Irreversible: la espiral de la violencia
La segunda película de esta serie titulada La mirada infernal es la francesa Irreversible (2002), dirigida por el franco-argentino Gaspar Noé y conocida en general como “la-peli-de-la-violación-de-diez-minutos”, agresión que sufre su protagonista femenina, la italiana Mónica Bellucci. Pero la película es mucho más que esa polémica escena. Noé ha engendrado “con esperma y sangre” una historia que es un retrato del contagio imparable de la violencia a partir de unos personajes que se sienten inmunes a sus efectos y que no entienden sus causas. Y además la ha narrado con una curiosa estructura de inversión temporal que permite relatar la historia desde su casi apocalíptico final hasta el inicio de idílica felicidad. Pero esta decisión estructural, la misma que fue adoptada por Christopher Nolan para Memento, no es en absoluto un recurso retórico o gratuito de Noé, sino que en ella reside una de las claves del discurso de la película, pues dicha disposición permite observar los efectos antes que las causas que los han desencadenado, evitando de esta manera que el espectador pueda interpretar los hechos de forma condicionada apriorísticamente (ya sean sus criterios morales, ideológicos o de cualquier otro tipo). El significado de la obra sólo podrá ser determinado al final de la misma, cuando su incendiario contenido haya ardido en la retina de los espectadores. Es de esa lúcida dialéctica narrativa de donde la película extrae una abisal profundidad, como recoge su desolador final, que es de una belleza conmocionante: en esa última escena de la película, que corresponde a la primera del relato cronológicamente ordenado, vemos una auténtica representación del Paraíso en la tierra, la promesa de un bebé para una pareja feliz, antes de que todo sea arrasado hasta la raíz por una progresión imparable de venganzas, equívocos y mezquindades. Sólo podemos entender la magnitud de lo destruido en ese preciso instante final, terrorífico bajo la apariencia de lo idílico, al son del imperial segundo movimiento de la Séptima Sinfonía del ‘divino Ludwig Van’.
Como será muy probable que el lector no haya visto (o no haya soportado hasta el final) esta controvertida película, creo que se hace necesario un breve resumen para poder seguir las reflexiones de este artículo. Recordemos que el film narra la historia en sentido temporal inverso al habitual, contándonos primero el final, y avanzando poco a poco hasta el inicio. Se podría diferenciar esta particular estructura narrativa en 9 secuencias clave:
1. Un hombre llamado Pierre (Albert Dupontel) es arrestado por la policía en el Rectum, local sadomaso para homosexuales, mientras que otro hombre, Marcus (Vincent Cassel), es atendido y evacuado en ambulancia.
2. Marcus y Pierre buscan a un hombre conocido como ‘El Tenia’ en las entrañas del sórdido local. El enloquecido Marcus se enzarza en una pelea con uno de los clientes. Cuando va a ser sodomizado por éste, Pierre sale en su defensa matando al agresor: golpeándole repetidamente con un extintor en la cara le destroza el rostro, arrancándoselo por completo.
3. Una fulana travesti les da el nombre de la persona que buscan: ‘El Tenia’; y del local donde encontrarle: el Rectum.
4. Dos tipos siniestros los ponen en la pista del travesti. Quieren ayudarles a vengarse del culpable. Con sus palabras, refuerzan y dirigen la ira persecutoria de Marcus.
5. Pierre y Marcus salen de una fiesta y se topan con el cuerpo destrozado de la prometida del segundo y ex-novia del primero, Alex (Mónica Bellucci). Ha sido violada y está en coma.
6. Alex abandona la fiesta y entra en un paso subterráneo (un túnel de paredes rojas) para llegar al otro lado de la calle en busca de un taxi. En el túnel es violada salvajemente por un homosexual sadomasoquista, ‘El Tenia’, que es el chulo de la citada travesti.
7. Secuencia de la fiesta, donde coinciden los tres protagonistas. La bellísima Alex es el centro deseado de todas las miradas, mientras el formal Pierre y el gamberro Marcus se reprochan mutuamente su forma de comportarse. Alex y su novio Marcus riñen y ella decide irse por su cuenta antes de tiempo.
8. Diálogo entre los tres personajes en el metro, de camino a la fiesta. La iniciativa la lleva Pierre, cuya obsesión por el placer sexual de su ex-novia Alex es casi patológica. A Pierre le intriga el misterio de la seducción y quiere saber cómo Marcus la hace gozar sexualmente.
9. Marcus y Alex despiertan en la cama después de una siesta. Se preparan para la fiesta en un clima cariñoso y juguetón. Alex descubre con felicidad, en un momento de soledad, que está embarazada.
Frase final: “el tiempo lo destruye todo” (subtítulo de la película). Pantalla en negro y sonido del tic tac de un reloj.
En esta película, como ya sucedía en el Crash de David Cronenberg, sus personajes cometen acciones atroces, pero ellos también son normales y no seres patológicos. El desarrollo de la película así lo demuestra, al tiempo que los vemos desplegar una multiplicidad de roles psicológicos insólitos en una obra de ficción, uno de cuyos criterios no escritos consiste en definir psicológicamente a cada personaje de forma blindada y diferenciada. Pero en Irreversible esta superstición psicologista se viene abajo y todos los protagonistas cambian sus registros en varias ocasiones durante la película, escenificando así la ambivalencia esencial que caracteriza a la naturaleza humana. De esta manera podemos ver cómo el brutal y despiadado asesino del inicio resulta ser un pacífico y educado profesor de filosofía, Pierre (Albert Dupontel), dulce y responsable, pero que más adelante, en un momento anterior de la historia, durante el trayecto del metro, muestra una cara menos amable y más ofuscada. De la misma manera, son muy reveladores también los altibajos psicológicos y de conducta que se dan en Marcus (Vincent Cassel). La conclusión es que no pueden defenderse esencialismos en lo que al carácter de los individuos respecta, que nuestra naturaleza es radicalmente ambivalente y que toda identidad, individual y colectiva, es discontinua y quebradiza. Todo ser humano, sea de la constitución psicológica que sea, por muy fundamentada que sea su personalidad, puesto en una determinada sucesión de circunstancias es capaz de cualquier cosa. Las identidades individuales, entendidas de forma excluyente, se vienen abajo en este film, hundidas bajo el incontrolable peso de nuestra visceralidad más convulsa, de lo que nos hace esencialmente humanos al margen de nuestros rasgos más particulares. Y es que, siguiendo a Martin Heidegger, la profunda vastedad del Ser es irreductible al principio de identidad. Dos detalles más para saber lo que verdaderamente se juega en esta película los tenemos en sus dos acciones más agresivas: la violación cometida por ‘El Tenia’ (Jo Prestia) y el homicidio de Pierre con el extintor. En ambos casos el agresor destroza el rostro de la víctima, tal vez en un intento de borrar su identidad esencial para eludir el imperativo moral culpabilizador vinculado a cualquier crimen. Fijémonos en que la aniquilación del rostro de la víctima no se produce de forma inmediata, como parte de la primera embestida; el verdugo tiene que esperar hasta que su víctima ha sido ya reducida, no pudiendo presentar resistencia alguna. La victoria ya es segura, pero eso no basta. Como dice Emmanuel Levinas, el rostro, tanto en su sentido epidérmico como en el ontológico, se resiste radicalmente a la posesión, y esa negación de fondo ético estimula, como muestra Gaspar Noé, la agresión aniquiladora. La esencia que nos habita no se conforma con un dominio momentáneo o circunstancial; necesita llegar a la aniquilación del adversario para que la victoria alcance un nivel más perdurable. Es en este momento cuando la pulsión por la identidad se manifiesta: teniendo en cuenta que ésta se construye siempre a partir de mecanismos de oposición y de apropiación de la alteridad (René Girard, Cornelius Castoriadis), la destrucción del Otro se revela como el último paso del proceso. De esta manera, los dos asesinos de la película, con sus víctimas ya postradas y sometidas, sienten crecer en su interior esa necesidad tan humana de aplastarlas arrancándoles el rostro, borrando su ‘persona’ (palabra del latín que significa ‘máscara’). Llevan hasta el final el conflicto inherente entre todo verdugo y su adversario, que consiste en deshumanizar a la víctima para eludir la realidad ética de su homicidio.
Otra característica muy lograda de Irreversible es el retrato que se hace del fenómeno violento como algo ‘desplazado’. Es decir, de cómo una violencia que se alimenta de unas motivaciones concretas se acaba manifestando en una situación ajena a ellas por causas diferentes. Por ejemplo: la misma violación, que no es la estereotipada de un perturbado que persigue a una mujer determinada (y deseada) por la calle y acaba con ella. No, la violación a la que es sometida Alex la lleva a cabo un chulo de travestis y homosexual sadomasoquista que se cruza por casualidad con ella en un túnel rojo cuando él se pelea con una de sus travestis (es el mismo túnel que se le apareció a ella en sueños como la representación del Paraíso, es decir, como una premonición de su embarazo, pero que se revela al final como el mismo Infierno). Entonces su agresividad se desplaza de su conflicto con la fulana hacia la indefensa pero llamativa mujer que se cruza en su camino, y sobre ésta verterá toda su ira y frustración. Bellucci se convierte en el chivo expiatorio de una violencia en la que ella no tiene ninguna participación previa, aunque sea su descubierta belleza la que polarice la atención del agresor. Se rompe de esta manera la mítica especificidad del deseo, pues el violador es homosexual y no la penetra por deseo, sino dirigido por el desplazamiento de su caudal violento. Ni ‘El Tenia’ en esta escena, ni tampoco Pierre con su extintor, llevan a cabo una violencia planificada; simplemente actúan como agentes letales cuando una situación determinada despierta en ellos la tensión antagónica que los habita. Es cierto que el profesor de filosofía requiere de más estímulos que el chulo para dar salida a su agresividad, pero la pulsión sacrificial existe siempre de fondo en ambos (y en cualquiera de nosotros) y una vez ejercida la primera violencia ya no hay vuelta atrás. Pierre y ‘El Tenia’, aparentemente dos personajes radicalmente opuestos, ven cómo la fuerza del círculo de violencias recíprocas acaba fundiendo sus diferencias particulares (delatando así la naturaleza contingente de éstas) para desvelar una uniformidad de fondo. Y es que, como piensa René Girard, la espiral que forma la violencia recíproca revela una verdad fundamental en el hombre: la unidad esencial de todos nosotros, la uniformidad que late tras las superficiales diferencias, la plena indiferenciación.
La estructura temporal de Irreversible está también al servicio de una total desconstrucción de la venganza. Si de verdad, como le acusa una legión de críticos enfurecidos, Noé hubiera pretendido realizar una apología de la misma, la composición de la película no habría sido la que conocemos. Para ello hubiera sido mucho más efectiva la narración cinematográfica clásica, pues la representación causal de los hechos permitiría potenciar en el espectador una legitimación emocional de la venganza ciega que se lleva a cabo (“venganza de serie B” en palabras del lúcido Pierre). Pero la estructura de la película no lo permite. Por el contrario, muestra cómo una violencia que alcanza autonomía propia consigue arrastrar y cegar a todos los personajes en una espiral que absorbe y anula todo lo que encuentra a su paso. Lo único que dirige la historia es la misma violencia desatada, no la voluntad de ningún sujeto, ni siquiera la de los dos ‘Yagos’ shakespearianos (secuencia 4 de la sinopsis) que canalizan la persecución del culpable. Noé ni legitima ni critica la venganza, simplemente muestra la inmediatez de sus efectos cuando estos implican el mayor grado posible de destructividad, al margen de cualquier control individual. Expone, en definitiva, cómo las consecuencias de todo arrebato violento son siempre irreversibles y también que todo proyecto de felicidad humana está condenado a un naufragio inevitable. Como en los casos de Cronenberg, Von Trier o Atom Egoyan, el estilo cinematográfico de Gaspar Noé se caracteriza por filmar asfixiantes descensos a lo infernal, los cuales, paradójicamente, permiten alcanzar profundos destellos de lucidez, un aumento en el grado de inteligibilidad de lo real. El opuesto estricto del autocomplaciente y vacuo cine edificante.
El personaje de Pierre es el más interesante para descifrar lo que late en el interior de la película. Durante muchas secuencias juega a ser el tutor de sus dos compañeros: a Marcus lo reprende por comportarse como un “simio” y por desatender a su voluptuosa novia, mientras que a la misma Alex le recrimina su cambio de actitud tras la ruptura con él, tendente hacia una mayor banalización y al desarrollo del rol de provocadora femme fatale. Pierre, que afirma conocer bien la estupidez humana, los pone en guardia sobre las consecuencias de sus actos y, en su línea de persona responsable, se pasa media película detrás de Marcus tratando de evitar que la infinita cólera de éste le lleve a cometer una locura. Pero, como el resto de personajes, como cualquiera de nosotros, tampoco el personaje de Dupontel puede escapar a la exigencia destructora del polemos que nos habita, y es él, paradójicamente, el que acaba cometiendo aquello que tanto temía en su compañero. Aunque sea el más lúcido de todos y tenga la coartada de defender a un amigo que va a ser violado, el ensañamiento con el que destroza el cuerpo derrotado de su adversario indica que ya ha claudicado al empuje de la letalidad que también palpita en su interior. El rol paradójico que adopta este personaje nos permite entender, siguiendo de nuevo a René Girard, que cualquier postura que adoptemos respecto a la violencia es siempre ambivalente y relativa, pues lo violento nos constituye radicalmente y su soberanía está por encima de nuestra voluntad. Nietzsche lo explicó de forma muy plástica en Más allá del bien y del mal: “cuando miras largo tiempo a un abismo, éste acaba mirando dentro de ti”. Un ejemplo de cómo la perturbadora historia mostrada en Irreversible acaba sellada en un círculo de sangre lo podemos ver en las reacciones que ante el homicidio tiene el coro de sádicos del Rectum, los cuales, sorprendentemente, no defienden a su compañero mutilado, sino que, desde una extática pasividad, demuestran una evidente admiración por la ‘gesta’ de Pierre. Y en reveladora pirueta, el más fascinado con el crimen no es otro que el mismísimo Prestia, pero sólo sabremos que él es ‘El Tenia’, es decir, el objetivo de la vendetta de Marcus, varias secuencias más tarde. En ese inicio de la película, que es el final de la historia, entendemos que la venganza no ha sido un acto de justicia sino una prolongación de la inacabable espiral de la violencia cuyo centro, como en la esfera de Pascal, está en todas partes pero su circunferencia en ninguna.
(publicado en Kiliedro)
37 comentarios:
Excelente trabajo, amigo Horrach. Pude soportar con cierta alegría el visionado de la película. La disfruté, y la he recomendado por ahí. Cuando cuento un poco de qué va y lo que se pueden esperar, la gente me pone muecas de desagrado. Supongo que porque nadie quiere que le muestren lo que en realidad llevamos debajo de la piel. Y por no descubrirse gozando de momentos violentos (muy poca gente es capaz de reconocer un cierto placer en hacer daño a los demás, placer que a poco que bajes las barreras, surge inexorablemente).
En otro orden de cosas, la película ha generado en mi muchas reflexiones. La más perturbadora es la idea de que cualquiera de nosotros, por muy buenos y angelicales que nos creamos seríamos capaces de caer en esa espiral de violencia brutal y desenfrenada que nos muestra el film. Cuando se ha aceptado esto, se ve a la gente muy de otro modo.
A parte de la Bellucci, impresionante en todos los sentidos (el haber sido capaz de protagonizar la escena de la violación dice mucho de ella como actriz), me interesa mucho Pierre, que hace de conciencia de Marcus, pero que, como casi siempre hacen lñas conciencias, llegado el momento se va de vacaciones y sucumbe al impulso destructor.
Bueno, no puedo estar más de acuerdo con ambos, Horrach y Pez Martillo. Dado que en conversaciones privadas con el amigo Horrach hemos machacado bastante el tema Irreversible y todo lo que éste nos trae al corazón y la mente, no voy a reiterar lo que tan brillantemente está expuesto en el artículo. Tan sólo me queda felicitar por enésima vez a su autor por la serie completa de La mirada infernal, sin duda uno de los mejores artículos que he leído en mi vida.
Hola Pez Martillo, y gracias por sus palabras.
Lo que sucede a la gente es muy curioso. No quiere enfrentarse, como usted dice, a la realidad del placer que experimentamos con el dominio del prójimo, pero les mola la peña como el doctor House, que se dedica precisamente a eso, sólo que el retrato de sus ataques es más amable que el que lleva a cabo Gaspar Noé en su película. En 'Irreversible' no hay coartadas, cosa que sí existe en la serie sobre House, de ahí que ésta satisfaga dos pulsiones en lugar de una: dominar al otro y no sentir remordimientos por ello.
Sobre que somos capaces de cualquier cosa, ya he dicho en el blog de Dianoia que yo me identifico cada vez más con el Pierre interpretado por Albert Dupontel, lo que no me hace ningún favor. Pero si lo hago es porque también me siento a veces asaltado por impulsos que, razonados en frío, detesto profundamente. Pero siguen ahí, esperando su momento para emerger. Como sabían Kafka o Calderón de la Barca, el verdadero enemigo, aquel que posee mayor capacidad para extraviarnos, es el interior.
Saludos.
¡Bueno, bueno!, Dianoia, me abruma usted, con sus dulces palabras. En cualquier caso, el mérito es suyo por desubrirme la película y algunas de sus reveladoras claves. Si a alguien tengo que dedicar esta serie 'infernal', además de a Cronenberg, Noé y Trier, es a usted. No olvido que es el nº 1 de la promoción de los Vermal Boys, que el mes de marzo vuelven a los terrenos de juego.
Shalom!
Leido tod y discrepo en mucho, pero ¿que importa?
Trier tiene mucho talento. Trier es un gran hijo de puta que se vuelve mas con todo el talento que tiene.
Noe... bueh, uds ya saben, no me gusta el papel de aguafiestas. No quiero hacer en vtro blog lo que Noe hace en el cine.
Saludos.
La exhibición de atrocidades (Ballard dixit) no puede entrar en el mercado si no va acompañada de una coartada que cubra las apariencias. Que la justificación se presente en forma 'moral', anticuada, o con los fastos posmodernos del descenso al abismo como experiencia pedagógica que invita a la reflexión, etc., no debería despistarnos demasiado.
Tendre que leer a Ballard. Yo personalmente es del tipo de cosas (me refiero a la literatura) que prefiero que me la cuenten, que me la expliquen, antes que leer directamente. Mi prejuicio me lleva a que prefiera a la gente que ha leido literatura que a la literatura misma. Le desconfio mucho a esa forma de ficcion.
Volviendo a Noe, segun Ballard, segun al59.
Si yo quiero cruda "realidad" (¿o a que le llama exhibicion de atrocidades Ballard?), ¿para que buscarla en el arte?. ¿Para que intermediar? La tengo a diario. De hecho, por eso no leo literatura!
;)
Por otro lado, gran tema ese de Joy Division. Uno de mis favoritos. Pero no me alcanza para leer una novela. mi desconfianza me pide garantias.
Yi, el 'Crash' de JG ballard es impresionante, pero es tan duro como la película de Cronenberg.
Sobre Joy Division, el título de su canción, 'Atrocity exhibition' es un homenaje al libro de Ballard del mismo título. A Ian Curtios le gustaban este tipo de escritores, como Burroughs.
Discrepo sobre lo de la 'realidad cruda': Noé no se limita a reflejar la crudeza del mundo, la cuestión no es tan simple. Saludos.
Al59,
muchas gracias por su apunte, pero creo que se confunde, yo no veo que Noé haga apología de nada, ni hay un opunto de vista ideológico en sus películas (otra cosa muy diferente es que la forma en que se vendió al público la película abusara de connotaciones ‘malditistas’ o ‘transgresoras’). Precisamente Noé no tiene necesidad de coartadas ni de cubrir apariencias. Tampoco hay pedagogía, pues no se muestra cuál es el camino a seguir; no se articula un ‘sentido’ discursivo, no hay un punto de vista absoluto sobre la historia. Noé simplemente profundiza sobre un aspecto de la naturaleza humana que siempre se deja de lado (en favor de lo 'edificante'), y cuando se trata, es a la manera de Calixto Bieito, es decir, con maneras publicitarias y apologéticas. A Noé, a diferencia de gente como Bieito, le mueve más la inteligencia que el burdo ánimo de transgresión.
Saludos.
De acuerdo -y cómo no estarlo- con tu último apunte, Horrach. Añadiría un nuevo elemento para apuntalar lo que dices: el rigor formal y la dificultad técnica con la que se filmaron las diferentes secuencias de la película. Un trabajo tan preciosista, tan bien planificado y ejecutado debe distar mucho de ser una mera astracanada epatante, un mero ejercicio escatológico que buscase notoriedad por la vía de la polémica. Lo que ocurre, tal vez, es que, de tan brillantemente ejecutada como está la película -donde hasta una actriz "florero" como la Bellucci brilla con luz propia- sus recursos permanecen invisibles al espectador medio (la invisibilidad del recurso y la presencia del efecto suele ser garantía de buen uso).
Mantengo mi escepticismo sobre la ausencia de un discurso, de una pedagogía que pretende demostrar y concluir. Escepticismo razonado. Algunas briznas de su entrada: el desarrollo de la película demuestra que personajes normales (¿qué es eso? ¿Alguien a quien conocemos poco?) pueden cometer acciones atroces (¿podría Pierre cometer una violación como la que sufre su ex-novia?). De ella se extrae en conclusión (suponemos que no arbitraria, sino buscada, prevista) que no pueden defenderse esencialismos en lo que al carácter de los individuos respecta, que nuestra naturaleza es radicalmente ambivalente y que toda identidad, individual y colectiva, es discontinua y quebradiza. Todo ser humano, sea de la constitución psicológica que sea, por muy fundamentada que sea su personalidad, puesto en una determinada sucesión de circunstancias es capaz de cualquier cosa. Esta última frase vale el precio de admisión. ¿De veras? ¿Somos todos terroristas suicidas, un suponer, en potencia? ¿Purita Nurture, circunstancia (sin pompa)? Mucha fe me parece a mí eso.
Habitualmente tenemos nuestros impulsos asesinos a buen recaudo por toda una serie de transversalidades muy complejas, de modo que el asunto queda muy disperso y en cantidades tolerables para el mantenimiento de una sociedad. Creo que de esto Horrach sabe mucho más que yo (la cosa de los sacrificios, Girard y todo eso).
Al59, mi interpretación no va en la dirección de la nurture, sino más bien al contrario. Es la circunstancia la que nos impide explotar toda la violencia que llevamos dentro (al menos del modo auto y multidestructivo que se muestra en la película). La naturaleza nos impele a ello, y la cultura, el ambiente, lo contrarresta. Sólo cuando la circunstancia falla es cuando se popnen en marcha los mecanismos "asesinos".
No sé si Pierre podría cometer una violación así, pero yo sí, sin dudarlo un instante. Es más, sentí un cierto placer al ver la escena (lo que no tengo claro es si el placer provenía de la atracción o la repulsión por lo que estaba viendo, en cualquier caso no me desagradó). También podría inmolarme (¿se han atrevido ustedes a intentar ponerse en la mente y el corazón del tipo que está a punto de apretar el botón frente a un puesto de vigilancia israelí?). Lo que ocurre es que, como decía, hay toda una serie de diques culturales convenientemente colocados para evitarlo (la legalidad, con sus castigos, es uno de esos diques, pero además está la moralidad y muchos otros). Además, en mi puesto de trabajo puedo permitirme el lujo de dar rienda suelta a ciertos impulsos "sádicos" de forma legal, disfruto con ello y encima me pagan. ¿Se puede pedir algo más?
Ni punto de comparación entre la realidad y todo lo demás (en detrimento, por supuesto, de la realidad, que es más pobre, plana y monócroma)
Nah, no trago esa idea de que somos alimañas en busca de excusa para saltar al cuello del otro, como tampoco la de que sólo la represión nos impide liarnos a besos con el primero que pase. Por lo demás, si la natura es la misma, las circunstancias mandan y diferencian (triunfo de éstas): sigue siendo así aunque lo formulemos como que la natura se impone en determinadas circunstancias (y no otras). Por supuesto que esa simplificación tampoco es de recibo: en las mismas circunstancias, uno pulsa el botón de la bomba y se autoinmola, otro comprende de repente que no va a ser capaz, otro más se queda dudando hasta que lo detienen o, viéndose rodeado, aprieta por fin el game over. Las ideologías chocan con la maraña de posibilidades. Mostrar los efectos antes que las causas es ingenioso, pero no elimina la fe en que pasó lo que tenía que pasar. Sin embargo, para que todo hubiera sido distinto bastaría cambiar cualquier parámetro (que nadie pudiera dar pista del asesino, que éste fuera armado y descerrajara un tiro a Pierre, que Pierre descubriera que el asesino era en realidad un antiguo amante suyo o su hermano gemelo dado por muerto, y así hasta el infinito). No pasa lo que tiene que pasar. A lo sumo, pasa, luego podía pasar, como pudieron pasar otras muchas cosas, y eso es todo: prácticamente nada.
Yo tampoco trago con eso de que seamos alimañas. Ni tampoco ángeles. Al hablar de transversalidades y de complejidad debí precisar que también se deben aplicar a eso que llamamos naturaleza (muchas veces apelamos a la naturaleza como algo dado e indiscutible, como un modo de zanjar la cuestión), y que no siempre se paga con violencia. Y todo eso de la cultura y demás como medio de apaciguamiento, en parte sí y en parte no, puesto que el ser culturales forma parte de esa naturaleza nuestra.
Desgraciadamente, no creo mucho en la libertad (sí en la práctica infinitud de posibilidades), por lo que tengo dudas en torno a eso que dice de que en las mismas circunstancias uno pulsaría el botón y otro no (el hecho de ser dos distintos ya implicaría cisrcunstancias distintas). Apelo de nuevo a mi labor profesional: es increíble cómo determinadas lesiones y sustancias nos hacen comportar de un modo u otro en todos los casos, independientemente de nuestra educación, edad, o extracción social. El mito de la libertad se me cayó de entre las manos cuando me vi cara a cara con la enfermedad.
Por otro lado, tampoco soy muy dado a eso del tenía que pasar. Tampoco creo en el destino. La película nos muestra algo que pasó, sin más. Ya sabemos que podría haberr pasado de otra manera, y que en realidad no nos muestra casi nada. Pero es que la vida es eso, casi nada.
Al59, vamos por partes:
- cuando hablo de 'normalidad' en los personajes o en los espectadores, el marco que establezco es amplio. Para mí es 'normal' cualquier persona que no sea una enferma, que no sea un psicópata. El resto, normales.
- yo no defiendo que seamos alimañas. Si acaso, y siguiendo esta retórica, podemos ser tanto 'alimañanas' como 'ángeles', pero no podemos habitar sólo en uno de estos extremos, pues (y ésta es la clave del tema) la naturaleza humana es radicalmente ambivalente, el potendial que tenemos está escindido en múltiples direcciones. Eso sí, que éstas se desarrollen o no sí tiene que ver con las circunstancias externas. Por tanto, esta forma de ver las cosas no es partidista, no pretende decantarse sólo por uno de los extremos, sino que los valora todos: importa tanto la naturaleza como la cultura, la genética y el condicionamiento social, el libre albedrío y el determinismo. Por esos no todos somos terroristas ni torturadores, pero sí que tenemos el potencial de serlo, pues la parte más letal de nuestra naturaleza nunca puede ser erradicada del todo (eso sólo sucede, de forma falsa, en los discursos 'edificantes').
- para aclarar: ni defiendo en exclusiva lo 'rousseauniano' ni tampoco lo 'sadiano'.
- que en 'Irreversible' acabe sucediendo lo que sucede no veo que se plantee de forma única y absoluta. Piense en el cúmulo de casualidades que coinciden para que suceda lo que sucede, y esos azares son subrayados por la óptica del director (si pretendiera dar una connotación de inevitabilidad al relato creo que no lo haría).
Gracias por participar en el debate, Alejandro, un placer tenerle aquí en el subsuelo. Saludos.
Dianoia, de nuevo le doy las gracias por descubrirme esta magistral y difícilmente soportable película (yo tampoco la he visto entera más que un par de veces).
Sobre la capacidad técnica del director, creo que es algo claro si se fija uno con detenimiento. Yo, que soy un defensor acérrimo del montaje (línea bressoniana), aprecio las posibilidades que Noé extrae de las largas secuencias sin montaje externo. Sinceramente, creo que con Noé en cine sucede un poco lo mismo que con gigantes del pensamiento como Hegel, Heidegger o Kant, cuya complejidad interna está tan trabajada que cuesta mucho penetrar en la misma y muy poco, por contra, reducir su profundidad a simplificaciones discutibles y apresuradas.
Shalom!
Pez Martillo,
coincido con usted en que la naturaleza del hombre lleva implicada inherentemente su dimensión cultural. En ningún otro animal lo uno y lo otro están tan directamente relacionados, de manera que la violencia humana tiene un componente cultural muy acusado, existiendo siempre detrás de cualquier crimen masivo una ideología justificatoria. El hombre sólo puede matar en masa si su sistema cultural se lo justifica convenientemente.
Sobre las ´diferencias individuales´, decir que evidentemente existen, está claro que unas personas reaccionan de una manera ante determinados estímulos mientras que otros lo hacen de forma diferente. Esas diferencias existen, pero su naturaleza es contingente, es decir, que para llegar a tener delante esa opción uno ya viene lastrado por lo que ha sucedido ´antes´ (tanto en sentido histórico como ontológico).
Pez, tampoco exageremos: la libertad existe, lo que no existe es la Libertad.
Saludos y muchas gracias a todos por participar.
La "realidad", es decir, ese cut/paste que hacemos, muestra tanto que existe un Ingeniero Santos
http://www.clarin.com/diario/2000/06/16/s-05601.htm
Como los padres de Republica Cromañon, acudiendo a la justicia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_Cromagnon
Horrach, esa naturaleza moldeable que vos describis esta mejor presentada en el sentido estetico, compositivo, y peor en el "moral", en La Naranja Mecanica.
Aca solo veo frases banales y efectismo.Puerilidades semejante a la frase final de Metropolis de Lang.
El montaje, el clima, la manera de presentar la situacion, a mi modo de ver, lo unico que hace es mostrar la intencion del director en buscar efecto. En vender morbo.
"La película nos muestra algo que pasó, sin más. Ya sabemos que podría haberr pasado de otra manera, y que en realidad no nos muestra casi nada. Pero es que la vida es eso, casi nada."
Discrepo. La vida es muchas cosas, y la pelicula lo muestra, de hecho. La vida es varias cosas, y estaria bueno recorrer la filmografia de Kubrick por ejemplo, lo que me parece casi nada es Gaspar Noe(s). Por supuesto que respeto vuestro gusto, me llama la atencion todas las reflexiones que derivan de semejante pelicula.Me recuerda a "Desde el jardin"
Horrach, ya sé que es un poco exagerado lo de la libertad, uno a veces es un poco maximalista, y me gusta decir cosas más o menos impactantes. Pero lo cierto es que de cada vez tengo más dudas sobre el asunto. Cuando ves tres casos que por una lesión en la misma región cerebral se comportan igual (con algunas variaciones, las lesiones no eran exactamente iguales), o que al darles tal o cual medicación también siguen un mismo proceso, te planteas muchas cosas.
Pez martillo: un sedante nos seda a todos, sin duda, pero pruebe a administrarles LSD, un suponer, y ya verá qué reacciones tan varias.
Dianoia se refería hoy a las virtudes técnicas de la filmación de 'Irreversible'. Buscando cosas sobre Noé en el You Tube me he topado con este maravilla: los trucos que Noé y su técnico en efectos especiales llevaron a cabo para las escenas más difíciles.
http://www.youtube.com/watch?v=ptVxlDna80I
También hay otros videos muy interesantes de Noé, como un video que ha realizado (2005) con la Herzigova y una larga entrevista al director franco-argentino sobre sus pasiones fílmicas, entre ellas la brutal 'Deliverance'.
Por cierto, Dianoia: resulta que Noé es íntimo amigo de Asia Argento. Todo conecta, ¿no cree?
Shalom!
Olvidaba una cosa: para poder ver este video hay que tener cuenta en You Tube. Pero si será fácil que hasta yo he sido capaz de hacerme una ahora mismo.
No hay ninguna entrevista en la que Noé hable su materno español. Lo recuerdo en esta lengua en la visita que hizo hace años al festival de Sitges, cuando hablaba de lo fascinado que le dejó 'Perros de paja' de Sam Peckinpah, gran película que me recuerda mucho a 'Irreversible'.
Ja ja, pues sí. ¿El papá de Asia no estará por un casual entre las influencias cinematográficas de Noé, verdad?
Descubrí el video de efectos especiales cuando colgué el trailer de la película y el video clip de Daho, pero olvidé que se me olvidó. Gracias por el enlace.
Vaya, se ha intercalado un comentario entre el que yo contestaba y el mío. Así que tengan la bondad de situar mi risa tonta en el lugar que corresponde, un comentario más arriba de donde ha aparecido finalmente.
Lo de la cuenta en You Tube... el trailer de Irreversible lo encontré en dos versiones, donde lo único que cambiaba era la música de fondo. Pues bien, una de ellas era de acceso libre, la otra, en cambio, era para "mayores de edad" y requería el dichoso registro.
Como sugerencia, y ya que lo dejas caer de nuevo, no estaría de más que nos escribieras algo sobre Perros de paja. Y/o sobre La naranja mecánica. A ver si poco a poco nos vamos haciendo con una buena filmografía subsuelítica. Por mi parte, estoy pensando en cosas que decir sobre Las vírgenes suicidas. Ya veremos.
Un ciclo sobre cine del subsuelo no estaría nada mal. Podría incluir la citadas 'Perros de paja' y 'La naranja mecánica', la misma 'Taxi driver', 'The beliver' (H Bean), 'Fever' (Alex Winter), 'Stroszek' de Herzog, el 'Solo contra todos' de Noé, 'El silencio de un hombre' de JP Melville, 'El coleccionista' de Wyler, 'Posibilidad de escape' de Schrader, la uruguaya 'Whisky' (depresiva como pocas), 'Olvídate de mí', 'Teniente corrupto', ...
Habrá que pensarlo.
Por cierto, creo que sí es Ario Argento una influencia para Noé.
Shalom!
...Y Saló, imagino. Hablando de otro aspecto de la cosa: cuando daba clase en Montijo, cerca de Badajoz, me contaron que un profesor de Historia de la zona era famoso por impartir el temario en orden inverso (como el montaje de Irreversible). Comenzaba con las noticias de actualidad e iba remontándose hasta el Paleolítico.
No, 'Saló' no tendría espacio en este ciclo. Precisamente le veo a la película de Pasolini lo que no detecto en la de Noé: intenciones apologéticas y regodeo nihilista (en sentido 'impropio'). Eso sin contar que en el apartado técnico no hay color entre uno y otro (Pasolini debe ser uno de los directores 'serios' más chapuceros y cutres que han existido).
Muy curiosa la historia que cuenta, Alejandro, sobre ese profesor. Intuyo que debía ser algo foucaultiano el tipo. Pero bueno, no me parece que lo que vale para una película (para dos si incluimos 'Memento') tenga la misma utilidad en una labor tan diferente como es la docente. Pero gracias por la curiosa anécdota. Saludos.
(otra peli para el ciclo: 'De la vida de las marionetas' del tío Bergman)
Usted hace la antología. En todo caso, si Saló es apologética, está por ver de qué. Respecto a la utilidad del procedimiento, habría que verlo en acto. Parece que al ocurrente le funcionaba.
A mi tampoco me parece que Saló sea un título a tener en cuenta en esa lista subsuelítica. Me pasó con ella lo que algunos han comentado de Irreversible, que no me dijo nada, que me pareció vacía (vamos, que sólo encontré en ella la repugnancia de algunas escenas). Esa sí que se me quedó en la mera provocación sin trasfondo.
Sobre el asunto de la libertad, y al que me respondió al59, hoy mismo ha salido un artículo en Diario de Mallorca de José Carlos Llop que apunta en la misma dirección que yo. Lo encontrarán en:
http://www.diariodemallorca.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1425&pIdSeccion=5&pIdNoticia=238891&rand=1169964703005
Es cierto que el LSD puede provocar distintas reacciones, pero yo eso no lo achacaría a la libertad, sino a un cúmulo de variables tales como el peso, la masa muscular o grasa, el uso previo de la sustancia, el grado de pureza, la dosis, las experiencias de la persona, y muchas y muchas más. Sucede así con casi todo. La cuestión está en que siempre hay alguna variable que se nos escapa, dando lugar a la posible interpretación de una supuesta voluntad libre. Las causas (¿hasta qué punto se puede hablar de causas cuando éstas son innumerables, difíciles de valorar e incluso desconocidas, y además se potencian entre ellas?). Al hilo de esto, diría que la libertad es una medida de ignorancia más que otra cosa (dicho en sencillo, que nos creemos libres porque desconocemos muchas cosas, y no creo que sea posible llegar a conocerlas). Seguiría mucho tiempo con esto, pero creo que no tiene mucho que ver con el tema central.
El profesor ese, más que foucaltiano yo diría que es un poco benjaminiano.
Mi profesor de historia de 1º de BUP nos daba la historia salteada. Ahora la antigüedad, luego la revolución francesa, luego el gótico... Incluso nos preguntaba qué tema era el próximo que queríamos que nos explicara.
'Saló' la vi hace 5 o 6 años, y la impresión que saqué de ella es la citada. Tal vez ahora me parecería otra cosa, ya veremos si me decido a verla de nuevo.
Sobre los profes de Badajoz y del Pez: sí que sería interesante ver cómo manejan su insólito criterio.
He leído el artículo de Llop: su relación con el tabaco es muy entretenida. Quien haya leído sus diarios sabrá del vínculo agónico y ambivalente que tiene Llop con este tema.
Saludos.
Creo que pensamos la libertad desde ángulos muy distintos. Yo no le veo otro sentido que el de posibilidades que escapan al control. En la práctica, eso supone que no siempre puedes prever lo que alguien va a hacer (ni actuar en consecuencia). Algo, que no es el individuo ni su voluntad, queda libre de actuar: la celda tiene fisuras.
Que no quede la cosa como que abogo por Saló, película simplemente curiosa que no tengo intención de volver a ver en mucho tiempo. A mi juicio (ya sé que no lo compartirán) la hermana con las otras la exhibición de atrocidades con una coartada estética-filosófica: un 'esto también hay que verlo, quieras o no', explora el sótano si te atreves, sapere aude.
Me parece, al59, que en lo de la libertad el fondo estamos usted y yo hablando de lo mismo.
Alejandro, descuide, que no le endoso el rol de fan de Saló, pero sigo discrepando. Precisamente no veo que Saló aporte nada al conocimiento de lo humano; es un simple muestrario de brutalidades, realizado de forma opaca al conocimiento. En Noé sí hay eso que le falta a Pasolini; llámelo 'excusa' u otra cosa, pero para tocar algunos temas es inevitable salpicar algo al espectador. Distinto es que ese salpicar se convierta en la finalidad exclusiva (eso, como dije el otro día, es lo que le sucede a un patán como Calixto Bieito).
Saludos.
"la libertad es una medida de ignorancia más que otra cosa."
:):):)
Gran frase!!! Explica tantas cosas
Pez martillo, me la apropio, muchas gracias.
Salo me parecio menos incomoda, menos innecesaria pero ende finitiva igual de mala. Aunque en realidad mas honesta, mas pretensiosa.
Es del tipo de peliculas que cuando las veo me pregunto: ¿para que quiero ver esto?
Eso para mi no es el arte. A mi me gusta el olvido de mi, disolver mi conciencia en una historia. En cuanto se empiezan a ver los hilos de las marionetas, mi alma sigue en sus cosas, no en las del artista.
Pregunto a los subsueliticos: Cioran es considerado tal? (pregunat de un outsider de los outsiders, I know.)
Cioran me interesaba más hace años que ahora. No me desgrada leerlo, pero creo que está sobrevalorado entre los de mi especie subsuelítica. En dimensiones parecidas prefiero al gran Pascal.
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