(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Harry Lime (Orson Welles) lo decía con estilo y glamour, en ese tono cínico que intenta camuflar la repugnancia: en la Italia de los Borgia, momento pletórico de criminalidad y destrucción, surgieron Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento; en Suiza, en cambio, disfrutaron de 500 años «de amor, democracia y paz», recibiendo a cambio... el reloj de cuco. Aunque la fascinación del criminal personaje de la deliciosa El tercer hombre sea poderosa, en estos momentos yo me decantaría por experimentar esa prolongada e improductiva paz suiza. Porque lo que se avecina en este nuevo curso que acaba de iniciarse acojona un poco. Tanto a nivel nacional como internacional, con Putin acercándose cada vez más a su modelo, ese «pintor de brocha gorda» austríaco de los años 30, y los del Estado Islámico sin quedar ni mucho menos a la zaga.
Un papel estelar en nuestro camino hacia el desastre le corresponde a un PP envuelto en numerosos casos de corrupción y que es capaz de disparatadas propuestas, la peor de las cuales es el cambio de la ley electoral a nivel municipal para tratar de aferrarse a las alcaldías que su nefasta gestión irremisiblemente le harían perder. Luego propone algo muy razonable, como es acabar con los aforamientos, pero lo hace ocultando que el año pasado se negó en redondo, insultando al partido (UPyD) que lo propuso en el Congreso. Lo poco que hacen bien se lo copian a otros y, encima, le ponen su copyright.
Para mayor inri, la encuesta publicada este pasado domingo en EL MUNDO es desoladora. Porque, por un lado, todavía un 42'4 % sigue confiando en la partitocracia que nos llevó hasta aquí y, por otro, un 33'6 % se entrega en manos de pensamiento mágico rupturista. Sólo un 5'6 % apuesta por el regeneracionismo. Si algo nos ha enseñado la historia de nuestro país es que cada 30 o 40 años nos suicidamos colectivamente. Donde otros van progresando, mal que bien, y pulen su estructura constitucional, nosotros optamos por el puñetazo en la mesa y comenzamos de cero. Aunque ese cero cada vez se encuentre más atrás en el tiempo. Calculo que tras las próximas elecciones habremos alcanzado ya el 370 a.C.
En fin, viendo el panorama, y como de Renacimiento no asoma nada, yo quiero un reloj de cuco. A ser posible con un cohete incorporado capaz de propulsarme lejos de este país. Pero, como soy un inconsciente (o no he encontrado ese reloj-cohete), me quedaré en primera línea de combate tratando de hacer frente, con la mayor dignidad posible, al desastre cíclico de la historia de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario