"Venían los relatos, todo lo que había que contar y que escuchar, su
infinito interés en su propia existencia, la fascinación de sus
alarmantes episodios, la extracción y refinamiento de toneladas de tales
historias: industria nacional de la patria judía, quizá su único medio
de producción (por no decir su única fuente de satisfacción), la
elaboración de relatos a partir de los esfuerzos de supervivencia (...).
Lo que se huele son los siglos y lo que se oye son voces y lo que
se ve son judíos, asilvestrados en el lamento, tumultuosos en sus
diversiones, con las voces trémulas de rencor y vibrantes de dolor, una
sociedad coral que vehementemente proclama '¿Puedes creértelo? ¿Te entra
en la cabeza?', afirmando a la vez, con ayuda de todos los trucos de
magia recogidos en el manual, sin renunciar a mil fluctuaciones
acústicas de tiempo, intervalo, inflexión y tono, 'Sí, eso es
exactamente lo que ocurrió'. Que tales cosas puedan ocurrir es
precisamente la moraleja de los relatos: que tales cosas me ocurran a
mí, a él, a ella, a ti, a nosotros. Ése es el himno nacional de la
patria judía".
La orgía de Praga, Philip Roth
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