lunes, 5 de mayo de 2014

HONESTIDAD INTELECTUAL

 

  (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Tengo escrito en este periódico (15-8-2013) que un método de coherencia podría verificarse mediante 'contrafácticos simétricos': cuando nos servimos de un criterio para enjuiciar un caso, no podemos cambiarlo al toparnos con otro tema de idéntica naturaleza, con la única diferencia de que varíen sus actores protagonistas. Es decir, no es lícito cambiar de criterio según convenga. Mi colega columnista Ramón Aguiló Jr señaló el pasado viernes, al final de su artículo Implicaciones lingüísticas, que aquellos que defienden un estándar balear para IB3 podrían estar incurriendo en alguna deshonestidad intelectual. Como defensor de este cambio de modelo, me tomo la licencia de responderle.
Aguiló se refiere a la necesidad de extender al castellano la defensa de la pluralidad lingüística que se intenta promover con el catalán. Estamos hablando de radiotelevisiones autonómicas, y no parece que en Canal Sur usen el mismo castellano que en Telemadrid. Tampoco es muy diferente, en el sentido de que unos y otros entienden básicamente las emisiones ajenas. Pero no es el mismo castellano, por evidentes diferencias fonéticas, léxicas y sintácticas. Por tanto, un defensor de la inclusión de las modalidades insulares del catalán en IB3 también puede apoyar tranquilamente lo que ya sucede: que los medios de cada región se sirvan de las peculiaridades de su castellano. No podemos hablar aquí de centralismo alguno.
Como tampoco puede hacerse en la segunda parte de mi contestación: al margen de lo que pasa con los medios de cada región, hay un castellano estándar en España. Sí. Como sucede con cualquier Estado del mundo, no se trata de una peculiaridad española (tenemos muchas, pero no ésta). Algunos parecen haber olvidado en este debate que un estándar lingüístico funciona en ámbitos de unidad política, básicamente un Estado. Lo hace por diversos motivos, y el administrativo tal vez sea el más acuciante. Por eso mismo, en España hay un estándar del castellano, pero éste no se impone a Argentina, por ejemplo, pues allí tienen su estándar específico. Y no pasa absolutamente nada: desde Madrid nadie les impone un modelo de lengua, ni en Buenos Aires admiten que ellos hablen mal. Ni oímos gritos histéricos de “¡secesionismo!”. Asimismo, en Inglaterra hay un estándar del inglés que, sin embargo, es distinto del estándar de EEUU o Australia. Aquí nos encontramos con que Baleares se encuentra al mismo nivel legal-administrativo que Cataluña; no forman parte ambos de un Estat Català, caso en el que comprendería que un estándar unificara la pluralidad lingüística. Pero sin Estado, ¿qué necesidad hay de imponer en Baleares (más aún, en sus medios públicos de comunicación, pagados por la ciudadanía balear) un estándar basado en el dialecto barcelonés?

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