[publicado hoy en El Mundo de Baleares]
Les
supongo informados de los altercados producidos en las urgencias de
cardiología del hospital Son Espases hace dos semanas, en los que
una veintena de personas de una misma familia, tras la muerte por
infarto de uno de sus miembros, arremetió contra médicos,
enfermeros, pacientes y mobiliario de forma demencial. Lo
sorprendente de todo el asunto, además de la violencia desplegada
(que obligó a cerrar el servicio de cardiología), fue que la
policía dejara libres a los responsables. Ni una sola detención. La
excusa: que eso podría haber empeorado las cosas. Sin embargo, en
otras ocasiones, por ejemplo en una manifestación de personal
sanitario protestando por el aparcamiento de pago, sí se produjeron
detenciones, por supuesto con menor justificación. Parece que se es
peligrosamente más tolerante con aquellas conductas que, por su alto
grado de beligerancia, deberían ser controladas con mayor eficiencia
y premura.
No
es la primera vez que se constata una cierta condescendencia policial
y judicial con conductas de violencia practicada por una turba, “una
ola única y monstruosa” (Canetti),
sobre todo si son llevadas a cabo por colectivos minoritarios, y en
este caso recordemos que los protagonistas pertenecen a la etnia
gitana. Ya son varios los hechos de idéntica naturaleza vistos
últimamente. Entre ellos, hace un par de años, bajo la alcaldía de
Aina Calvo, la detención de unos sospechosos en la mezquita
de Joan Bauzá llevó a una multitud de fieles a presionar
exitosamente a las autoridades ante el cuartel de la Policía Local.
Más espectacular todavía fueron los sucesos de Son Gotleu de hace
algo más de un año, entre nigerianos y gitanos, que acabaron con un
fallecido y medio barrio destrozado. Tras la vorágine incendiaria de
los acontecimientos, el resultado fue la absolución de todos y cada
uno de los implicados, incluso en casos de evidente destrucción del
mobiliario público (registrado por las cámaras de televisión);
reconociéndose además que el fallecido trataba de escapar de unos
perseguidores cuando cayó al vacío.
Es
sorprendente que delitos tan serios se salden con una generosa
impunidad, a cuento de un supuesto apaciguamiento de tipo
multicultural. Y si resulta peligrosa esta práctica es en gran
medida porque puede acabar produciendo aquello que se intenta
prevenir: un aumento de la xenofobia. No se trata de considerar
exaltadas opiniones racistas de cierta población autóctona, sino de
aplicar la ley al conjunto de la ciudadanía por igual, sin cuota
alguna de discriminación positiva.
El
principio que subyace a esta forma de tolerancia es que ciertos
colectivos son siempre víctimas, y nunca pueden ser responsables de
nada. Es el discurso de cierta progresía que lo justifica todo en
base a un victimismo acrítico fuera de lugar. Los hechos, sin
embargo, demuestran que el mayor peligro de conflicto recíproco no
se centra tanto entre los autóctonos y los inmigrantes, sino que
incide en los diversos colectivos inmigrados o minoritarios, pues en
estos casos las políticas de rechazo a la xenofobia no han sido tan
efectivas, más que nada porque no se han realizado. En un ámbito
local, el racismo sigue activo aunque se controla su expresión
tangible, pero no sucede lo mismo entre colectivos minoritarios entre
sí.
4 comentarios:
¡¡Feliz año, Juan Antonio!! que ya nos queda menos de una senana pa que se acaben las putas navidades.
Feliz año, Koolau. Sí, a ver si se acaban de una vez las fiestas y volvemos a la nornalidad.
un abrazo
tambien ocurre con los descendientes de indigenas en Argentina. http://www.infobae.com/notas/599238-Aumenta-la-violencia-contra-los-medicos-en-los-hospitales-de-la-Ciudad.html
otro pero descendiente de españoles (apellido Martinez). http://www.lanacion.com.ar/1547706-la-plata-un-familiar-de-un-paciente-fallecido-agredio-al-medico
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