La palabra griega 'kolossos' (Emile Benveniste, Vocabulario de las Instituciones Indoeuropeas) se refería en sus orígenes a una piedra, monolito o estela de significado ritual que era erigida sobre el suelo y cuyo significado consistía en ser aquel doble que permitía poner en relación nuestro mundo de los vivos con el de los muertos. Este doble encarna, dobla y representa, aunque no se trataría de un retrato exacto (la mímesis no es siempre una copia exacta del modelo escogido). J.P. Vernant (Mito y pensamiento en la Grecia antigua) señala que no es una imagen autónoma, sino un doble del muerto ("Un doble es algo completamente distinto a una imagen"), es decir, un fantasma, y para que esa función pueda realizarse debe llevarse a cabo un ritual que le confiera la condición de doble. Una mímesis ritual que se desarrolle como la preparación de una catarsis final. Como señala Valeriano Bozal (Mímesis: Las imágenes y las cosas), "la conmemoración del Kolossós es una sustitución".
Vernant, de nuevo: "El doble es una realidad exterior al sujeto, pero que, en su misma apariencia, se opone por su carácter insólito a los objetos familiares, al decorado ordinario de la vida (...). En el momento en que se hace presente se descubre como no siendo de aquí, como perteneciendo a otro lugar inaccesible".
La mímesis que caracteriza al kolossós no relaciona lo similar, es decir, no realiza y alinea lo que tienen en común dos elementos mensurables, sino que vincula dos cosas opuestas manteniendo la separación previa. Se trata en este sentido de un 'entre' carente de fondo significativo propio, siendo el punto que permite desde la diferencia no asimilable poner en contacto dos dimensiones opuestas, acercando hacia nuestra esfera empírica el mundo de lo inaccesible (aunque éste no pueda darse como presente, dado que en ese caso perdería por el camino su condición de inaccesibilidad). De esta manera, en el ritual mimético que tiene que ver con el kolossós, lo cercano no se transforma en lo inaccesible, ni adquiere de él un contenido particular, sino que ve cómo sus leyes internas (las normas de la cotidianidad) son puestas en cuestión. La seguridad de lo cotidiano se derrumba por un instante ante la manifestación de la otredad absoluta, quebrándose las seguridades que le confieren espacio y sentido. El abismo se abre a nuestros pies sin que acabe de engullirnos del todo, ofreciéndonos una estampa fugaz de la única verdad posible, aquella que siempre escapa a nuestra mirada. Tras el pánico que amaga con la aniquilación total, vuelve la unidad y el consiguiente olvido de lo verdadero.
(texto publicado en el NICKJOURNAL)
2 comentarios:
Pero porqué el kolosso de "Perdidos" tenía un pie con cuatro dedos eh? ;-)
Pues no sabría decirle, Sonja, dado que no he visto ni un solo capítulo de 'Lost'. saludos
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