(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Qué
estupendo
se pone todo el mundo, sobre todo tertulianos y
políticos (dos roles con
serio peligro
de embolia que últimamente
ejerzo, ya veremos hasta cuándo), pontificando sobre el 70º
aniversario de la liberación de Auschwitz. Que
si el Mal,
el destino del hombre, lo
que nunca debería repetirse, etc. Siempre
me asombró
el Holocausto, pero en efemérides como ésta, o cuando se producen
catástrofes naturales, huyo despavorido de las homilías
de la prensa repletas de
sobadas consignas
y falsa beatitud. Es
mucho más
razonable
regresar a las terribles
páginas de
Jean Améry, Primo Levi,
Hilberg, Szpilman,
etc.
O a René Girard, quien
mejor me hizo entender cuál es
el mecanismo que guiaba estas carnicerías industrializadas. Por
no hablar de las 10 horas del canónico Shoah
de Lanzmann, que debería visionarse en todas las escuelas,
parlamentos y redacciones.
Cuando
se habla de Auschwitz se olvida que el concepto clave, a
mi modo de ver, es el
de identidad. La
configuración
de identidades, ya se
orienten hacia el
nacionalismo, la
religión o
la ideología,
de por sí
lleva el germen contrario a la igualdad y la libertad.
Vendría
a ser el esencialista
intento de superar la escisión del ser, ansiando consuelos
alucinógenos. El culto a
esa pasión hace que, a menor escala, triunfen esos
animalillos averiados llamados
Kirchner, Putin, Mas
o Erdogan, cuyas promesas
de autoestima colectiva
ponen en marcha, además
del capricho
adolescente (“dejadme
ser lo que quiero ser”),
la pulsión antagonista.
Relacionado directamente,
la tendencia hacia la
unanimidad, requisito para que se consoliden opresivos
marcos de orden y sentido. Aquellos
que apelan al culto de la identidad propia preparan el terreno para
lo peor, porque lo
diferente
no suele
quedarse
como categoría puramente inteligible
sino como virus que debe ser erradicado. Auschwitz
es el final de ese camino, como lo es también el archipiélago
soviético
de los gulags.
Vivir
acostumbra a ser
una tragedia, pero más allá de ésta queda la
catástrofe del que,
intentando redimirla, acaba multiplicando
el alcance de la tormenta de acero.
Digo
tragedia por lo que tiene
de incertidumbre
y desarraigo, opuestos
a la exigencia
maníaca de la certeza,
aquella que prefiere el
ilusionante
significado
dogmático
antes que la siempre esquiva verdad.
5 comentarios:
Es usted un esteta del nazismo, que nunca condena, y que ensalza con su verborrea seudofilosofica, hueca y repleta de frases hechas, y topicos monótonos. Su estilo es putrefacto y de manual del recitador sin ideas. Un simple charlatan de filosofia no puede opinar sobre nuestro tiempo. Es usted un payaso cobarde, que tira piedras y se enconde como una rata.
Estooo... Encantado de conocerle, querid@, muy amable.
¡ Caray Don Johannes !
¡¡¡ Y yo que me creía que era criticona !!!
Lo que quería decir es que es usted un santo varón, repleto de paciencia...
Estoy entrenado, Viejecita. Varios años en el Nickjournal de Arcadi Espada te sirven como para aguantar el invierno ruso en la Operación Barbarroja. un abrazo
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