(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Insólitamente
la filosofía ha sido actualidad informativa durante la última
semana. Tras el anuncio de la Conselleria d'Educació de que la
asignatura de Historia de la Filosofía volverá a ser obligatoria en
segundo de Bachillerato, quebrando los principios antirreflexivos de
la LOMCE, nos encontramos con que el nuevo director de EL MUNDO es
Pedro García Cuartango, que tiene estudios de filosofía, como puede
apreciarse en sus artículos. De hecho, la semana pasada se refirió
al maestro Heidegger, poniendo en tela de juicio la demonización
absurda que cometen algunos con el gran pensador alemán vertiendo en
su obra un virus nazi que sólo afectó a sus postulados políticos y
a su comportamiento cívico. Pero es moneda común entre cierto
periodismo español triturar a Heidegger y de rebote a la
posmodernidad filosófica como si fueran el chivo expiatorio de
nuestros problemas actuales.
Otra
noticia filosófica reciente tiene que ver con el supuesto
descubrimiento de la tumba de Aristóteles, 2300 años después de su
muerte. A ver si gracias a esta circunstancia fúnebre se va a poner
de moda el de Estagira. Espero al menos que su momento de gloria sea
menos sonrojante que el que padeció Kant en la anterior campaña
electoral. Pero quién sabe qué barbaridades son capaces de
perpetrar nuestros entrañables políticos cuando quieren dárselas
de leídos y omniscientes.
Una
de las obras más importantes del que fuera preceptor de Alejandro
Magno fue su libro sobre la política, dedicado al estudio de las
constituciones de su época y a las causas de la prosperidad o ruina
de las ciudades. Pensaba en ello cuando leía en este periódico las
siniestras evoluciones de Cort esta semana. Si venimos de un época
terrible, por los manejos de la trama policial que se está
investigando, en esta nueva época política las malas artes se han
desplazado a otros ámbitos.
Si
el error de Sa Feixina ya empieza a ser reconocido por políticos del
PSIB, aunque lo hagan no tanto por principios como por cálculo
electoral, ahora aparece el asunto del 'espionaje' a los miembros de
la oposición. Y qué decir del rol estelar que la concejala Jardhi
está desempeñando en su razzia patológica contra todo tipo
de terrazas. Si es de sentido común que la Feria del Libro regrese
al Born, son mucho más discutible las formas de Cort para desalojar
el lugar: evitar la cohabitación, ampliar artificiosamente los días
de preparativos, ¡y cobrarles a los bares las tasas de ocupación
aunque no puedan instalarse las terrazas! ¿Dónde queda el justo
medio aristotélico? ¿Y la decencia?
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