lunes, 9 de mayo de 2016

LA MUERTE EN EL FÚTBOL


Estos días han fallecido dos futbolistas más: el camerunés Patrick Ekeng en Rumanía y el brasileño Bernardo Ribeiro. Ya se ha convertido en una macabra costumbre ver desplomarse en el terreno de juego a futbolistas que dejan de respirar poco después: los dos citados, Antonio Puerta, Feher, Foé, Klein, Hildan, O'Donnell, Mertens. Los futbolistas ostentan una aureola casi divina, parecen seres invulnerables que están por encima de todo, en un culto que supera ideologías y religiones. Sin embargo, caen como moscas.
Cada vez que esto sucede se vuelve a engrasar una maquinaria que llevo mimando desde la infancia: la muerte en el fútbol. El caso es que en otra vida fui futbolero y, por entonces, seguía las evoluciones entre otros del Colonia, liderado por el gran Pierre Littbarski. Comenzó a destacar ahí un joven delantero centro, Mucki Banach, gran goleador. Pero en 1991 se mató en un accidente de tráfico y yo me quedé sin mi nuevo Van Basten. Mi afición al Colonia se frenó en seco, pero el culto a Banach se proyectó con intensidad. Desde ese momento me obsesioné con las muertes de futbolistas en activo, recabando información detallada sobre sus circunstancias fúnebres y confeccionando una lista que a día de hoy es muy larga, con al menos un centenar de caídos en combate.
Con el tiempo se fue erigiendo por sí mismo un completo equipo de espectros, invencible ejército de zombis que seguían jugando a fútbol en mi mente, en un club imaginario que asaltaba lo real para adueñarse de todos los trofeos posibles. Tenía mucho material para decidir una bonita alineación. Después también les sumé pequeñas muertes, es decir, no decesos físicos pero sí lesionados graves o proyectos frustrados de grandes futbolistas, idóneos en su descalabro para integrar tan selecto plantel de pesadilla.
Hay muertes para todos los gustos, aunque la forma mayoritaria es el accidente de coche (Dener, Rommel, Rui Filipe, Clebson, Villamayor, Tenorio, Mayelé): asesinato (Andrés Escobar, Peralta); leucemia (Andrea Fortunato); suicidio (Enke, Saric, Castillo, Tupper); caída desde un acantilado (Dubovsky); accidente de avión (la selección de Zambia al completo en 1993); un rayo (Gaviria), etc.
Hay dos casos recientes que destacan en truculencia por encima de los demás. El del camerunés Ebossé, que fue apedreado por su afición argelina, justo el día en que había sido padre. Ya insuperable es la historia brasileña de un árbitro que llevaba un cuchillo en pleno partido y asesinó a un jugador tras expulsarlo... para después acabar ¡descuartizado y con la cabeza clavada en una estaca!

 (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

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