(artículo publicado hoy en El Mundo-El día de Baleares, p. 17)
Si
de verdad este sistema en el que vivimos quiere cambiar a mejor, algo
debería hacerse con el poder acumulado por la partitocracia. En
España los partidos se han convertido en un fin en sí mismo, y por
eso no se aplican el mismo rigor y contundencia que obliga al resto
de la sociedad. Sin ir más lejos, pensemos en las demoras de la
Administración a la hora de pagar a proveedores, los cuales se ven
obligados a abonar el IVA de las cantidades que todavía no han
cobrado, un caso muy cercano a lo que entendemos por expolio.
Por
parte de los que nos gobiernan ahora, en Palma y Madrid, se percibe
un abuso flagrante de la promesa que se va dilatando hasta no llegar
a cumplirse. O que se cumple sólo a medias, como esa reducción del
7 % del sueldo de nuestros parlamentarios de Baleares, que ha durado
un año, el 2012, mientras que este mes ya ha vuelto a la normalidad;
por contra, las rebajas de salario a funcionarios se mantienen
indefinidamente. También hemos visto que se ha descafeinado la Ley
autonómica del Buen Gobierno, modificando 20 de sus 51 artículos,
lo que enfatiza su intención meramente propagandística. Otras
promesas, como la anunciada rebaja de concejales por cada municipio
(cuando lo que pide Bruselas es reducir municipios, pues en España
tenemos el doble que Alemania, aunque con la mitad de población), no
se han realizado con la excusa de que la oposición no estaba de
acuerdo... como si a Bauzá le hubiera importado el acuerdo con el
PSIB y el PSM en otros temas.
Los
partidos españoles funcionan como agencias de colocación, en un
sistema que prima al camarada en detrimento del nivel académico o
profesional; antes el interés de los partidos de poder que las
necesidades de una ciudadanía atomizada. Por eso se miman las
esferas que dan de comer a los afiliados (siguen abiertas muchas
empresas públicas inútiles) mientras que se acribilla a la clase
media y a las empresas con impuestos asfixiantes (los últimos casos
en Baleares, con el impuesto por envases o a los concesionarios,
demuestran esta tendencia).
Otro
elemento que apuntala este modelo es que somos uno de los países
menos transparentes del mundo desarrollado. Como recordaba en estas
páginas Javier Mato el pasado domingo, la Administración nos trata
más como súbditos que como ciudadanos, y no olvidemos que la
opacidad que han practicado no oculta otra cosa que los manejos de la
corrupción.
Pero
donde el dominio de la partitocracia alcanza límites casi
absolutistas es en la política de indultos, tanto con Zapatero como
ahora con Rajoy, por no hablar de la época de Aznar. Primero de
todo, cabe discutir el sentido intrínseco de este recurso, que anula
la ya endeble independencia judicial y tiende a afianzar el poder de
los partidos dominantes y sus apoyos. Pero por añadidura el tipo de
perdones que se están produciendo no puede ser más aberrante:
Mossos d'esquadra indultados (dos veces) por torturas, el
famoso caso del conductor kamikaze, un millonario estafador
inmobiliario, el número 2 del Banco Santander, etc. Toda voluntad de
cambio debería tener en cuenta estos componentes.
3 comentarios:
Estamos cada vez más cerca del peor momento de la primera Restauración: incapaces venales y cesantías. Muy mal pronóstico.
La secuencia que sigue este país es una 'tormenta perfecta', sin duda. Llámeme derrotista, pero veo complicado que se revierta. Me espero una especie de argentinización, en plan catarsis fallida.
saludos, Phil
O los ciudadanos aprovechamos este momento de desprestigio total de la llamada clase política, nos echamos a la calle y les obligamos a refundar la democracia (con una imprescindible reforma de la constitución y una nueva ley de partidos)o, efectivamente, el futuro inmediato de este maltratado país se va a parecer bastante a la Argentina de los años 90, o peor.
Publicar un comentario