Triste, muy triste, es tener que habituarse a hablar de un descomunal gladiador del rugby en pretérito. El hombre llamado Phil Vickery, 'cornishiano' orgulloso, a sus 34 años (73 caps con Inglaterra), seguirá en pie espero que por mucho tiempo, pero el Vickery jugador, cabeza rapada, orejas destruidas a dentelladas y mirada fija de psicópata, jamás podrá volver a renovar su infinita furia en un terreno de juego, nunca más se enfundará la zamarra blanca del Quince de la Rosa a la que orgullosamente capitaneó en inolvidables ocasiones, ni vestir los colores negros de London Wasps con los que lo ganó todo. Una seria lesión de cuello ha impedido al campeón del mundo en 2003 y finalista en 2007 (donde capitaneó a su selección) jugar su cuarto Mundial seguido, el que se disputará el año que viene en Nueva Zelanda. Nunca más podremos verlo tirando de su paquete delantero por el flanco derecho, chorrear sangre tras una colisión en un ruck, arrasar a un francés oval en mano y en pos de la línea de marca o vibrando como una bestia al son del God save the Queen en Twickenham. La emocionante música de Pietro Mascagni que Scorsese escogió para ilustrar el devastador final de su película Toro salvaje (Raging Bull) nos acompaña en la despedida de un jugador de rugby que ha dejado muy alto el listón del orgullo y la dignidad en un evento (el rugby no puede circunscribirse a los límites banales de un simple deporte) cuya dureza y exigencia, física y mental, sólo pueden representar unos pocos. Me ha tocado la fibra emotiva la retirada de Vickery, miembro de la estirpe de los British & Irish Lions, al que esperaba poder ver alzar el título mundial de aquí a casi 12 meses.
[dejo uno y dos videos de la despedida de Vickery ante los medios, y otro de su preparación en las instalaciones de los London Wasps.]
[dejo uno y dos videos de la despedida de Vickery ante los medios, y otro de su preparación en las instalaciones de los London Wasps.]
La retirada de Raging Bull también me ha recordado la epidemia que asola este 2010, un año triste de pérdidas en el mundo oval. Retiradas en algunos casos lógicas, por edad, como la de un mítico All Black, el medio scrum Justin Marshall (37 años, 81 caps con Nueva Zelanda), al que seguí durante 15 largos años después de disfrutar su magia en el Mundial de Sudáfrica en 1995, junto a Lomu, Zinzan Brooke o Mehrtens (éste último todavía en activo). También la de su compatriota Glen Jackson (35 años), finísimo apertura que incomprensiblemente nunca consiguió ser internacional aunque en las filas de los londinenses Saracens fue una institución en la Premiership inglesa (donde consiguió la increíble cifra de 1.505 puntos en sólo 6 años). O la del francés Jean Baptiste Elissalde (32 años, 35 caps), que aunque parecía que le podía quedar algo de tiempo por delante (al menos para llegar al mundial), sus fuerzas ya no daban más de sí, y decidió pasarse al staff técnico del supercampeón europeo Toulouse. La de Harry Ellis, otro medio scrum, uno de los mejores en su posición en el Hemisferio Norte, es más dolorosa porque nos dejó antes de tiempo (28 años), obligado a inicios del verano a no vestir más los colores de Leicester Tigers y de la selección inglesa (a la que defendió en 27 partidos) por una lesión de rodilla. Otra pérdida prematura más, la del prometedor segunda línea también de Leicester, Richard Blaze, confirma la naturaleza abrasiva de un deporte que depara, eso sí, goces perdurables.
2 comentarios:
Qué extraño, mi querido HORRACH, ordinariamente no cuelgas en tu bloggg, información tan continua, un día después de otro... Lo único que puedo ver es que te fascina este deporte y estás atento a todos sus movimientos.... DE ALGO TENEMOS QUE VIVIR.
Saludos...
Sí, es cierto, desde que se puso en marcha este blog siempre he preferido no saturar y dejar un cierto tiempo entre una entrada y otra, pero lo emotivo de la retirada de Vickery se saltó todo cálculo.
saludos
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