lunes, 24 de noviembre de 2014

RETORNO AL PASADO


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

       No era precisamente un secreto, pero ha sido curioso que los medios de comunicación que llevan todo un año cortejando a Pablo Iglesias tardaran tanto en recordarle sus altisonantes declaraciones en favor del chavismo. Hemos tenido que esperar a que los dirigentes de Podemos decidan arrinconar su ideología primigenia, con el fin de alcanzar la centralidad ideológica necesaria para ganar unas elecciones, para que La Sexta les recuerde de dónde vienen y a qué responden. La tarea arqueológica es muy asequible, pues las evidencias son numerosas en internet, especialmente en Youtube. Hasta que intuyó la posibilidad de convertirse en un prócer de masas, Iglesias no tuvo en cuenta que determinadas apuestas no eran las más adecuadas para captar la confianza de la mayoría.
Este retorno al pasado me interesa, más que nada por lo que ha costado trazarlo en los medios de masas. Pero la verdad es que también tiene un punto perturbador, en la medida en que me afecta personalmente. Quiero decir que el hecho de ser el candidato de UPyD al Parlament de las Baleares me ha hecho preocuparme por mi pasado. Hay gente, como Aznar, Zapatero o el pequeño Nicolás, que nacieron con el deseo del poder entre ceja y ceja, pero a mí nunca se me pasó por la cabeza aspirar, más humildemente, a ser diputado en la sala donde nuestros parlamentarios, parafraseando a Lubitsch, hacen con la política más o menos lo mismo que perpetraba Hitler con Polonia. A mí no me sucede lo mismo que a Iglesias, pues no tengo ninguna ideología inconveniente que ocultar. Tampoco delitos o multas de tráfico sin pagar. Pero, claro, cuando alguien pasa a representar a otras personas, numerosas y diferentes entre sí, ya no puede ser él mismo. O no del todo. No se trata de mentir, obviamente, pero sí de reconfigurarse en un perfil medio que no personalice demasiado y sea mínimamente representativo. Y eso entendido en varios sentidos, como sería la forma de vestir, cómo se habla, las aficiones que se exhiben o no, etc. Ese es el patrón, la tendencia marcada que progresa hacia la robotización del homo politicus. Luego se puede seguir o no. Creo que yo no lo voy a hacer.

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