(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)
Andan
algunos muy mosqueados por lo de Charlie
Hebdo,
aunque de una manera un tanto peculiar: tan ensimismados con sus
juguetitos expiatorios, detestan que se hable de otros enemigos que
no sean los suyos (USA, Israel, Vaticano, Wall Street, etc.). Muchos
de los que previenen ahora contra la posible islamofobia (cuando en
Francia sin ninguna duda lo tienen mucho más complicado en el día a
día los judíos que los musulmanes) no son precisamente espíritus
puros ausentes de odio, sino rencorosos profesionales que dedican su
vida full
time
a cultivar su vínculo demonizador con sus particulares bestias
negras, y ahora no quieren distracciones ni competencia.
¿Y
ahora qué? Los LePen de turno pueden sacar petróleo, sin ninguna
duda, si consiguen capitalizar el miedo, pero, ¿no le habrá servido
en bandeja la victoria esa gauche
caviar
tan pánfila como para no haber valorado nunca el peligro del
terrorismo islámico? No hacía falta demonizar a los musulmanes o
exigir la pena de muerte. Bastaba algún cambio legal para no dejar
libres a tipos como estos que ya estaban fichados (como los de
Atocha, como los del 11-S). Pero claro, si los trincaban entonces
salía esta izquierda desorientada bramando en pro de un garantismo
mal entendido. Ahora exigen responsabilidades ¡los mismos que
montaron el escándalo del 'comando Dixán'!
La
clave a partir de ahora para controlar la islamofobia es que los
musulmanes moderados pasen de las palabras de condena a los hechos
incontestables de que dicen de verdad lo que piensan. Quiero decir
que gran parte de la solución viene de que sean los propios
ciudadanos europeos de religión islámica los que desactiven a los
yihadistas, señalándolos y haciéndoles el vacío. Viven entre
ellos, los conocen. Si no lo hacen, será inevitable que gane la
extrema derecha y se relacione masivamente Islam con terrorismo.
Pensemos en un contrafáctico: alguien en la comunidad musulmana de
Barcelona, que es donde parece que hay más potenciales yihadistas en
España, denuncia y entrega a la policía a dos o tres tarados como
los Kouachi y Coulibaly porque ve venir que van a montar alguna. Eso
sería magnífico, porque nadie ya se atrevería a decir que todos
los musulmanes son iguales, y tendríamos así un paso trascendental
en favor de la convivencia.
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