lunes, 16 de diciembre de 2013

LA DERIVA DEL PSOE

         
  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de El Mundo)

Podría extrañarle a alguien que lo aprecie desde fuera de nuestra órbita, pero tiene su sentido que el PSC se desvincule de los actos de conmemoración de la Constitución, y no así de la Diada. La evolución del PSOE y sus distintas federaciones ha seguido un camino extraño que le ha conducido a un no man's land en el que su discurso ha quedado seriamente trastocado. Si bien todos los partidos, cuando gobiernan, no suelen aplicar exactamente lo que es primordial en su doctrina política, el caso del PSOE es algo más especial, pues se ha visto afectado por una circunstancia decisiva, sobre todo en la época de ZP, cuando pasó de ser un partido que esperaba gobernar por sí solo, a un primus inter pares que necesitaba coaligarse con una gran diversidad de partidos (de ideologías contradictorias) para poder superar al PP. En Baleares, un año antes de la llegada de ZP, fuimos pioneros en esta nueva forma de gobernar, que es la responsable, a mi juicio, de la evolución errática de su discurso.
La época de González, ahora convertido en El Hombre Fundación, se cerró en falso, porque en ningún momento se aceptó la responsabilidad en los graves delitos por los que fueron condenados, como el terrorismo de Estado. ZP entró con aires renovadores, pero más allá de la retórica superficial que se manejaba, el discurso propio del partido (socialdemocracia y patriotismo constitucional) se resintió seriamente. El PSOE se dejó llevar por la dinámica que definía ser de izquierdas como algo que se demuestra únicamente con enfrentarse al PP. Bastaba esa simple oposición para situarse en el lado respetable del tablero político. Por eso nos creímos que los nacionalistas catalanes y vascos eran progresistas; o que lo es también bajar los impuestos, como hizo ZP. El PSOE ha visto cómo su proyecto se ha troceado y disuelto debido a su obsesión antagónica con el PP. Ha extraviado su identidad gracias a las coaliciones de poder, perdiendo el control de sus ideas e iniciativas, siempre a remolque de otros, fagocitado por su ansia de gobernar. Se mimetizó tanto con sus socios que llegó a creerse que su discurso era el de estos. El coste de esta falta de personalidad está siendo dramático, sobre todo en Cataluña, pues desde que Maragall fue acercándose al nacionalismo han perdido más de 600 mil votos en las autonómicas. De 52 escaños escaños que consiguieron (con más votos que CiU) en 1999, a 42 en 2003, 37 en 2006, 28 en 2010 y los 20 de ahora. Y con claras expectativas de que la caída seguirá agravándose imparablemente hasta la inmolación.

2 comentarios:

David Wallace dijo...

Coincido (como casi siempre) con Ud., salvo en el final de su artículo. Los que nos inmolamos somos nosotros. Mas exactamente, nos inmolan.

Johannes A. von Horrach dijo...

De acuerdo con su apreciación: al final salimos perdiendo todos (o la mayoría) los ciudadanos de este país.

saludos

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