(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Si
la cuestión catalana nos ofrece, día sí y día también, multitud
de elementos esperpénticos que dan por bueno el calificativo de
“manicomio” que le ha asignado Ramón de España, me voy a
detener en uno de ellos que convierte a una parte de la izquierda
española en un caso insólito en el mundo occidental. Quiero decir
que si el principio de redistribución de la riqueza es un punto
decisivo, sine qua non, para que estemos inmersos en un
discurso socialdemócrata, en España un amplio sector progresista no
lo tiene nada claro. Al menos cuando entra en el escenario el caso
catalán.
Sin
Cataluña sobre la mesa, el discurso es tan diáfano que incluso
tiende al maniqueísmo primario de los ricos opresores que sólo
tienen como objetivo practicar el mal absoluto contra sus indefensas
víctimas propiciatorias. Sin embargo, con Cataluña el criterio
progresista cambia, se transfigura, se traviste en su opuesto: una
crítica severa, aunque no explícita del todo, a los impuestos.
Porque se censura que Cataluña reciba del Estado menos de lo que
aporta. Claro, es una comunidad rica, como Madrid o Baleares. También
se olvida que no es Cataluña la que paga (como si existiera en su
territorio una ley tributaria diferente y opresora), sino los
ciudadanos catalanes cada uno por su cuenta.
Esta
lógica chiflada les lleva a abrazar al completo los postulados de su
gran archienemigo: el neoliberalismo austríaco de los Hayek y Von
Misses, que está además a favor del derecho a decidir porque no
considera que todos los ciudadanos estén al mismo nivel. En su
esquema, el rico tiene la posibilidad de decidir unilateralmente lo
que le interesa, al margen de postulados éticos o morales del
interés general.
El neoliberalismo entiende que si el fuerte cree conveniente abandonar
la comunidad política, puede hacerlo sin que se consulte al resto de
la misma. Evidentemente esta voluntad rupturista no la van a tener
los mas débiles (la
rebelión de las
élites, de
Lasch), porque necesitan la redistribución económica de su
sociedad para salir adelante. Desean tomarla los ricos, en este caso
las regiones con alto nivel económico: Padania, Flandes, Cataluña,
Quebec. En España podemos ser progresistas y estar contra la
igualdad, bienvenidos al manicomio.
PD: no me cabía en el artículo, pero
también podríamos hablar de otra anomalía hispana, los 'neoliberales
socialdemócratas', es decir, aquellos que, estando en contra de los
impuestos y de la redistribución de la riqueza, en el caso catalán lo
consideran un pilar intocable de nuestro Estado. Además, lo que digo sobre Cataluña vale igual, o incluso más (porque ellos ya tienen Concierto Económico), para País Vasco y Navarra.
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