lunes, 8 de mayo de 2017

EL GRAN PSOECIDIO YA ESTÁ AQUÍ




¿Para qué queremos series televisivas si tenemos al PSOE? Cada día más adictiva, la historia de su autodestrucción enfila la última etapa, una guerra civil en toda regla cuya resolución ya no podrá ser una síntesis equilibrada. En todos los frentes, también el balear. 
Reconozco que tengo una relación un poco especial con este partido. Por discurso, una especie de socialdemocracia estatal, podría haberlo votado en numerosas ocasiones, pero el caso es que hasta ahora no lo he hecho nunca. Me habría encantado apoyar a líderes solventes y dignos, como Ramón Aguiló en Palma y Félix Pons en el Parlament, pero en los 80 yo era todavía un pipiolo. Cuando tuve edad de votar, en las generales de 1996, me topé con un PSOE envuelto en una corrupción epidémica, por no hablar de los crímenes de Estado de los GAL, detallito que durante años sólo criticaban unos pocos estigmatizados, ¡fachas cabrones!, pero que en 2016 recuperó del vergonzoso silencio Pablo Iglesias. A los lamentables sucesores de Aguiló y Pons ni hace falta nombrarlos. De hecho, se pasó del mejor resultado del PSIB, el obtenido por Pons en 1983, con un empate técnico ante la Alianza Popular de Cañellas, al de Armengol en 2015, el peor dato de la historia del partido.
Algunos interesados, que fabulan con una salvación en el extremo siniestro y no cerca del centro (véase Francia y Reino Unido), aducen que el declive se debe a la irrupción de Podemos, pero el problema es anterior y se vincula a la misma dinámica moribunda del PSC: los psocialistas han ido abrazando progresivamente un catalanismo que el votante aprecia más en la marca original. Así, no han ganado por esa vía y además han perdido voto histórico. Se han quedado sin discurso y siguen sin entender el problema, de ahí lo poco halagüeño de su futuro.
En el caso concreto del PSIB, la clave estuvo en el congreso de inicios de los 90. Ahí se acuñó una doctrina más catalanista, a la vez que el partido era sistemáticamente asaltado por miembros del PSM que, haciéndose con el timón de mando al estilo de El hombre que fue jueves de Chesterton, acabaron vampirizando a los psocialistas. La lista de huidos hacia el poder de la rosa es amplia y reveladora: Antich, el padre de Armengol, Francesc Obrador, Joana Barceló, Celestí Alomar, Damià Ferrà-Ponç, etc. La jugada salió perfecta... para los intereses catalanistas, no así para el PSIB.
No me extrañaría nada que a raíz de la inevitable escisión tras el fratricidio actual, de una competencia entre dos PSOE, uno pesemero y el otro de corte más nacional tal vez con Joan Mesquida al frente, éste último obtuviera un mejor resultado en las urnas.

  (disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No caerá esa breva... o sí. La descomposición del partido que en todos los momentos cruciales de la historia se ha mostrado dispuesto a traicionar al país, sería lo mejor para España, y un premio más que merecido.

Saludos.

Johannes A. von Horrach dijo...

Hay gente que no vota al Psoe pero que está muy preocupada por su destrucción, al considerarlo parte de los fundamentos del país, una pata del Estado y bla bla bla. A mí no sólo no me preocupa sino que incluso considero recomendable que los actos, sobre todo los más frívolos y malintencionados, tengan finalmente consecuencias. La factura, antes o después, siempre llega...

Además, suscribo el análisis que el sábado publicó en El Mundo Jorge del Palacio:

"Las contradicciones que antes servían a una estrategia de poder, hoy pueden pasar a ser una amenaza para la supervivencia de la propia institución"

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