Últimamente está de actualidad en España el tema de la ciudadanía. Pero la manera en la que se está desarrollando el debate sobre esta cuestión ya nos dice mucho sobre la incapacidad que evidenciamos en nuestro país para poder hablar sobre determinados temas con un mínimo de racionalidad crítica. Parece que en España no se puede discutir prácticamente de nada (aborto, eutanasia, nacionalismo, etc.) sin que uno se encuentre automáticamente encajonado, aunque no lo pretenda, en la polarización maniquea que caracteriza nuestra vida política (y que va más allá de ella). En este texto me gustaría hablar un poco del tema de la ciudadanía dejando de lado maniqueísmos de esta especie...
6 comentarios:
lo leeré con atención y le cuento... un abrazo, horrach...
Muy interesante su artículo, pero hecho en falta alguna mención en el papel de una de las instituciones más influyente: la Iglesia Católica.
¿Qué papel juega en 2008 una institución que añora el pensamiento medieval y abomina de la modernidad?
Es preocupante. ¿No le parece?
P.D Una última pregunta el nacionalismo español, francés, inglés, ruso ¿también son comunitaristas?
que pasa man... ya he visto que formas parte de UPD, es pedazo de partido. Ya me contarás la experiencia.
H
Hola de nuevo, Petrusdom. Hombre, todos los nacionalismos tienen una clara tendencia comunitarista. La diferencia viene dada por condiciones contextuales, y en este sentido hoy en día hay unos nacionalismos más beligerantes que otros. El español lleva décadas dormido (afortunadamente), aunque veo que empieza a revivir, a rebufo de los nacionalismos vasco y catalán.
Sobre la Iglesia Católica, pues está claro que nunca ha creído mucho en la idea de ciudadanía. Y la Conferencia Episcopal ha jugado, en el lío de 'educación para la ciudadanía' un papelón. Me ha resultado especialmente ofensivo que critique al Estado por pretender adoctrinar al personal... ¡y que eso lo diga la Conferencia Episcopal! En fin.
Hola H. ya te explicaré, sí,... pero primero debería saber quién eres, jajajaja. ¿La H es de apellido o de nombre? ¿Es posible que, siendo nombre, a la H le siga una 'o' y que tengas que ver con algo que está en la calle Torrandell de Palma?
saludos
Horrach, hola de nuevo.
Tengo fe en que tenga Vd.activado el servicio mail de aviso de entradas al blog.
Me he metido en esta entrada suya por más adecuada al tema que traigo a colación, aunque es un poco antigua.
Ha caido por casualidad en mis manos un libro de John Stuart Mill: Sobre la libertad.
Leyéndolo he tenido como una revelación visionaria acerca de la naturaleza más perfecta, por lo transversal, de nuestro partido (si, yo también soy afiliado de UPyD, o si no ¿como se cree Vd. que iba a estar vagabundeando, con cierta asiduidad, por su blog?).
El caso es que he llegado a la conclusión de que la transversalidad lleva implícito o es sinónimo, en nuestro argumentario político, de que no existe ninguna verdad indiscutible a priori. Cosa la cual, es condición necesaria para un razonamiento objetivo, cientifico y coherente. Condición esta también necesaria para el progreso, puesto que no tapiamos con doctrina las puertas y ventanas que conducen a la verdad. Verdad, que, por su naturaleza, por su transversalidad, es huidiza. Es en el transcurso de su rastreo donde surge la perfección continua de los principios y métodos políticos.
Parafraseando a Mill: Los más sabios de los hombres no lo son por haber mantenido sus ideas preconcebidas, si no por haberse puesto en duda a sí mismos y sus convicciones de la manera más radical. Solo de esta forma se pueden consolidar las ideas que consideramos en cada momento de nuestra vida como más próximas a lo verdadero.
Esto tiene un colorario un poco incómodo. El transversalimso implica el debate interno continuo. (Y me remito tambien al último libro de Rosa Díez).
La cuestión es esta: ¿Cómo distinguir un debate interno fecundo, del que alumbrará una mejor y mas reforzada posición politica y moral respecto a cualquier tema de la estéril disputa interna o continua pugna por el escalafón, que tanto se da en otros partidos?
La primera es la savia de este arbolillo que acaba de nacer UPyD, la segunda es el veneno que destilan el resto de añejos partidos políticos, no por que sus miembros sean menos dignos, inteligentes, civilizados, compasivos, cultos, etc... que nosotros, si no por que toda su arquitectura lógica y moral consiste en construir la casa por el tejado: la posición política antes que el análisis, el candidato antes que la elección, la ponencia antes que el debate.
Volviendo a la cotidianeidad de nuestro partido, me preocupa el hecho de que estos lobos, el apriorismo egoísta y la ambición, se disfracen como corderos de la dialéctica filosófica y política. Seguro que ha de haber un "hash", un rastro binario para diferenciar uno de otro. Pero no tengo ni la más remota idea de cual debe ser este.
En fin. No se si me explico.
P.D.
1.- Si no ha leído este ensayo, se lo recomiendo muy encarecidamente.
2.- Ya se que existe otro escrito suyo respecto al tema en concreto de la transversalidad, pero es demasiado antiguo como para que estén los threads de los mensajes aún vivos.
Sí, Citizen, compañero upydiano, todavía tengo el servicio de alerta activado. Muchas gracias por la contribución, pero no he leído (todavía) el libro que señala de Mill.
Sobre su razonamiento, se explica perfectamente, pero yo tampoco sé cómo se podría solucionar esta cuestión. La transversalidad tiene, como todo, unas grandes ventajas, pero también unos problemas que pudeden llegar a ser muy serios. Está claro, y me gusta mucho la referencia que saca usted con Mill, la transversalidad es como el verdadero diálogo filosófico, es decir, que debe darse una salida de lo propio. Pero también es cierto que no se puede aceptar cualquier premisa ni postulado. Cómo se limitan o criban éstas, pues ése es un gran problema. Con que la transversalidad se dé en la forma que usted describe (en negativo) de los otros partidos, es decir, que se empiece por los cimientos, creo que ya estaría muy pero que muy bien.
saludos
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