(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
De
alguna manera abandonar la primera línea política, aunque sea en un
partido extraparlamentario, supone una liberación personal. Lo digo
porque ser portavoz y candidato de una formación acota mucho tu
verdadera individualidad. Desde el mismo momento de la elección, uno
se convierte en la cara de unas siglas y unos militantes, y en
consecuencia debes adaptar tu aspecto y maneras a lo que se espera de
ti. Para una persona normal, no hay mucho sufrimiento en la asunción
de este rol, pero si eres un poco rarete, y creo que ese es mi caso,
la incomodidad no se superó en 9 meses de desempeño. Lo hice lo
mejor que pude, con una entrega que nadie puede discutirme, pero
siempre me sentí como un alpinista por encima de los 7.000 metros.
De esta manera, al dejar el cargo uno experimenta un gran alivio, en
mi caso multiplicado por escapar al acoso mediático. Ya puedes
recuperar públicamente tu personalidad escamoteada, ser tú mismo,
sea eso bueno o malo. Sólo te representas a ti.
Al
fin puedes hablar en tu Facebook de la revista Adiós,
dedicada a los cementerios. O colgar fotos de calaveras y mandrágoras
(espléndidas esculturas de Tomás Barceló). También puedes
recuperar el plan de cambiarte el nombre, transformando Juan (que
nadie te llama, ni siquiera tu madre) en Johannes, que llevas años
utilizando y con el que incluso bautizaste tu único libro,
Disecciones (Sloper, 2013). Quería acudir al Registro Civil a
cambiármelo el pasado verano, pero mi nombramiento de portavoz de
UPyD lo aplazó. Temí que pudiera verse como algo excesivamente
friqui siendo candidato al Parlament. Ahora, que ya soy libre de
nuevo, he vuelto a las andadas. Pero de momento nuestra legendaria y
decimonónica burocracia me lo ha impedido. Ni llevando más pruebas
de las seis exigidas de que has usado Johannes con un año mínimo de
antigüedad, dos testigos o sacando a colación lo del libro. Nada.
Pero no pienso desistir, aunque me vuelva (más) loco esta burocracia
digna de una novela de Kafka y que hizo las delicias de Larra con su
célebre Vuelva usted mañana. Vayan llamándome Johannes,
porque tarde o temprano me saldré con la mía. Como que soy Johannes
Horrach.
1 comentario:
James David Rodríguez Rubio es un nombre, para un tipo decente. Y nada más
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