viernes, 16 de mayo de 2008

MÚSICA DEL SUBSUELO (6). VIAJE DE INVIERNO


Dije hace poco en este blog que la música clásica es una gran desconocida para la triste generación de la que formo parte. Todo el día preocupándonos por las novedades de la música actual, ya sea en la vertiente 'mainstream' o en la 'alternativa', y resulta que se nos escapan unas joyas impresionantes cuyo único pecado es tener historia (esto no sólo pasa con la música, claro). Esta semana he descubierto (ya la conocía, aunque no había llevado a cabo una escucha atenta) el glorioso Viaje de invierno (Die Winterreise) de Franz Schubert, y me ha dejado estupefacto y sobrecogido. Especialmente su lied número 24, Der Leiermann (arriba en la imagen), interpretado aquí por el divino Dietrich Fischer-Dieskau (barítono), y creo que por Daniel Barenboim al piano. Hace un tiempo leí, no recuerdo dónde, que Wittgenstein, al escuchar esta obra, se sentía arrebatado por un fuerte deseo de suicidarse. No me extraña nada. Schubert la compuso desde el mismísimo Subsuelo, al borde ya de su final (murió a los 31 años), arrancando una belleza absoluta a algo que ya se confundía entre lo que llamamos vida y lo que llamamos muerte.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Dietrich Fischer-Dieskau. Ese hombre me pasma siempre. Le da a todo. Particularmente me fascinan sus interpretaciones de Cantatas para bajo de J.S.Bach. Pero resulta impresionante que también interpretara lied e incluso a la ópera wagneriana, y encima como uno más de los grandes.
Con este criterio me atrevería a afirmar que estamos ante el mejor solista vocal del siglo.

El Pez Martillo dijo...

Tiene un tono fúnebre interesante la tonada que nos propone, querido Horrach. Pero no tengo claro si da para lo que comenta de Wittgenstein (me parece que aprovechaba cualquier excusa para tener ganas de suicidarse).

De Fischer-Dieskau tengo por casa la interpretación que hizo de algunas obras musicales de Nietzsche. Musicalmente no tienen un gran interés (aunque de un tiempo a esta parte se las valora un poco mejor), pero son un documento curioso.

Saludos.

PENSADORA dijo...

JO QUE GUAPO!!! digo, el tema.
Sí que es asignatura pendiente en nuestra generación esto de la clásica.
Una pena.

Johannes A. von Horrach dijo...

Hola a todos. Lole, pienso lo mismo sobre Fischer-Dieskau, un auténtico prodigio. Hace poco lo escuché interpretando, precisamente, algunas de las piezas que compuso Nietzsche, y no lo hacía nada mal, a pesar de que el material no tiene el mismo nivel que el de Schubert.

Amigo Pez, Schubert era el compositor favorito de Wittgenstein, y no dudo que esa predilección venía motivada por la peculiar sensibilidad del vienés. Otro ejemplo de esa fabulosa sensibilidad: http://es.youtube.com/watch?v=fOKSOBptUog

Pensadora, pues nada, a ponerse hasta el culo de Schubert, Bach o Mahler.

saludos

Anónimo dijo...

No me diga que le gustaba Barry Lindon!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Johannes A. von Horrach dijo...

¿Me lo pregunta a mí, Gib-ctonic? 'Barry Lyndon' no me parece, en absoluto, una mala película, al contrario.

saludos

PD: más joyas de Fischer-Dieskau (en el min 1'42): http://es.youtube.com/watch?v=EvcKRsb0H8Q&feature=related

Anónimo dijo...

Era una broma hombre.

Horrach tiene que escribir un post sobre Beatriz Preciado. ¿ Qué le parece su verborrea-charlatanesca?

Johannes A. von Horrach dijo...

Pues no he leído nada de la Preciado, sólo algún reportaje sobre ella o una entrevista creo que en el Tube. A simple vista, no me parece muy estimulante lo que hace, de modo que tardaré muuuuuucho en leerla.

saludos

Anónimo dijo...

Me refería si la había visto en algún programa de televisión. Es grimosa hasta al vómito.
Gracias por los enlaces musicales.

Johannes A. von Horrach dijo...

Sí, la he visto en Redes y no me interesó nada. Un amigo me ha dicho hoy que el/la Preciado salió en un programa con Jodorowski en el que se metía testosterona en forma de gelatina, o algo así. Para hacer la gracia al menos que tenga más valentía y haga como Genesis P. Orridge de los Throbbing Gristle, que siendo hombre, se ha agenciado un buen par de tetas.

saludos

Anónimo dijo...

Pues sí. Es un error pensar que la música clásica adormila, cuando es todo lo contrario, despierta cada rescoldo de emoción que uno tenga dentro. Es el término clásico lo que yo creo que echa un poco para atrás y abre la caja de los prejuicios. Yo no podría escribir, ni vivir, sin Mozart ni Beethoven ni Bach. Ni sin las estaciones de Vivaldi. Ni sin silbar por la calle a Ennio Morricone o la banda sonora de Amarcord o la canción de inicio de Twin Peaks. Tampoco sin Billie Holiday o Chet Baker o Emmylou Harris o Dylan o tantos otros. Cuánto me habría gustado ser músico! Habría dado un dedo, o varios, aunque no pudiera tocar con ellos...

Johannes A. von Horrach dijo...

Buenas noches, Javi. El problema del personal, en general, es que es tonto del culo, y no le puedes pedir que dé más de lo que puede dar. Por eso cada día me preocupa menos lo que gusta o deja de gustar a aquellos que se dejan llevar, para mal, por etiquetas como la de'clásico'. Peor para ellos (¿cómo va a disfrutar la peña con las sutilezas de Schubert-FischerDieskau si se tira el día drogándose con el 'tomate'?).

Yo tampoco podría vivir sin la música, y también habría dado algo importante por poder tocar bien un instrumento (el piano, sobre todo). De hecho, la música es ya lo único que, de pura emoción, me provoca lágrimas. Sobre todo Bach.

saludos

Iris dijo...

Querido horrach:
Confieso que tengo debilidad por los "cantos del cisne" de los grandes compositores. Da la impresión de que cuando un artista presiente el final, de alguna manera, vuelca sus fuerzas finales y compone obras de belleza sublime.
Estoy pensando en el tercer movimiento del concierto para piano de Bartok: es un oasis de calma y delizadeza tímbrica. Me recuerda mucho al segundo movimiento del concierto en sol para piano de Ravel. Otra última obra maestra, donde en el tiempo lento se visitan las mismas regiones a las que nos lleva Bartok.
Y el famoso y no por ello menos genial "lacrimosa" de Mozart. ¡Qué debe sentir uno cuando le encargan un requiem y parece componer el suyo propio!
O los últimos cuartetos de Beethoven, escritos desde un abismo silencioso tan terrible que cuesta imaginar.
Una relación curiosa y fructífera, la de la muerte y el arte.

saludos

Johannes A. von Horrach dijo...

Buenas tardes, Iris, bienvenida al subsuelo y muchas gracias por su interesante comentario. Totalmente de acuerdo con lo que dice, aunque no conozco el caso de Bartok (me lo apunto).

La Lacrimosa del Requiem mozartiano tal vez sea la pieza que más me fascina de este compositor. Tal vez sólo me emocione más el Kyrie de su Misa.

Muerte-arte: la idea de muerte, creo yo, debe estar presente, de alguna manera, en toda obra artística o reflexiva. En la filosofía también (ahora estoy leyendo unas cosas de Deleuze en las que esta figura tiene una decisiva importancia).

besos y espero verla de nuevo por aquí

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