(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
El
concepto de double bind se lo sacó de la manga Gregory
Bateson en 1956, en su artículo Hacia una teoría de la
esquizofrenia, y viene a ser un
“doble vínculo contradictorio”,
es decir, cuando
en una
misma
acción
se emiten dos mensajes de sentido opuesto, provocando una situación
paradójica difícil
de asimilar
racionalmente.
En su origen, el double
bind afecta a un
tipo de relación comunicativa generalmente encarnada por la que se
da entre una madre y su hijo, en
la que ella le
envía señales
opuestas en dos fases
muy cercanas
o coincidentes: por
una parte, palabras de amor y entrega filial, para
después
rechazar
los acercamientos afectivos del chaval.
De esta manera, discurso y praxis se
seccionarían
en una contradicción
que trastorna cualquier
equilibrio emocional.
Ejemplos
de double bind hay millones, casi tantos como galaxias en el
cosmos. Hoy me limitaré a seleccionar algunos por su actualidad o
porque me placen:
Oslo
le concede el Nobel de la Paz a un presidente que ha perdido su
referendum sobre el fin del conflicto. Luego Estocolmo le da el de
Literatura a un cantante que ha escrito un poemario de tercera
(Tarántula) y unas memorias atiborradas de plagios
(Crónicas).
Instituciones
públicas que promueven continuas campañas contra el bullying, pero
que cuando se agrede a una niña en la escuela hacen todo lo posible
para desviar la atención, incluso culpabilizando a la familia de la
víctima.
La
ínclita (en sentido Supergarcía) Unesco desvincula del judaísmo el
Muro de las Lamentaciones, para concederle más legitimidad a un
Islam que llegó 1600 años después.
Alerta
sobre la elección de Trump el responsable de la ONU en Derechos
Humanos, príncipe de uno de los países (Jordania) menos respetuosos
con los DDHH.
El
partido gobernante que te cruje desde Hacienda pero que supuestamente
paga sus sedes de Madrid y Palma en negro.
Iceta
y Armengol, que han llevado al PSC y al PSIB a los peores resultados
de su historia, presumiendo de “coherencia” y exigiéndosela a la
gestora del PSOE.
Un
teniente de la Guardia Civil que hace meses salvó de la nieve a
varios ex-presos de ETA y que estos días ha sido apaleado por 50
proetarras en un bar de Navarra.
Aquellos
que exigen pluralismo a Madrid pero promueven la unanimidad tribal en
Cataluña y Baleares.
En
fin, la esquizofrenia puede que sea el virus más extendido del siglo
XXI, al menos en Occidente. De alguna manera todos somos esquizoides,
aunque parece que últimamente, escindidos entre lo que somos y lo
que queremos aparentar, estamos mimando el cultivo de la tara. La
cuestión es seguir siendo unos bestias pero instrumentalizando
discursos más buenistas.
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