(publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Tras unos días en Brighton y Londres, mis intuiciones
de que en Inglaterra se aplican unos códigos más evolucionados que
aquí se han confirmado. En todos lados hay salvajes, pero la
proporción allí la veo inferior. Punta Ballena no es la norma. Son
tan formales y civilizados que hasta los autobuses te piden perdón
(“Sorry, but I'm not in service”) por estar fuera de circulación.
Esa labor alcanza la majestuosidad cuando asisto al Sussex-Durham de
la liga inglesa de cricket. La austera liturgia de respeto, civilidad
y parsimonia es tan depurada que se alcanza una especie de beatitud.
Nadie grita, ni protesta o gesticula. Todo es maravillosamente
tranquilo, envuelto en pulcro bienestar y gozo refinado. Ahora que
estamos en campaña electoral, se me ocurre que si algún partido
político se decidiera a introducir en sus estatutos o programas las
normas y el espíritu del cricket, los conflictos y los abusos se
reducirían sin duda al mínimo.
Luego, al regresar a España, te encuentras con el
eterno pelotón de fusilamiento, esta vez en Twitter y Facebook,
bramando en defensa del asesinato de políticos, cuando ni siquiera
votarán en las Elecciones Europeas con más oferta de la historia. A
propósito de estos comicios, no sorprende, ni que tengamos en cuenta
en qué país sobrevivimos, que la mayoría de la población
desconozca que se van a celebrar este domingo 25. Ni que los
partidos, a excepción de UPyD, las afronten en reduccionista y
egocéntrica clave interna. Llevamos la no resolución de nuestras
lacras a exhibición adolescente, y hemos pasado de votar
mayoritariamente cuando Europa nos suministraba dinero a rechazarla
ahora como responsable de nuestros males.
A propósito de Brighton, no pude contestar al penúltimo
artículo (9 mayo) de Ramón Aguiló Jr. Dejando de lado una extraña
agresividad en su tono (cada vez más habitual en la familia Aguiló),
paso a contestar una cuestión que planteaba. Reafirmo que en Canal
Sur el castellano habitual es la modalidad andaluza, porque referirse
a su Libro de Estilo no implica, como presume Aguiló, muy ufano, “ir
a las fuentes”, porque si el texto dice una cosa pero luego se hace
otra, como sucede, entonces es pura filfa, papel mojado, un brindis
al sol. Es como si para valorar al comunismo, por ejemplo, dejáramos
de lado la realidad siniestra de (todos) sus regímenes para exaltar
los valores e ideales de Karl Marx. El estilo de Canal Sur se aprecia
viendo sus emisiones, como se puede comprobar que en la televisión y
el cine argentino no se usa un castellano español, diga lo que diga
el lema de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
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