Esta
semana los opinólogos no estamos siendo nada originales, dejando
aparcado nuestro pretencioso todologismo para centrarnos resignada o
gozosamente en el tema que por lo que sea (enjundia, pasmo,
astracanada) ha opacado incluso el juicio por las tarjetas ‘black’,
el enésimo amago golpista del nacionalismo catalán o las elecciones
vascas y gallegas, con el PNV perdiendo un escaño en el descuento de
la prórroga. Pero es que esté siendo un imparable festival del
disparate y el humor, pues el aquelarre esperpéntico del PSOE ha
despedazado todos los goznes, hasta el punto de ser
más carne
de Sálvame y ElMundoToday que
del Congreso de los Diputados.
El
golpe del miércoles fue ‘chusquero’, como dijo chusqueramente un
Borrell que también se encuentra en su peor versión. La sede
cerrada a cal y canto a periodistas y críticos como si fuera un
búnker. El fantástico troleo de las pizzas, que incluye una
periodista infiltrándose en el fuerte como si fuera un agente del
Mossad. El supuesto intento de pucherazo de los sanchistas. La jauría
salvaje acampada en la calle como si fueran los hunos atravesando el
Danubio. Los chascarrillos en las redes continuos y, la verdad, muy
divertidos. Incluso algunos han comparado acertadamente a Snchz con
el caballero negro de los Monty Python en Los caballeros de la
mesa cuadrada: aquel fanfarrón
convencido de tener opciones de triunfo después de que su rival le
haya seccionado todas y cada una de sus extremidades, dejándolo como
un lisiado digno de La parada de los monstruos.
El
caso es que, aunque muchos no querrán reconocerlo, ni siquiera los
más críticos con Snchz, en gran parte todo esto se originó en los
aciagos 7 años de un ZP que, potenciando alegremente toda alianza
con los nacionalistas y alimentando un aparatoso odio al PP, ha
inoculado al partido una esquizofrenia que no puede solventarse en
una síntesis equilibrada. Tarde o temprano, les espera la
irremediable escisión.
Parte
del trastorno bipolar tiene que ver con la dudosa idoneidad
ideológica de muchos de sus líderes. Sin ir más lejos, la baronesa
Armengol. Su credo está más cerca del independentista Més que de
la socialdemocracia española, pero si recaló con éxito en las
filas psocialistas fue por ‘herencia’ paterna. Recordemos que
Jaume Armengol fue el último alcalde del PSIB en Inca en más de 20
años. A otros basta escucharlos un rato para ver que están bastante
a la izquierda de la socialdemocracia a la que supuestamente
representan. Sin embargo, como en la maravillosa novela El hombre
que fue jueves de Chesterton, han conseguido no sólo entrar en
la organización, ¡sino incluso liderarla! Para hecatombe de la
misma, como estamos viendo.
En
consecuencia, el partido se ha quedado desde hace años sin discurso
definido y propio. ZP vació de contenido su identidad para
mimetizarse, fruto de un torpe complejo de inferioridad al ser una
formación estatal, con los nacionalistas primero y los podemitas
después. Bastaba odiar al PP para ser bienvenidos a la casa del
Señor. Una cosa es pactar con ERC o PNV, que ya tiene su
problemática, y otra ir asumiendo en el propio discurso los dogmas
de estos. Basta ver la deriva del PSC y del PSIB, que van perdiendo
votos a mansalva desde hace lustros coincidiendo con la incorporación
en sus programas de máximas catalanistas. O el caso del PSE, que ha
pasado de gobernar Euskadi a ser la cuarta fuerza.
En
esta megacrisis, el olor a muerte ya ha provocado que las hienas se
estén disputando el cadáver antes incluso de que sea sepultado.
Después de rechazarlo en marzo, ahora los podemitas han apoyado de
forma muy descarada la causa de Snchz, incluso con miembros de sus
círculos haciéndose pasar por militantes psocialistas este sábado
en Ferraz. También algunos nacionalistas, como el inefable Rufián y
nuestros ‘pesemeros’. Y aunque PP y C’s han sido algo más
pudorosos, apoyos mediáticos de uno y otro se decantan con claridad
por Susana Díaz.
Si
algo le debe quedar ya claro a los adánicos psocialistas es que todo
acto tiene consecuencias y los experimentos, sobre todo si se hacen
sin calcular los efectos secundarios, pueden salir muy mal. No todo
es legítimo para gobernar, sobre todo si cada vez cuentas con menos
votos. Al PSOE le acaba de llegar la factura por sus muchos años de
errores y mezquindades. Y sin duda no podrá pagarla.
(versión 'maxi' de la disección de hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
(versión 'maxi' de la disección de hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo, Sr. Horrach. Una infantilización maniquea, infantil e iletrada ha reducido al PSOE a la pura consigna antitodo lo que no les parezca "requeteprogre". Si a eso sumamos los tics totalitarios de la más rancia izquierda, tenemos la peor combinación posible: tontos con muy mala baba. Y también es cierto que ZP lo empezó todo, eliminando a todo veterano competente, y sustituyéndolo por jovencitos - y jovencitas, ohhh- que jamás se preocuparon por entender en qué consistió la Transición. Claro que aun intetándolo, es dudoso que lo hubieran conseguido.
De un miembro del aparato socialista no se puede esperar mucho. Y si se trata de un exmiembro del aparato tras 35 años de militancia, sólo se puede esperar que aplique las malas artes aprendidas. Usted sabe de qué le hablo...
Gracias, primer anónimo. Al final en España parece que para ser de izquierdas basta con odiar al PP. También a C's, al que todavía le tienen más ganas, sobre todo catalanistas y podemitas.
Gracias también, segundo anónimo. Seguro que estamos pensando en la misma persona (también algunos que le siguieron en el trayecto, también ex-militantes del Psoe, se caracterizaron por el mismo celo sectario). Le doy toda la razón. Es más, este fin de semana en El Mundo Fernando Savater también le daba un palo de la señora: decía que su manía de reprimir y demonizar toda crítica dentro de Upyd fue lo que principalmente acabó con el partido. Lo suscribo
saludos a ambos
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