"La búsqueda lleva al error; la voluntad no opera en el alma ningún bien. Sólo espera, atención, silencio, inmovilidad a través del sufrimiento y la alegría. La crucifixión de Cristo es el modelo de todos los actos de obediencia. La espera del bien y la verdad es más intenso que cualquier búsqueda" (Simone Weil).
Buscar parece implicar un desear, y eso ya tiene que ver con lo que subyace al sujeto ('lo que subyace a aquello que subyace'), de manera que la búsqueda siempre es dirigida y con ello limitada por quien la lleva a cabo. Buscar es siempre un proyecto que, como tal, se define por finalidades, de modo que uno acaba encontrando lo que quiere encontrar ("els ulls veuen lo que els ulls volen veure" decía mi abuela Jacoba). Por tanto no hay auténtica búsqueda si ésta se abandona a los estrechos criterios de la voluntad y el deseo (todo deseo surge de una carencia y es, inevitablemente, algo derivado, reactivo y contingente). Uno ya se marcaría su objetivo antes de iniciar la búsqueda. Incluso si hay desvíos imprevistos seguimos inmersos en el mismo patrón proyectivo. Lo verdadero, si es que puede llegar a encontrarse o conocerse, total o parcialmente (¿podemos hablar de cantidades cuando nos referimos a lo verdadero?), en cualquier caso llegará o no sin tener en cuenta nuestro deseo de ser tomados. Lo verdadero es como el viento, que "sopla donde quiere" (Jn 3, 8).
Buscar parece implicar un desear, y eso ya tiene que ver con lo que subyace al sujeto ('lo que subyace a aquello que subyace'), de manera que la búsqueda siempre es dirigida y con ello limitada por quien la lleva a cabo. Buscar es siempre un proyecto que, como tal, se define por finalidades, de modo que uno acaba encontrando lo que quiere encontrar ("els ulls veuen lo que els ulls volen veure" decía mi abuela Jacoba). Por tanto no hay auténtica búsqueda si ésta se abandona a los estrechos criterios de la voluntad y el deseo (todo deseo surge de una carencia y es, inevitablemente, algo derivado, reactivo y contingente). Uno ya se marcaría su objetivo antes de iniciar la búsqueda. Incluso si hay desvíos imprevistos seguimos inmersos en el mismo patrón proyectivo. Lo verdadero, si es que puede llegar a encontrarse o conocerse, total o parcialmente (¿podemos hablar de cantidades cuando nos referimos a lo verdadero?), en cualquier caso llegará o no sin tener en cuenta nuestro deseo de ser tomados. Lo verdadero es como el viento, que "sopla donde quiere" (Jn 3, 8).
18 comentarios:
Yo creo que es necesario buscar, hacerse con un "patrón proyectivo". Tener un mapa de ruta. Es evidente que el mapa de ruta delimita bastante las zonas del mundo que vas a pisar (tú mismo las delimitas) pero ¿qué es la vida sin ese mapa de ruta, sin el "patrón proyectivo"? Un deambular en la sombra, en la incertidumbre: una neurosis. O peor aún: una indolencia, o una debilidad; dejarse llevar por la corriente, sin saber siquiera a donde se va -a donde nos llevan- y sin que nos importe.
¿Qué puede encontrarse cuando se marcha sin brújula, sin proyecto? ¿y en qué nos afectará lo que se encuentre, si algo se encuentra, al no ser buscado ni deseado? ¿seremos capaces siquiera de "verlo"?
Sí, yo también pienso un poco como Sera. Siempre hay que tener una ruta, aunque sea para desviarse luego a partir de ella. Toda búsquedad implica una voluntad, una necesidad de encontrar. El punto de partida siempre ha de ser concreto, y la voluntad de búsqueda también. Aunque luego el viento sople hacia donde quiera.
buscar es reaccioario. es contra-natura. es cientificismo. es en definitiva lo que hay hoy en dia
Si un día se te cae la cartera en una calle oscura, busca debajo de la luz de la farola.
Este aforismo americano no es una limitación, es una bofetada de sentido común.
Creo que ese debe ser el mapa de ruta, el instinto.
.
Sera, Jartt,
lo ideal, creo yo, sería combinar ambos factores, aunque el primero, el del proyecto de búsqueda debería limitarse a un nivel mínimo. También se debería tener en cuenta que la búsqueda y lo que se busca no son fines, sino medios, una Ítaca que no se puede (y nos e debe) alcanzar nunca. No buscar no quiere decir que uno se deje llevar por la corriente; al contrario, el espíritu debe ser receptivo y estar abierto a lo que llegue. En suma, estamos en lo de siempre: acostumbrarse a movernos en la incertidumbre, dejar que el desconcierto nos sea fértil y dejar maximalismos subjetivos de lado (sólo mantener en pie algún minimalismo que, como dice Serafín, no nos haga dejarnos llevar por las corrientes contingentes).
saludos
Pero, ¿no es el desear el puro motor que en su irracionalidad ( y en su teleología verdaderamente carente de sentido) anula todas las pretensiones racionales?
Y digo todo esto con 5 cervezas y 1 cubata en el cuerpo...saludos grandes, Mr Horrach
Bueno Horrach, la idea de Itaca como camino me gusta mucho.Ahí la has dao.
¿Por qué lo que se busca son sólo medios y no fines? ¿Crees que los fines nos vienen dados? Entiendo, por ejemplo, que la felicidad, la buena vida, puede ser un fin último que todos pretendemos sin más cuestionamiento. Y que en ese sentido cada acto de mi existencia puede ser considerado como un medio en pos de ese fin. Pero precisamente porque el concepto de vida buena puede ser interpretado de muchas formas, y cada cual se plantea acceder a ella desde circunstancias diversas, los posibles constituyentes de la vida buena se convierten en fines que son también objeto de búsqueda.
Tal vez me estoy yendo del tema pero me ha sorprendido un poco tu afirmación.
jajaja, saludos David, que te aproveche, sí señor.
Bueno, una de las complicaciones del desear humano (como demuestra Girard en su teoría sobre el idem) es que el proyecto no es sólo lo que la conciencia del sujeto reconoce, sino también todo ese trasfondo que nos determina más de lo que solemos pensar y que no tenemos en cuenta. Esos postulados de partida que no identificamos como tales nos determinan todavía más que los que sí reconocemos. A lo que apuntan gente como Weil (qué raro, una mujer filósofa con nivel, jejejej) y Kafka es a un despojarse de adherencias tanto 'autónomas' como 'colectivas', esas en las que solemos depositar la verdad (o el vislumbre de la misma) pero que en realidad nos llevan muy lejos de ella.
Jartt, me alegro. El profesor Leyte recurre a la Ítaca que nunca puede alcanzarse para definir el objetiivo inalcanzable de la metafísica (eso por no hablar del poema de Cavafis).
Antígona, no estoy afirmando nada en la entrada, es decir, ninguna tesis firme. He utilizado la afirmación de Weil (Weil suele ser muy drástica, aunque sugerente, en sus planteamientos) para intentar prolongar el razonamiento. Es una tentativa en la que estoy de acuerdo en parte.
Los fines nos vienen dados sobre todo en nuestra cultura, que es eminentemente teleológica. En eso somos más 'griegos' que 'judíos'. Es inevitable de cierta manera movernos por finalidades, pero para que éstas no nos coarten demasiado hay que tener claro su poder sobre nosotros. Recuerdo algo que leí (no sé si es un dicho zen o las declaraciones de un poeta mallorquín) que decía que "el gorrión canta porque está vivo, no porque esté contento". No quiero decir que tengamos que aprender nada de los pajarracos, pero creo que hay algo ahí muy interesante.
PD: no sé si la felicidad es un fin; más bien diría que es una entelequia, puro absurdo. Este tipo de conceptos, discutibles en sí mismos, han sido empeorados por el lenguaje de la publicidad, otro cáncer de nuestros días (creo que era Adorno el que decía que "la publicidad psicopatiza al individuo" y estoy toptalmente de acuerdo).
saludos
Ya sé que no tiene nada que ver, pero aprovechando que es usted mallorquín y que Otto Skorzeny paró una buena temporada por allí le propongo que nos escriba sobre lo que se sabe o se cuenta en la isla sobre el personaje. Seguro que debe ser muy interesante.
Gracias.
El Anónimo
Hola Anónimo.
Pues mire, no tenía ni idea de que Skorzeny estuviera un tiempo en Mallorca. Sé que estuvo en España tras el final de la guerra, pero no lo de Mallorca. De todas maneras, como me interesa el tema me informaré. Imagino que se debió pasar por Cala Ratjada, lugar en el que se refugiaron algunos alemanes vinculados de una o de otra manera al III Reich.
saludos
Yo más bien diría que lo que nos mueve es el desear mismo, no los objetos del deseo. Así, cualquier cosa nos viene bien si podemos satisfacerlo. Incluso se llega al extremos de, parafraseando a Nietzsche se desea l Nada en lugar de no desear. Por eso, lo que mejor nos va son esas Ítacas, objetos lejanos e imposibles, ya que retroalimentan el deseo de modo continuo. La felicidad más que una Ítaca la consideraría como una utopía (en sentido etimológico, es decir, como un lugar que no existe).
Le matizaría una cosa, camarada: si reconocemos al objeto de deseo como Ítaca inalcanzable ya estamos en una posición de lucidez (cierta lucidez) sobre nuestro proceder, y eso en cierta forma controla y atenúa ese mismo proceder. Lo característico del sujeto deseante ingenuo es que él no entiende al objeto deseado como algo en el fondo intercambiable. Si su Ítaca retroalimenta su deseo es porque la interpreta como algo único y que puede ser apresable.
Más que matiz, la cosa es una precisión. Servidor hablaba desde esa cierta lucidez de la que habla, sabiendo y aceptando lo que dice. Estamos de acuerdo.
¿y porque no trasladar la felicidad desde el objeto de deseo al interior del propio deseo?
Es decir escarbar la felicidad dentro del anhelo. Intentar ser feliz en el propio desear. En el avistamiento desde la distancia del propio objeto deseado. Después de todo, sólo desde la inasequibilidad y la lejanía son hermosos los objetos del mundo, o lo son más; de cerca se les ven las imperfecciones. Y lo peor es que no podemos detener el mecanismo del deseo, que acaba devorándonos, no importa el número de nuestras posesiones. El deseo y su mecanismo: una de las muchas trampas de la biología para perpetuarse. Asi que en el fondo no sirve de nada la posesión. Tan pronto la conseguimos, trasladamos el deseo a un objeto substitutorio. El mecanismo del deseo no se detiene: estamos en manos de fuerzas para las que sólo somos medios.
Burlemos esas fuerzas. Saquemos la felicidad desde el interior de los objetos y coloquémosla en el propio mecanismo que nos empuja a ellos.
Disfrutemos de la visión en la lejanía de la Tierra Prometida, aunque no la pisemos.
sera: el patrón proyectivo... el patrón proyectivo es lo que se aparece en la infancia y que por una razón misteriosa necesita ser pensado y otra vez.
"hacerse con un patrón proyectivo" es más bien un dejarse empujar por la memoria...
Serafín, yo directamente eliminaría la felicidad como ideal. Como sucede con otras y en otros ámbitos, si la felicidad se hace manifiesta es cuando no se piensa en ella. Es el problemade todo ideal: hacer cosas porque pensamos en ellas como medios para elevarno0s a un suprasensible, pero eso en el fondo 'desvaloriza' los medios y los vacía de sentido.
Me gusta lo que dices de la 'lejanía': por ahí va el pensar de Weil y Kafka, en establecer la separación y el 'entre', la distancia con aquello esencial (como es esencial no podrá nunca apropiarse directamente; sólo podemos 'tocarla' a partir de la separación).
Hola ! puede revivir esto despues de 7 años??? espero que si mis caros comentadores.
Seguro despues de todo este tiempo, varios han armado sus puntos de vista de forma distinta.
Por lo que yo he experimentado, vivir la vida como una busqueda de ''ese algo'', primero que lo encierra y define en nuestros limites mentales, y por lo tanto pone cerrojos en la misma puerta por donde deberia entrar, segundo esa busqueda se hace eterna, ya que uno siempre esta buscando... creo que el cambio que hay que hacer a nivel individual, y tal vez tambien en las masas, es un cambio, al estar siempre encontrando, en vez de buscar.
Espero estas letras no hayan sido escritas en vano, y buenos dias desde este futuro.
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