lunes, 7 de septiembre de 2015

CAUSAS VEREDES


 (artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Esta no la voy a dejar pasar, yonkis veranistas: este verano insoportable y agónico es el responsable de los diluvios que ensayaron el Apocalipsis el pasado viernes. Ténganlo en cuenta cada vez que se achicharren en es Trenc o apuren la juerga una noche nazi-tropical. Cuanto más ardiente es la canícula, más destructivas son las tormentas que estallan poco después. Sin calores, estaríamos mejor.
        En parecida línea, la causa principal de la ya célebre muerte del niño sirio en una playa turca no es Europa ni EEUU, ni siquiera Israel y su esbirro Matisyahu, sino el Estado Islámico. Porque son esos angelitos los que, ademas de arrancarle la cabeza a los infieles (y a los fieles poco amigos del EI), echaron a la familia de Aylan de Kobane.
Más causas poco señaladas: no se ha destacado demasiado que los países más refractarios a acoger refugiados sirios son las antiguas dictaduras comunistas del Este de Europa. Y dentro de Alemania, el rechazo se concentra mayoritariamente en las regiones que constituyeron hasta 1990 la RDA (la Democrática que no era democrática, frente a la Federal que sí lo era... ¡Qué lío!). Se trata de sociedades que cultivaron con un esmero fanático la homogeneidad social y la unanimidad ideológica. De ahí ese nacionalismo desmadrado, ese automático rechazo al diferente en comunidades que, por otra parte, tienen un índice de inmigracion bastante bajo. La Hungría de Orban está en el 1'5 %. Como en Finlandia, donde últimamente han eclosionado los Verdaderos Finlandeses, cuando los extranjeros no llegan ni al 2 %.
En el otro lado estamos los países mediterráneos, más inclinados (o resignados, hay de todo) a los beneficios de la mezcla y propensos a acoger a los refugiados, pero con índices de población inmigrante más elevados. Tiene miga esta relación de a menor inmigración mayor xenofobia, y viceversa. En Baleares llegamos a tener al inicio de la crisis, entre inmigrantes legales y sin papeles, cerca de un 30 %, y nunca se han producido conflictos serios entre autóctonos y extranjeros. Salvo que esos autóctonos fueran gitanos, como ha sucedido en Son Gotleu. No se ha valorado demasiado este éxito social, que no cedió ni siquiera tras los atentados de Madrid en 2004.

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