(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
En
nuestra ingenuidad, sospechábamos que una vez superada
(aparentemente) la primacía de lo religioso, finalizarían en
consecuencia los sermones, y los dogmáticos apóstoles de la pureza
se retirarían a sus cuevas o columnas, como la de Simón el
Estilita. Pero resulta que ha sucedido exactamente lo contrario. Ya
decía Chesterton que cuando se deja de creer en Dios uno se entrega
a cualquier creencia, incluso las más ridículas y banales.
Yo
soy agnóstico, entiendo que dejar atrás la fe religiosa implica un
importante avance cognitivo. Pero si nos dedicamos simplemente a
intercambiar, muchas veces a peor, el objeto de devoción, no
progresamos en absoluto, aunque nos sintamos muy emancipados. Ahora
tenemos sermoneadores full time para todo. Cual agujeros
negros supermasivos, nada escapa a la viscosa gravedad de los credos
de inocencia esterilizadora.
Hoy
tenemos la mayor esperanza de vida de la historia, 82'4 años en
España, séptimos del mundo. Casi nada. Sin embargo, la percepción
de los peligros de la salud son cada vez más exagerados, incluso
histéricos. Es propio de nuestra psique contemporánea: dopar una
sentimentalidad que ahoga la facultad racional. Le tenemos miedo a
todo, un pánico atroz.
Vale
que el análisis de la OMS se ha sobredimensionado por parte de unos
medios que, estos sí, cada vez son más cancerígenos para nuestras
neuronas. Su tendencia al efectismo y a la simplificación son
insoportables, una náusea descontrolada y autocomplaciente. Pero la
OMS tampoco puede quedar libre de crítica, pues no se entiende que
la carne roja comparta la misma categoría ¡que el plutonio!
Recordemos que sus criterios hace tiempo que generan grietas en su
credibilidad. Cuando la gripe A, no se les ocurrió otra cosa que
cambiar la definición de pandemia para obligar a los países a
comprar cantidades astronómicas de vacunas para tratar una
enfermedad que finalmente fue de medio pelo.
No
creo que sea demasiado malpensado al sospechar que un sesgo
pro-farmacéutico, grandes beneficiadas del entuerto (y conste que no
soy un conspiranoico anti-farmacias), distorsionó el dictamen de la
OMS. Tal vez ahora hayan preferido redimirse de sus vínculos con
cierta industria propiciando el derrumbe de otra, quién sabe. Pero
la bipolar ley de la compensación es sinónimo de equivocación
antes y también después.
2 comentarios:
Uf! el auténtico problema es que ahora dudo que nadie vuelva a tomar en serio un organismo que debería ser mucho más, precisamente, serio.
Ahora bien, tiene usted razón, seguramente aquí el culpable no es la OMS sino los medios y su manipulación de la verdad.
En fin.
Salud!
Los medios caldean a conciencia una histeria que les puede hacer ganar ventas o audiencia, pero que es del todo irresponsable. El mismo papelón que juegan amplificando acusaciones judiciales contra gente que, tras ser exculpados, no ven que se dé la misma importancia mediática a lo segundo que a lo primero. En fin, nos quejamos mucho de los políticos, pero lo de la prensa es igual de grave o peor si cabe...
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