(artículo publicado hoy en El Mundo-El Día del Mundo)
Vaya por delante que no estoy emparentado con el célebre fiscal Pedro Horrach. Tampoco tengo nada que ver con el galerista Joan Antoni Horrach Moyà, y para evitar confusiones decidí firmar mi primer libro con el semi-seudónimo Johannes A. von Horrach. Pero me interesa especialmente que no se me vincule ahora mismo con el fiscal monárquico, viendo la deriva que han tenido sus últimas actuaciones. Es una pena lo de este hombre porque, gracias a su trabajo contra la corrupción de PP y UM, había sido aparatosamente santificado por los medios y la sociedad balear. Pero su defensa a ultranza, en plan catenaccio, de la Infanta le ha hecho experimentar el camino ya transitado por tantos otros, que pasaron de la divinización a la demonización en poco tiempo. Realmente la actitud de Horrach no tiene defensa; la tendría si se hubiera caracterizado hasta ahora por ser un fiscal garantista y respetuoso, pero todos sabemos que siempre fue un sabueso implacable con cualquier sospechoso que se cruzara en su camino. Un amigo mío experimentó en sus carnes la dureza inquisitorial de sus acusaciones. Mi amigo fue interrogado en un caso sólo en calidad de testigo, pero la fiereza de Horrach lo apabulló hasta el punto de que él mismo, por un momento, se llegó a sentir culpable. La experiencia fue dolorosa y humillante. Teniendo en cuenta este bagaje, difícil retirada hacia terrenos garantistas tiene un fiscal que siempre se caracterizó por todo lo contrario. Lección maquiavélica que deberían aprender aquellos que disfrutan embriagándose en el celo en determinadas situaciones, porque luego lo tendrán más difícil si cambian las tornas y hay que manejar otra baraja.
Otro de nuestros locales frecuentadores del tono inquisitorial ha sido protagonista esta semana. Me refiero a aquellos escritores en catalán (y catalanistas) que tratan de boicotear cada año la edición de los Premios Ciutat de Palma por cometer Cort la atrocidad de concederle un 50 % de protagonismo a la odiada lengua castellana. Y eso que la novela triunfadora está escrita en catalán, lo que permite desactivar sus críticas a un supuesto monolingüismo oculto. Uno se acostumbra a esta fauna y, a veces, no valora justamente sus desvaríos (es decir, los normaliza fruto de la pesadez), pero aún así sus rebuznos en favor de su particular fetichismo lingüístico son destacables, ejemplificados en su manifiesto, donde se considera que la calidad literaria es algo exclusivo de la escritura en catalán (o al menos siempre que la otra en cuestión sea la castellana), momento en el que su indigente narcisismo alcanza por un momento (y no es fácil) su inveterada pulsión excluyente.
Otro de nuestros locales frecuentadores del tono inquisitorial ha sido protagonista esta semana. Me refiero a aquellos escritores en catalán (y catalanistas) que tratan de boicotear cada año la edición de los Premios Ciutat de Palma por cometer Cort la atrocidad de concederle un 50 % de protagonismo a la odiada lengua castellana. Y eso que la novela triunfadora está escrita en catalán, lo que permite desactivar sus críticas a un supuesto monolingüismo oculto. Uno se acostumbra a esta fauna y, a veces, no valora justamente sus desvaríos (es decir, los normaliza fruto de la pesadez), pero aún así sus rebuznos en favor de su particular fetichismo lingüístico son destacables, ejemplificados en su manifiesto, donde se considera que la calidad literaria es algo exclusivo de la escritura en catalán (o al menos siempre que la otra en cuestión sea la castellana), momento en el que su indigente narcisismo alcanza por un momento (y no es fácil) su inveterada pulsión excluyente.
3 comentarios:
De nuevo muy interesante, Von Horrach. Saludos.
p.d. Su test Voight-Kampff anti spam cada vez me resulta más difícil de superar. Puede que me este convirtiendo en robot.
Gracias Navarth, es usted muy amable. ¿Qué pregunta le han hecho esta vez, jejej?
un abrazo
Se que estoy en territorio comanche, pero allá voy.
Muy de acuerdo con usted en lo concerniente al fiscal Horrach. Respecto als Premis Ciutat de Palma, una consideración; es una obviedad, pido disculpas, pero...¿no se le ha ocurrido pensar que existen muchos más certámenes en lengua castellana que en catalán? Es sólo un pequeño detalle, pero me temo que ahí está el quid de la cuestión. Tratar a todos de igual modo no es siempre justo, ¿no cree?
Publicar un comentario