lunes, 5 de julio de 2010

MÚSICA DEL SUBSUELO (32): EL LEGADO DEL POST PUNK



Podría tratar de justificarlo con un mínimo de racionalidad objetiva, pero el calor veraniego aprieta hasta el punto de tener que conformarme ahora mismo con la más absoluta subjetividad para decir alto y claro que poco (o nada) del rock de los últimos 30 años puede igualar el legado que representa el post punk, aquellos grupos británicos (Joy Division, The Cure, Siouxsie and the Banshees, The Birthday Party, Psychedelic Furs) que prolongaron con más sutileza y estilo el camino abierto violentamente en canal por The Clash y Sex Pistols en 1977. Dejo dos ejemplos logrados, en forma de videos, de esto que afirmo. El primer caso tiene que ver con el grupo Bauhaus, que desde sus inicios manifestaron una clara tendencia hacia lo gótico y lo siniestro (también en la vestimenta). En esta pieza en directo, Hollow hills, original de 1981 (disco Mask) pero incluida en su concierto-disco Gotham (1999), realizado en Nueva York (1998) durante su Ressurrection Tour (su regreso tras 15 años de separación), puede apreciarse algo de esta obsesiva querencia por las oscuridades subsuelíticas, aunque cierta contención permita no acabar entregándola a los gozosos excesos de Double dare, pieza inicial del disco. Una cuidada coreografía que gira alrededor de unas simples bombillas permite a la voz en tono barítono del teatral Peter Murphy, acompañada por la tétrica guitarra-violín de Daniel Ash, alcanzar su mayor grado de pureza infernal.



Por otra parte, dejo la mejor pieza de Echo & The Bunnymen, el grupo liderado por Ian McCulloch, All my colours (Zimbo), incluida en su tercer disco, el fascinante Heaven up here (1981). El video, sumado como bonus en el dvd Live in Liverpool (2002), es un homenaje a Pete de Freitas, batería del grupo muerto en accidente de motocicleta en 1989. Menos siniestra que la de Bauhaus, la de Echo & The Bunnymen tiende más a una melancolía subyugante, acentuada por la magnética voz de McCulloch y una utilización muy selectiva pero elegíaca del piano. Aunque escrita y grabada antes de la muerte de De Freitas, la muerte de éste la reconvierte en una oración fúnebre en toda regla. Escuchando repetidamente ambas maravillas trato de celebrar, a mi manera, el décimo aniversario de mi resurrección (8 de julio del 2000).

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