(disección publicada hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Lunes. Australia le gana el primer test a Inglaterra en uno de los torneos más antiguos y refinados del deporte: el Ashes (las cenizas). Diría que cambiando fútbol por cricket seríamos más civilizados si no fuera porque mi aversión a los sermones ha llegado hasta el punto de que incluso se me indigestan los míos. Pero el cricket es el deporte justo por antonomasia: tras 5 días de partido a razón de 7 horas de juego por jornada, gana siempre el más regular, o sea, el mejor. En cambio, en encuentros de 2 horas puede vencer cualquiera fruto de una caprichosa carambola. ¿Por qué hay play offs, sobre todo en los deportes norteamericanos, pudiendo decidirse el campeonato por la pura regularidad? El play off es fruto del showtime, un sentido del espectáculo que es lo opuesto a la justicia, necesariamente austera, elaborada, merecida.
Martes.
Los púlsares cumplen 50 años en la conciencia humana. Lo que de
inicio parecía un mensaje alienígena se reveló como una de las
joyas del cosmos: minúsculas estrellas de neutrones muy magnetizadas
que rotan a velocidad supersónica y emiten un haz de radiación
capaz de atravesar miles de galaxias. Mucho más agradecida esta
fauna de púlsares, cuásares y voraces agujeros negros que la
sentina hodierna de la sección política de los medios.
Temporal
en Camp de Mar. Me fascinan las localidades turísticas en invierno.
Son como un escenario futurista en el que la vida humana ha sido
arrasada. Entre la Platja de ses Dones y el Mirador Thomas Harris
(ese espía británico experto en Goya que falleció misteriosamente
en un accidente de coche cerca de Llucmajor en 1964), me asaltan las
crepitaciones de las rocas, mecidas por las olas marinas en su
retirada. El artífice de la mítica Operación Garbo se pasó 16
años en este rincón, imagino que tan embobado como yo ante la
trémula vida de los elementos.
Miércoles.
Se suicida el criminal de guerra Praljak delante del tribunal. A
pesar del sesgo de los medios europeos, no sólo hubo dementes entre
los serbios durante las guerras yugoslavas, sino también en las
filas croatas que tanto añoraban sus años ustachas como
filial de Hitler en los Balcanes. Qué portento haber conseguido que
el mundo se olvidara de ellos: Praljak, Gotovina, el propio Tudjman.
Como nos olvidamos de los kurdos en favor de los palestinos.
Jueves.
Apuro noviembre, el preciado mes de la muerte, leyendo la revista
Adiós rodeado por las cabezas de cera empaladas del bar
Transilvania. Decía Simone Weil que la presencia más completa es la
más secreta. ¿Por eso los personajes más decisivos de nuestra
cultura, si dejamos la ciencia al margen, fueron dos ágrafos:
Sócrates y Jesús? ¿Ser es morir? ¿Triunfar es fracasar?
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