(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Dado que él se despachó a gusto
contra un servidor, hoy toca hablar del pequeño Ayatollah de las
ondas. Concédanme el derecho a una pequeña vendetta. No creo
que nadie, ni siquiera los que coinciden al detalle con sus
postulados ideológicos, pueda considerar a Jiménez Losantos como
una persona ponderada y rigurosa. Lo suyo es el griterío
histriónico, el linchamiento verbal, el odio frenético. Incluso
puede ser gracioso, pero siempre que no se considere la humanidad del
agredido. La autocrítica nunca ha sido su fuerte, pues prefiere
dedicar su infinito rencor a los que difieren de su doctrina o de él
mismo, que son legión. Si a algo se parece su estilo es al de esos
policías americanos que acribillan al primer negro que pasa, aunque
estos al menos tienen el detalle posterior de sacar de la chaqueta
del fiambre achicharrado su cartera.
Esta semana no sé si se ha
superado, pero al menos me ha alcanzado de lleno. Si el lunes
consideraba en EsRadio, sin datos reales ni ganas de contrastar la
noticia, que quien escribe estas líneas era lo peor del
chaqueterismo patrio, un bulto sospechoso al que es preciso humillar
ante toda España, el viernes en cambio defendía descaradamente a
Rato. Refiriéndose a mi caso, Fede el Empalador tituló su
insolvente alocución “El esperpento de Horrach”,
pronunciando continuamente mi apellido de la manera más despectiva
posible y, sin conocerme ni saber bien de mi caso, se atrevió a
llamarme “sinverguenza que trata de colocarse”,
además de afirmar falsedades tan palmarias como que el
domingo 12 'anuncié' mi paso a C's, que se produciría, según sus
averiados cálculos, al día siguiente.
En cambio el viernes transmutó
su furia calumniadora contra este peligro público que al parecer soy
yo en comprensión casi evangélica por ese ciudadano honrado y
desvalido llamado Rodrigo Rato Figaredo. Superando así en dotes para
la esquizofrenia moral a su querido fiscal Pedro Horrach. En este
caso, qué delicadeza y consideración: “Lo han tratado tan
ilegalmente, tan injustamente. ¿Por qué
le ponen la mano encima?”. ¡Habrase visto, don Federico!, esto
es tremebundo, qué dictadura implacable nos ha endilgado Soraya.
Pobre Rodrigo, él detenido mientras que canallas repugnantes como
Horrach andan por ahí sueltos. Así va España.
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