(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de El Mundo)
Podría extrañarle a
alguien que lo aprecie desde fuera de nuestra órbita, pero tiene su
sentido que el PSC se desvincule de los actos de conmemoración de la
Constitución, y no así de la Diada. La evolución del PSOE y sus
distintas federaciones ha seguido un camino extraño que le ha
conducido a un no
man's land
en el que su discurso ha quedado seriamente trastocado. Si bien todos
los partidos, cuando gobiernan, no suelen aplicar exactamente lo que
es primordial en su doctrina política, el caso del PSOE es algo más
especial, pues se ha visto afectado por una circunstancia decisiva,
sobre todo en la época de ZP,
cuando pasó de ser un partido que esperaba gobernar por sí solo, a
un primus
inter pares
que necesitaba coaligarse con una gran diversidad de partidos (de
ideologías contradictorias) para poder superar al PP. En Baleares,
un año antes de la llegada de ZP, fuimos pioneros en esta nueva
forma de gobernar, que es la responsable, a mi juicio, de la
evolución errática de su discurso.
La época de González,
ahora convertido en El Hombre Fundación, se cerró en falso, porque
en ningún momento se aceptó la responsabilidad en los graves
delitos por los que fueron condenados, como el terrorismo de Estado.
ZP entró con aires renovadores, pero más allá de la retórica
superficial que se manejaba, el discurso propio del partido
(socialdemocracia y patriotismo constitucional) se resintió
seriamente. El PSOE se dejó llevar por la dinámica que definía ser
de izquierdas como algo que se demuestra únicamente con enfrentarse
al PP. Bastaba esa simple oposición para situarse en el lado
respetable del tablero político. Por eso nos creímos que los
nacionalistas catalanes y vascos eran progresistas; o que lo es
también bajar los impuestos, como hizo ZP. El PSOE ha visto cómo su
proyecto se ha troceado y disuelto debido a su obsesión antagónica
con el PP. Ha extraviado su identidad gracias a las coaliciones de
poder, perdiendo el control de sus ideas e iniciativas, siempre a
remolque de otros, fagocitado por su ansia de gobernar. Se mimetizó
tanto con sus socios que llegó a creerse que su discurso era el de
estos. El coste de esta falta de personalidad está siendo dramático,
sobre todo en Cataluña, pues desde que Maragall
fue acercándose al nacionalismo han perdido más de 600 mil votos en
las autonómicas. De 52 escaños escaños que consiguieron (con más
votos que CiU) en 1999, a 42 en 2003, 37 en 2006, 28 en 2010 y los 20
de ahora. Y con claras expectativas de que la caída seguirá
agravándose imparablemente hasta la inmolación.
2 comentarios:
Coincido (como casi siempre) con Ud., salvo en el final de su artículo. Los que nos inmolamos somos nosotros. Mas exactamente, nos inmolan.
De acuerdo con su apreciación: al final salimos perdiendo todos (o la mayoría) los ciudadanos de este país.
saludos
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