domingo, 9 de diciembre de 2012

DICCIONARIO DEL SUBSUELO (5): NIHILISMO


(artículo publicado en la revista Kiliedro)

 
El término 'nihilismo' procede del latín nihil, que significa nada, carencia o ausencia de algo. En consecuencia, por nihilismo se suele entender una cierta creencia en la nada, una negación de todo principio o autoridad, ya sea moral o religiosa. De esta manera, nihilista sería todo aquel que no sólo evita profesar sino que también niega toda creencia o doctrina.
El primer filósofo que utilizó esta palabra con un fuerte contenido conceptual fue F. H. Jacobi (1743-1819), que consideraba al nihilismo como algo propio de la filosofía (sobre todo del idealismo alemán), aquello que sería su esencia más característica. Según Jacobi el puro ejercicio de la razón no es más que un intento de divinizar al sujeto que la despliega, el hombre, distinguiéndose así de la verdadera divinidad. Pero este ejercicio condenaría al ser humano a la nada.
Sin embargo, fue Martin Heidegger (1889-1976) quien mejor profundizó en la esencia del nihilismo, en su texto La determinación del nihilismo según la historia del ser, donde distingue entre dos clases de nihilismo: el impropio, que es el comúnmente aceptado, al que se le adjudican connotaciones destructivas o degradantes, y cuya esencia es cosa del hombre. Según esta interpretación el nihilismo pertenecería al dominio de lo negativo, que implica entre otras cosas un no preguntar por la esencia del propio nihilismo; por otra parte, estaría el nihilismo propio, que es el que Heidegger, con la ayuda de Nietzsche, interroga directamente, y que consiste en la suplantación del ser por parte de lo ente, de lo ontológico por lo óntico. Visto desde fuera parecería que, a diferencia del nihilismo impropio, cuya esencia es el hombre, en este caso lo esencial del mismo es el propio ser, y con él la esencia del hombre, no el hombre en su sentido puramente histórico. El nihilismo impropio sería así un fenómeno exterior, una determinación histórica, aunque realmente, visto desde el ser mismo, “lo impropio del nihilismo no cae fuera de su esencia” pues conduce a lo propio hacia su acabamiento, integrándose de esta forma las aparentes diferencias de ambos nihilismos bajo una esencial raíz común.
Lo propio del nihilismo, manteniéndose en el principio de la posición de valores, radica en la pretensión de totalidad absoluta que puede adquirir un determinado ente-valor, que trataría de alcanzar la decisiva pero inconquistable dimensión ontológica. Por eso, por no mantener abierta la pregunta por el ser, el nihilismo propio no es capaz de superar el nihilismo; por tanto, sería la metafísica misma, que siempre ha pensado el ser desde y en dirección al ente, eludiendo la experiencia de la esencia del nihilismo y ocultando el mismo ocultamiento del ser: “la esencia del nihilismo propio es el ser mismo en el permanecer fuera de su desocultamiento”.

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