Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) es, desde hace muchos años, uno de los escritores más respetados en este lóbrego y solitario subsuelo. Novelas como la archiconocida El hombre que fue jueves o La esfera y la cruz, los relatos del fascinante Padre Brown o ensayos como Ortodoxia son especialmente responsables de este prolongado aprecio. Pero es en sus textos biográficos (sobre Thomas Browne, Charles Dickens, San Francisco de Asís, etc.) donde he ido encontrando una serie de perlas de las que quiero dejar constancia aquí:
"Todo cuanto es deliberado, retorcido, creado como una trampa y un misterio, tiene, al final, que ser descubierto; todo cuanto se hace naturalmente resulta misterioso (...). Ninguna sociedad secreta ha ocultado sus objetivos tan celosamente como la Humanidad.
Browning, como todo el mundo, primero tuvo que descubrir el Universo, luego la Humanidad y por último a sí mismo (...). La ambición se encoge a medida que se dilata la mente.
El hombre sutil es siempre inconmensurablemente más fácil de comprender que el hombre natural, pues el hombre sutil lleva un diario de sus reacciones, practica el arte de analizar y desentrañar el propio ser, y sabe decirnos cómo llegó a sentir esto o a decir aquello. Pero un hombre como Browning no sabe más del estado de sus emociones que del estado de su pulso (...). El misterio del hombre insconsciente es mucho más hondo que cualquier misterio del ser consciente.
El recuerdo de la juventud es estrecho e individual; el de la infancia revela todo un variado paisaje; no es el recuerdo de ningún goce en particular ni de ningún sufrimiento, sino de todo un mundo que resplandece de maravilla. El primero es sólo un amante que recuerda el amor; el segundo es como un muerto que recuerda la vida.
El dipsómano y el abstemio no sólo están equivocados los dos, sino que ambos cometen el mismo error: los dos consideran al vino como una droga y no como una bebida.
Cuando un hombre comienza a pensar que la hierba no crecerá de noche, como él no se levante a vigilarla, termina generalmente en un manicomio o en el trono de un emperador.
El pecado y el dolor del despotismo no radica en no amar a los hombres, sino en amarlos demasiado y confiar en ellos demasiado poco.
El mundo ha conservado los sentimentalismos porque son la cosa más práctica que hay. Sólo ellos consiguen que los hombres hagan cosas.
El peor tirano no es el que gobierna por el terror, sino por el amor y juega con él como si tocara un arpa.
Nadie pide lo que en realidad quiere (...). Son sólo las cosas manifiestas las que no se ven nunca.
La buena y antigua causa, la más vieja y mejor de todas las causas: la causa de la creación contra la destrucción, la del sí contra el no, la de la semilla contra la tierra pedregosa y de la estrella contra la sima".
"Todo cuanto es deliberado, retorcido, creado como una trampa y un misterio, tiene, al final, que ser descubierto; todo cuanto se hace naturalmente resulta misterioso (...). Ninguna sociedad secreta ha ocultado sus objetivos tan celosamente como la Humanidad.
Browning, como todo el mundo, primero tuvo que descubrir el Universo, luego la Humanidad y por último a sí mismo (...). La ambición se encoge a medida que se dilata la mente.
El hombre sutil es siempre inconmensurablemente más fácil de comprender que el hombre natural, pues el hombre sutil lleva un diario de sus reacciones, practica el arte de analizar y desentrañar el propio ser, y sabe decirnos cómo llegó a sentir esto o a decir aquello. Pero un hombre como Browning no sabe más del estado de sus emociones que del estado de su pulso (...). El misterio del hombre insconsciente es mucho más hondo que cualquier misterio del ser consciente.
El recuerdo de la juventud es estrecho e individual; el de la infancia revela todo un variado paisaje; no es el recuerdo de ningún goce en particular ni de ningún sufrimiento, sino de todo un mundo que resplandece de maravilla. El primero es sólo un amante que recuerda el amor; el segundo es como un muerto que recuerda la vida.
El dipsómano y el abstemio no sólo están equivocados los dos, sino que ambos cometen el mismo error: los dos consideran al vino como una droga y no como una bebida.
Cuando un hombre comienza a pensar que la hierba no crecerá de noche, como él no se levante a vigilarla, termina generalmente en un manicomio o en el trono de un emperador.
El pecado y el dolor del despotismo no radica en no amar a los hombres, sino en amarlos demasiado y confiar en ellos demasiado poco.
El mundo ha conservado los sentimentalismos porque son la cosa más práctica que hay. Sólo ellos consiguen que los hombres hagan cosas.
El peor tirano no es el que gobierna por el terror, sino por el amor y juega con él como si tocara un arpa.
Nadie pide lo que en realidad quiere (...). Son sólo las cosas manifiestas las que no se ven nunca.
La buena y antigua causa, la más vieja y mejor de todas las causas: la causa de la creación contra la destrucción, la del sí contra el no, la de la semilla contra la tierra pedregosa y de la estrella contra la sima".
8 comentarios:
Muy interesante. No conocía a este escrito.
Tomo nota, y a ver si me animo a comprarme El hombre que fue jueves.
Un saludo
Lo acabo de descargar, a ver si lo imprimo esta semana.
Saludos
Hola Snake. No sé cuáles serán tus gustos literarios, pero El hombre que fue jueves suele dejar buena impresión. Con Chesterton al menos siempre tiene uno el ingenio garantizado, además de historias paradójicas y sorprendentes.
saludos
Tantas cosas terribles se han hecho en nombre de los sentimentalismos... Aún así, cuanta razón tiene este hombre: para comprobarlo, sólo hay que leer un manual de lenguaje publicitario.
Un saludo
También estoy de acuerdo en que el sentimentalismo es peligrosísimo.
Y qué chunguez lo de el tirano que gobierna por el amor. Qué chunguez porque se da bastante, y es muy difícil escabullirse del influjo de ese tirano. Claro, que si es un tirano, más que "influjo" tendrá unos esbirros que se ocupen de castigar al desafecto.
Creo que lo de gobernar 'a partir del amor' es lo que diferenció a Stalin de Hitler, o al comunismo del nazismo: mientras que el segundo apelaba directa y explícitamente al bestialismo y la destrucción vista como un fin en sí mismo, el primero enmascaraba sus instintos destructivos (más letales si cabe que el nazismo) bajo una capa de buenismo rousseauniano de la que todavía podemos ver, hoy en día, determinadas metástasis. Matar por amor (sea amor cierto o fingido) siempre es algo que tendrá defensores.
saludos
Lo del gran G.K. es inabarcable: lean el Napoleón de Notting Hill, Manlalive, o la Breve Historia de Inglaterra o el las historias breves del Club de los Negocios raros... y Su Autobiografía es extraordinaria. De un tiempo a esta parte se ha reeditado en español casi todo lo suyo (se nota lo de la caducidad de los derechos de autor...)Un genio el inglés converso.
Acabo de descubrir Chesterton, demasiado tiempo tachado de la lista por indigestión borgeana! Con lo cual cortar a Borges por lo sano siempre abre puertas...
Merci
Sandra
Publicar un comentario