martes, 14 de septiembre de 2010

TRAGEDIA O CATÁSTROFE


Dejando de lado las conclusiones, el último capítulo de mi tesis doctoral sobre René Girard llevará por título Tragedia o catástrofe, y se refiere a las dos posibilidades ontológicas (con sus correspondientes correlatos vivenciales) permitidas al hombre escindido, al homo sapiens demens, al ser farmacológico. Hay únicamente dos opciones reales: lo malo o lo peor (siendo lo peor aquel discurso o praxis que trata de escapar al desarraigo entregándose a proyectos identitarios o clausuradores). Y es que mi tesis trata de articular, a partir de una interpretación metafísica de la obra girardiana, una propuesta de habitar el desarraigo.

Ahora que lo pienso, la opción reducida a tragedia o catástrofe me recuerda en cierta manera a ese momento subsuelítico de Annie Hall en el que Alvy Singer avisa a su recién estrenada novia de que debería familiarizarse con su pesimista concepción de la vida, que para él se divide en dos categorías: "lo horrible y lo miserable". La única felicidad posible consiste en sobrellevar lo trágico de nuestra miseria. Hay que dar gracias por ser miserables.

7 comentarios:

Paco f dijo...

Estimado Horrach, su nueva entrada me ha hecho recordar ciertas conversaciones que he tenido a lo largo de mi vida y en las que he manifestado algo semejante a lo que usted plantea. Inmediatamente, mis amigos, en esos casos interlocutores, me clasificaban en la categoría de los "negativos y pesimistas". Mi generosidad sin límites me arrastraba, entonces, a intentar explicar que no era eso, sino, más bien, todo lo contrario. En fin, me recordó usted lo que menciono y no pude resistir hacer el comentario. Disculpe por la inutilidad del mismo.

Un saludo.

Paco f

Johannes A. von Horrach dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Johannes A. von Horrach dijo...

Esos amigos suyos que inmediatamente lo clasifican en la negatividad deben pertenecer al segmento de población mayoritario: el de los edificantes. Representan la otra cara de los fundamentalistas dentro de la categoría 'catastrófica'.

saludos y gracias por el comentario, no tiene que disculparse de nada (y mucho menos de este tipo de 'inutilidades', que ya sabe que son las más provechosas)

El doble dijo...

El drama del hombre: Tragedia o catástrofe, lo malo o lo peor, lo horrible o lo miserable. Suena a una constante búsqueda de salvarse de la violencia, a través de una solución desesperada y radical. Ciertamente la tragedia es la representación de la tragicidad estructural de la existencia humana, pues expresa la desnuda realidad de aquello que somos. Pero poner un pie en lo "miserable" es ya dejarse envolver por la enfermedad ontológica dostoievskiana.
¿Por qué no optar mejor por la comedia? también ella nos sugiere los mismos remedios, pero quizá de un modo más sano y digerible, pues aunque hace alusión a la misma tragicidad y tiene el mismo fin catártico, al menos lo hace como diversión, propiciando una extensa dote de risa, aunque nos mantenga refindidos en el fondo de lo miserable.
En fin, esta es la solución de un mundo que rechaza la propuesta cristiana. La sabiduría trágica termina en un callejón sin salida, en la tragedia no hay solución al enigma humano, como tampoco lo hay en la comedia, o en las filosofías ya griegas, modernas o contemporáneas, ya que todas son racionalizaciones ideológicas del enigma fundador.
Intentar resolver el "enigma" sin una epistemología cristiana, es cabalgar en el lomo de lo trágico, es colaborar en el depósito del conocimiento que a su vez se torna en violencia; es girar en torno al abujero negro, a la physis girega, al logos de Heráclito, al ser de Parménides y posteriormente de Heidegger, al espacio vacío de Euclides, al motor inmóvil de Aristóteles, a la metafísica platónica, con argumentos cada vez más pulidos pero incapaces de llenar el vacío metafísico al que nos ha arrojado el mecanismo del origen y que sólo Cristo ha llenado en plenitud. No tomar en cuenta la perspectiva cristiana es cargar el ataúd de una metafísica vacía que sigue encaprichada en llenar conceptualmente ese punto silencioso del enigma fundador. Ahora bien, valorar la epistemología cristiana no quiere decir minusvalorar el resto...
Que Dionisos proteja a los que nos movemos en el subsuelo y tenemos necesidad de las justificaciones racionales...
Saludos...

El Doble dijo...

En tal sentido, la "propuesta de habitar en el desarraigo" siempre será trágica, con la variante de llegar a ser catastrófica...

koolauleproso dijo...

De Woody Allen, cineasta algo sobrevalorado a mi juicio, siempre me quedé con este formidable diálogo de "Annie Hall", quizás porque ilustra perfectamente mi visión (más bien negra) de la vida y de lo que los humanos hacemos con ella.
Así que del sr. Allen me quedo con este diálogo de "Annie Hall", y con las muy negras "Delitos y faltas" y "Match point" (que en realidad son dos variaciones sobre el mismo tema, la esencial doblez y cobardía del ser humano)separadas, eso sí, por dieciseis años.

Johannes A. von Horrach dijo...

Koolau, pienso igual que usted. A Botdy Hallen, como lo pronuncia mi padre, le suelen conceder más de lo que tiene.

Doble, la 'enfermedad ontológica' es nuestra condición humana. Sólo hay formas de sobrellevarla, pero nunca puede escapar a sus temible influjo. En la tesis llevo la enfermedad ontológica más allá de lo tratado por Girard, y es que se trata del tema principal de la filosofía: la necesidad imposible del sentido, la falta de fundamento o de génesis, el ser que se convierte en ente, etc.

En cuanto a la comedia, no la excluyo, siempre y cuando tenga una conexión con la tragedia. Lo trágico no tiene por qué vivirse necesariamente de forma terrible y angustiosa. Las formas de habitar el desarraigo, en este sentido, son muy nietzscheanas.

Por cierto, no rechazo la 'propuesta cristiana', al menos en una versión no totalizadora, es decir, dejando de lado los principios absolutos que la alejan de toda reflexividad. El cristianismo como cuerpo cultural con el que manejarse, o incluso en el que vivir, me apasionan, pero considero que no aportan ninguna solución absoluta o redentora a la existencia humana. Ningún discurso ni doctrina ni disciplina pueden hacerlo.

saludos

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