(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Los
lugares y las personas ya no tienen una sustancia continua e
inamovible. Nunca la tuvieron, pero al menos se pretendía que la
ostentaran. Es el signo de los tiempos (líquidos para Bauman,
viscosos para Paglia): sabemos que nada es para siempre. Nuestra
realidad tiende al travestismo, a la mutación, a las metamorfosis
más insólitas. Ahí está esa Uma Thurman que cambia de un día
para otro y, al siguiente, cuando ya todo el mundo ha twitteado con
frenesí sobre su alteración, regresa a su estado previo. En otro
orden más cercano y pedregoso tenemos el destino de Sa Casa Llarga,
que deja de tener relación con la finalidad social que ostentaba
hasta hace poco. Después de años dedicada a dar refugio a gente
desfavorecida, últimamente el recinto está convirtiéndose en el
epicentro de la vanguardia, albergando insólitas performances de
sonoro eco mediático.
Como
recordaba aquí el viernes Aguiló Obrador, primero fue el inefable
James Taylor (nacido Jaume Sastre), esa especie de mago Copperfield
del estómago cuántico, que se ejercitó en las sobrias artes de la
dieta etíope (la Etiopía hambrienta de los años 80) pero saliendo
de allí más hecho que Falete. Y ahora recoge su testigo otro James
icono de nuestra isla, de apellido Saint Andrew. Tras una vida
anterior dedicada sin éxito al sacerdocio y transfigurado con mayor
fortuna en one man show de la ayuda social, se ha encadenado a
sus puertas para exigir a los propietarios que no la recuperen. Los
Feliu deberían entender el mensaje: tras agotar sus posibilidades de
rehabilitación, el lugar ahora cultiva, gracias al poso dejado por
los James & James, cierta pasión artística y transgresora
deudora de Joseph Beuys. ¿Quién puede ser el próximo?
Luego
está lo del 'tomasazo' en el PSOE madrileño, cambio de cerradura
incluido. Es tal el guirigay de los socialistas del municipio
capitalino que han designado nada menos que a un catedrático de
metafísica, el ex-ministro Ángel Gabilondo, para que se dedique a
desfacer los múltiples entuertos que ahí han sedimentado.
Olvidando, sin embargo, que todo metafísico que se precie no se
dedica a emitir respuestas sino a ampliar el alcance de la pregunta
hasta límites enloquecedores. Callao 4 ya es al fin un no-lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario