri te salutant”.
3 comentarios:
Como siempre, tienes mucha razón. Me pregunto si hay una denominación en latín para "la falacia del hombre de paja". Suele haberlo, ¿no?
Gracias.
"Castellaniste" és amb -a: "castellanista".
Rothbard, no me consta que esta falacia tenga nombre equivalente en latín. Imagino que se debe a su concepción moderna.
Anónimo, gracias, se me había pasado, ahora lo corrijo.
saludos
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