lunes, 8 de diciembre de 2014

BANKIARIZACIÓN


(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día de Baleares)

Los países menos consolidados acostumbran a ser aquellos que viven sumidos en la bipolaridad. En España el ejemplo maníaco-depresivo más sintomático se refiere al sistema financiero, porque hemos tenido estos años a la vez los mejores y peores bancos de Europa. Hay que recordar que si la banca más solvente del viejo continente ha sido la privada española, también la del fondo de la clasificación queda en suelo patrio, pues responde a nuestras antiguas cajas de ahorros, instituciones dirigidas por la partitocracia con ineficacia absoluta y rapiña descontrolada. Bankia ha sido el exponente máximo de esta mediocrecracia legitimada por su aparente servicio público. Si en algo los ciudadanos españoles han sido unos ingenuos es en creerse que el control político de las cajas los beneficiaba a ellos y no a los partidos. Lo mismo sucede con la proliferación exagerada de municipios.
Lo acaecido con Bankia esta pasada semana, penúltimo episodio del saqueo y fraude que ha caracterizado a nuestra clase política, no debería ya sorprender a nadie. Pero, como siempre que nos quedamos en la síntesis general se elude de alguna forma la gravedad humana del problema, es preciso profundizar en los casos particulares para ponerle cara a las víctimas. Un gran amigo mío es una de ellas. Hace años suscribió con Bancaja (una de las cajas que fusionándose dieron lugar a Bankia) una obligación subordinada, menos célebres que las preferentes pero igualmente letales, en apariencia muy ventajosa. Cuando ya en Bankia estalla la burbuja de las cajas, a mi amigo, sin que él pudiera decir absolutamente nada, le hacen una quita del 10 % de su dinero, para después canjearle el resto por acciones de la entidad. Unas acciones cuyo valor era de 1'35 euros cada una, pero que después de la fraudulenta salida a Bolsa bajaron su cotización un 70 %, quedándose en sólo 0'50 euros. Todo justificado con un chivo expiatorio inapelable: la UE nos obliga; yo no quería, pero... Con esta pirueta filibustera, uno ve que pierde gran parte de su patrimonio y el resto permanece congelado, sine die, en el limbo. Queda la opción final de pedir un arbitraje, pero la habitual parcialidad de los mismos te deja indefenso y entregado a un asco infinito.

1 comentario:

viejecita dijo...

¡ Como me gusta eso de "mediocrecracia "
En cuanto me surja la ocasión, se lo copio . ( Diré que se lo he birlado de su blog, por supuesto )

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